El sentimiento de la víctimas (o el silencio de los inocentes)

En mi modesta opinión la dignificación de las cárceles y de los presos es una excelente propuesta, (que ojala se logre) del Gobierno. La dignificación por supuesto pasa por tener unas instalaciones decentes y unos presos bien alimentados, cuidados, trabajando y estudiando todo el día, excepto cuando hacen deportes o cultura, con asistencia médica de primera, etc., etc. Pero de allí a que olvidemos que las verdaderas víctimas en todo esto son las personas que han sido objeto de los delitos de esos presos, sus familiares y amigos y su comunidad, eso es otra cosa.

Es absolutamente cierto que en nuestra República, y creo que en todo el mundo en las cárceles se paga el ser pobre y no el ser delincuente, pero no es menos cierto que millones de personas de muy escasos recursos son incapaces de cometer ningún delito, son trabajadoras y viven en ingratísimas condiciones muy dignamente y lo que también es cierto es que las víctimas de los delincuentes, presos algunos y otros no, sienten una gran necesidad de justicia, de verdadera justicia.

Yo, hace muchísimos años (cuando Raul Leoni) fui víctima, con mi familia de un secuestro y robo en mi casa, si les digo que sentí rabia o deseos de venganza les mentiría, en realidad como los secuestradores y ladrones, a parte del enorme susto que nos dieron, no nos hicieron daño alguno, pues la cosa pasó como un muy mal capítulo de mi existencia, pero recientemente un familiar mío, viejo ya, fue secuestrado, llevado a su casa bajo tortura, torturado en su casa frente a su madre de nada más y nada menos que 89 años, robado no sólo en cosas de valor sino en cosas que no tienen precio, amenazado con matarle a su madre en frente de él y luego matarlo a él si los denunciaba (por supuesto que no los denunció), y lo que siento es una arrechera, una frustración, una impotencia inmensa, y no creo que esos delincuentes que seguirán en lo suyo, merezcan, a parte del respeto a sus derechos humanos, otra cosa que cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad.

No podemos, como gobierno, violarles sus derechos humanos porque nos ponemos a su misma altura, pero no por ello debemos ponerlos casi en un altar.

Así, exactamente como se sienten las víctimas de Puente Yaguno, así se sienten de impotentes, frustrados, arrechos y tristes todos los demás que han perdido familiares y/o amigos, que han sido secuestrados, robados, violados, etc. La primera labor de dignificación de un preso debe de ser el llamar su conciencia a aceptar el daño que hizo y que ese daño tiene que tener consecuencia para él. Y esas consecuencia tienen que ser implacables. El Gobierno tiene que ser el garante de la justicia para los inocentes que en silencio, porque no se atreven a hablar, soportan las tropelías de los delincuentes.

Que no puede haber retardo judicial, pues claro que no, que no pueden ser maltratados, pues no (la tortura denigra a quien la practica hasta convertirlo en una alimaña), que deben ser recuperados (si es posible), todo eso es verdad, lo que no podemos es caer en necedades (que nos van a costar seguramente muchas lagrimas al pueblo decente y digno) de casi santificar a los presos. Mi comandante Fosforito definitivamente espero lo haga muy bien, pero recordando siempre quienes son las verdaderas víctimas, y recordando siempre que si los delincuentes son víctimas del Capitalismo, también los demás lo somos y aquí estamos rodilla en tierra y con la frente en alto.      veoch@hotmail.com


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Victoria Elena Otero de Chacín


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