Insumos para una discusión filosófica sobre la despenalización del aborto (I)

I. Introducción

Las percepciones sobre la condición moral del embrión que, en el momento actual, van desde su consideración como "un conjunto de células sin condición moral" hasta su consideración como portador de la "misma condición moral que un ser humano". Se trata, en definitiva, del denominado estatuto del embrión, cuyo análisis completo debe ser abordado desde los puntos de vista biológico, ontológico, ético, jurídico y teológico.

El debate sobre la condición moral del embrión es, en términos de la opinión pública, relativamente reciente. Otro marco conceptual, relacionado con el anterior y más arraigado en las percepciones de los individuos es el de la imagen del momento en que comienza la vida humana individual equiparable con el ser humano, abarcando desde quienes creen que el momento de comienzo de la vida coincide plenamente con "la unión del óvulo y el espermatozoide" (fecundación) hasta los que piensan que comienza sólo "con el nacimiento de un nuevo individuo".

♦La vida humana se inicia con la singamia, con la unión de los gametos. Con la fecundación se ha producido la recombinación del material genético procedente de dos individuos distintos, los progenitores. Dos células haploides, que no son capaces de sobrevivir durante mucho tiempo, se fusionan formando una célula-cigoto diploide, dotada de un programa genético específico y de una potencialidad suficiente para desarrollarlo, en interacción con el medio ambiente uterino, hasta constituir un ser humano. El carácter biológico humano del cigoto está fuera de toda duda, es una evidencia experimental. El cigoto es, además, una entidad autónoma que desde el principio empieza a dirigir su propio desarrollo. Con la formación del cigoto comienza el ciclo vital de un nuevo organismo. Esta vida humana incipiente necesitará únicamente de las condiciones ambientales adecuadas para poder crecer y desarrollarse, para poder actualizar toda la potencialidad que en sí encierra. El desarrollo biológico del hombre tiene una dimensión espacio-temporal y constituye un proceso continuo y progresivo, es un proceso, como algunos matizan, "en continuidad". Es también un proceso ordenado, por cuanto existe una serie de etapas en las que va aumentando de manera progresiva el nivel de complejidad del organismo. En el desarrollo humano, como en cualquier otro proceso de cambio, se producen saltos e interrupciones en sistemas anteriores, aunque la existencia de la nueva realidad no puede explicarse sin presuponer la anterior. Es, por otra parte, un proceso integrado, es decir, la aparición ordenada y en el tiempo de nuevas estructuras y de nuevos niveles de organización y complejidad están coordinados entre sí. En este sentido, la implantación del embrión, hacia el día 14 de la fecundación, representa un hito embriológico importante en orden a la individualización del nuevo ser humano, a la constitución del individuo humano. En conclusión, el proceso ontogenético humano, integrado por la información genética del embrión y su capacidad generadora en interacción con las condiciones medio-ambientales maternas, constituye un proceso biológico único

II. Abortar o no abortar; esa NO es la cuestión

Se encuentran ya en los autores clásicos y medievales largas discusiones para saber a partir de qué momento un embrión humano puede ser considerado como un ser humano con alma humana. Eran planteamientos de una etapa precientífica. Las personas que intervenían en esos debates lo hacían basados en datos biológicos inconsistentes. Actualmente, pese a la acumulación de conocimientos sobre la génesis del hombre, al descubrimiento de nuevos aspectos científicos sobre las fases del desarrollo embrionario, que son susceptibles de diferentes valoraciones, nos encontramos aún bastante inseguros sobre algunos extremos del problema. Pocos temas de información médica, por otro lado, han suscitado una polémica pública de tal magnitud como ha sucedido con aquéllos que dicen relación con las nuevas técnicas de reproducción asistida, y pocas veces los pronunciamientos han sido tan radicales, a favor o en contra, como en el caso de la interrupción voluntaria del embarazo, en la llamada «batalla del aborto», en la que desde una trinchera y otra no falta la polémica acre, la frivolidad y el apasionamiento. El tema del embrión humano no cabe duda de que es de gran interés, puesto que cualquier consideración científica que sobre el fruto de la concepción se haga y cualquier valoración diferencial que se realice sobre su identidad humana, tiene luego unas connotaciones éticas de enorme trascendencia. Los juicios que sobre el embrión humano se emitan han de partir de los conocimientos que las ciencias biológicas, sobre todo la genética y la embriología, nos ofrecen y que proyectan un poco de luz sobre el momento en el cual cada uno de nosotros empieza a existir, aunque es inevitable que queden todavía algunas sombras y que puedan surgir dudas.

