Uno de los temas favoritos de la industria del cine ha sido el relato de las vagabunderías de los piratas, unos mercenarios, ingleses en su mayoría, que asaltaban galeones y cuanto barco se le atravesaba en el Caribe. El modus operandi consistía en matar a los que hacían resistencia, apoderarse de la mercancía, de los objetos personales, del dinero, secuestrar a los tripulantes que quedaban vivos y por supuesto a la nave para luego ser recibido oficialmente por el rey o la reina de Inglaterra quienes le otorgaban el título de Sir y así legalizaban el robo. Claro que los ingleses no eran nada originales ni eran los únicos que tenían sus gánsteres en las vías marítimas.
Los casos recientes de piratería notoria en este siglo XXI se dan a lo largo de las costas de Somalia, un país en caos, intervenido por los Estados Unidos, quienes, de paso, recibieron una paliza del pueblo sómalo en 1.993 que se tradujo en 19 bajas y 73 heridos de las famosas Fuerzas Especiales.
Las fracciones que se disputan el poder en este país africano, obtienen fuentes de ingreso abordando barcos mercantes de banderas europeas y exigiendo montos en millones de dólares. La reacción de la Comunidad Europea y de EE.UU. ha sido inmediata movilizando barcos de guerra que han logrado en cierta manera controlar los piratas, llevando a algunos de ellos a Europa para ser juzgados en tribunales penales.
Todo esto lo evocamos con motivo del asalto perpetrado por la marina de guerra del Estado de Israel en aguas internacionales contra una flota civil que transportaba alimentos y medicinas en seis barcos cargueros de bandera turca, desarmados, que se dirigía a Gaza, territorio palestino ocupado y bloqueado por la camarilla sionista que dirige el Estado Hebreo.
El resultado nueve muertos, un sinnúmero de heridos, robo de las diez mil toneladas de ayuda humanitaria, secuestro de los activistas pro palestinos, incautación de los objetos personales, apropiación de las embarcaciones, las felicitaciones del Primer Ministro Netanyahu, el manto protector del imperio, (Es muy temprano para sacar conclusiones, dixit Obama), de sus acólitos: es una provocación de los palestinos gaguea la prensa española con olor a franquismo.
No es nuevo el carácter prepotente de la derecha y la ultraderecha sionista que sostienen la coalición gubernamental que desde la victoria aplastante de la Guerra de los siete días ante los ejércitos árabes, creen que la solución del conflicto en el Medio Oriente se resuelve por medio de las armas.
Israel no ejerce bloqueo sobre Cisjordania ya que la Autoridad Palestina es menos recia que la gente de Hamas que controla por la decisión del voto de los palestinos el territorio de Gaza. El bloqueo es un acto punitivo hacia los habitantes de Gaza, un bloque que se traduce en un estrangulamiento económico, en deterioro de la salud, de los servicios más elementales, gas, alimentos, medicinas con el pretexto de que si abren las fronteras las fuerzas de Hamas meterían armas. El argumento es falso ya que la desproporción de fuerzas entre Israel y Hamas es ridícula. Es sencillamente un acto imperial. Las víctimas del ghetto de Varsovia y del Holocausto son hoy verdugos y la política sionista se caracteriza en la expansión y en la destrucción del pueblo palestino.
Afortunadamente hay voces y movimientos en el mundo que se solidarizan con el pueblo palestino. Recordemos que en 2009 el Comandante Presidente rompió relaciones diplomáticos con la camarilla criminal que gobierna Israel denunciando el genocidio en Gaza. Hoy más que nunca se justifica esta acción del gobierno revolucionario y socialista.
Decimos no a los piratas del Estado Hebreo, no a las complicidades de los EE.UU. y de la Unión Europea.
Nuestra solidaridad con los hermanos y hermanas del pueblo palestino.
lucartjesus@yahoo.es
