Hoy hace 25 años del caracazo; la cantidad de muertos no se sabe con certeza; sólo recuerdo estar debajo de mi pupitre en en el colegio IDEA, en Puerto Ordaz mientras tanquetas militares repelían los saqueos de comida en los comercios de Castillito ¿No sucedió eso? ¿Me lo imaginé? Es un recuerdo que tengo muy presente, así como a mi padre buscándome en el colegio mucho más temprano que lo habitual. No sé si éramos tan felices como algunos dicen, yo lo era gracias a mis padres y a la inocente ignorancia del infante; pero estoy seguro que no todos lo éramos, estoy seguro de que los que saquearon carne y pollo no eran tan felices ¿por qué hoy no sucede esto? Realmente no es una pregunta con trampa, yo no lo sé...
Pero la historia es la que es y de nada vale pretender cambiarla y decir que todo era absolutamente bueno o absolutamente malo, felices no éramos todos, quizás algunos sí, mucho más que otros. También recuerdo los disparos en los bloques del 23 de Enero, unos meses después, grabados como un mandamiento: perdonar, sin olvidar... A los 9 años, no entendía porque había marcas de disparos ahí; escuché decir que eran balas de FAL y que podían traspasar las paredes, aún no entendía... (Quizás un niño de hoy, con Call Of Duty entre ceja y ceja, lo hubiera entendido inmediatamente; hoy que son tan felices con la PS4, la PSP, su acento mexicano de “dibujos animados” y su metalenguaje indescifrable)
Lo cierto es que siempre son los mismos los que perdonan, y siempre los mismos los que condenan. Nunca he visto a los verdugos tener que perdonar, a los verdugos todo el mundo los entiende en su ira; los demás perdonamos; siempre los mismos, sufren y callan, porque hablar muy alto es de incultos; perdonar es bueno, reclamar es malo, mirar al pasado es malo si se trata del 27F, quizás sea bueno si se trata del 4F o 27N, es de “gente de bien”. Los verdugos definen la moral y las buenas costumbres, y los demás a callar. Su moral, que ejecutan pesada sobre los que viven para pedir perdón y perdonar, sólo para eso les dejan vivir y morir...
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