III. Concebir, estar embarazad y dar a luz

Concebir en vez de concepción. Estar embarazada en vez de embarazo. Dar a luz en vez de nacimiento. Los verbos indican acción, proceso y duración. Con la implantación se completa la concepción al retener la mujer el óvulo fecundado hecho embrión. Tras el encuentro del espermatozoide con el óvulo se inicia la fecundación, que dura más de 20 horas. El cigoto comienza la división celular, se llama mórula al tercer día, con 16 células. Entre el cuarto y séptimo día se prepara la anidación. En el blastocisto, a partir del día sexto, se esboza una masa celular interna (embrioblasto), que dará lugar al feto, y una capa exterior (trofoblasto) que será la placenta. El blastocisto posee individualidad genética, pero aún no es un individuo multicelular. Dos pre-embriones pueden fundirse en uno o dividirse un pre-embrión en dos. Hacia el día 14 se forma el disco embrionario que, entre los días 15 y 18, se hace trilaminar. La aparición de la cresta primitiva, del futuro sistema nervioso es un primer umbral decisivo. Entre la tercera a la octava semana la interacción embrio-materna es constitutiva de la nueva realidad, llamada feto a partir de la octava semana. Ante un proceso como el alba no es posible trazar una línea nítida de antes y después del expresiones como "no antes de..." o "no después de…", "no antes de la tercera semana, no después de la octava".

Preguntas que surge de lo anterior:

  • un embrión de unos pocos días es ¿un conjunto de células sin condición moral?;
  • un embrión de unos pocos días está ¿ a mitad de camino entre un conjunto de células y un humano?;
  • un embrión de unos pocos días está ¿más cercano a un humano que a un conjunto de células?;
  • un embrión de unos pocos días es ¿un humano con la misma condición moral?.

IV. Aborto: Estatuto antropológico-ético del embrión humano

Si admitimos que es moralmente reprobable quitar la vida a una persona inocente, entonces, si el feto es una persona inocente, el aborto, que supone precisamente privar de la vida al feto, es un acto moralmente reprobable. Pero, para ser una persona inocente es necesario ser una persona, preguntémonos, pues, ¿es el feto una persona?.

Abordar una reflexión sobre el estatuto ético del embrión humano equivale a encontrar un lugar para el embrión en el terreno de la moral, y equivale también a describir y justificar la actitud ética de las personas y las instituciones hacia el embrión.

La cuestión ética que subyace en el centro de la controversia sobre el aborto está en la definición de persona con vista a determinar el estado existencial del no nacido, si es o no persona humana. La interrupción voluntaria del embarazo, comúnmente conocida como aborto, es un tema de amplio debate en el mundo actual. Es un problema relacionado con la sexualidad y con la reproducción pero, a la vez, genera muchos problemas en el ámbito de la mora. El aborto es un problema socialmente importante de tal dimensión, que instituciones legales, religiosas y políticas han tomado posición al respecto.

La palabra "aborto" proviene del latín "abortus", participio pasado del verbo "aboriri", formado por el prefijo privativo "ab" y el verbo "oriri", que significa surgir o nacer; de modo que, etimológicamente, "aborto" significa no surgido o no nacido. Aquí entenderemos por aborto el suceso consistente en la interrupción de un embarazo humano no llegado a término, con la consiguiente muerte del embrión o feto. El aborto, en este sentido, puede ser algo que sucede de manera espontánea o inducida; es decir, puede acontecer de manera no intencional o ser provocado mediante un acto intencional y deliberado. Es este último tipo de aborto, el que supone dar muerte deliberadamente a un feto en el útero materno o provocar su expulsión, a consecuencia de la cual también muere, el que como toda otra cuestión de vida o muerte, plantea difíciles problemas morales. La práctica del aborto da lugar, además, a complejos problemas sociales, políticos y de salud pública que no tocaremos aquí, ya que nos concentraremos exclusivamente en el problema de la moralidad del acto de abortar, pero que no pueden omitirse en un tratamiento serio de este asunto que pretenda reflejar toda su complejidad.

El tema de la moralidad del aborto nos coloca en un terreno en el que las opiniones se dividen y en donde las discusiones razonables se hacen difíciles, pues los contendientes en la disputa suelen partir de concepciones diferentes sobre asuntos filosóficos de índole muy general que inciden directamente sobre el asunto a determinar. Más aún, en virtud de que la reproducción humana es sexual, el debate sobre la moralidad del aborto se suele complicar debido a que quienes creen que la sexualidad es un objeto adecuado para moralizar, desvían la discusión sobre la moralidad del aborto hacia otra acerca de la supuesta «moralidad sexual» de quienes abortan o de quienes están de uno u otro lado en esta discusión. Aquí, desde luego, desdeñaremos este último tipo de enfoque por considerar que pierde enteramente de vista la cuestión central y por provenir de serias confusiones sobre la relación entre moralidad y sexualidad.

En filosofía moral la pregunta central en el debate sobre el aborto tiene que ser: ¿es moralmente aceptable el aborto intencional? La respuesta a esta pregunta suele depender de la respuesta que se dé a otras interrogantes filosóficas más generales:

i) ¿es e! feto una persona?;

ii) ¿tiene el feto valor moral intrínseco que nos imponga la exigencia de proteger su vida?;

iii) ¿tiene derechos el feto que estén por encima del derecho de la mujer a la vida y de su derecho a decidir sobre su cuerpo y sobre su vida personal?

La gran mayoría de las discusiones filosóficas sobre el carácter moral del aborto son intentos de responder de una u otra manera a alguna de las tres interrogantes anteriores. En lo que sigue abordaremos por separado cada una de estas maneras de aproximarse al problema moral del aborto.

 

 



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Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

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