Definiciones y caracterizaciones aproximadas

Andrés Bello (1781-1865) y los estudios linguísticos actuales descoloniales

RESUMEN

Andrés Bello (Caracas, Venezuela, 1781-Santiago, Chile, 1865) figura notable de la cultura hispanoamericana entregó, grandes desvelos mediante, importantes contribuciones a los estudios lingüísticos. No sólo con su obra monumental sobre gramática para el uso de los americanos, derecho internacional, legislación civil y teoría de la educación universitaria, pues fue distinguido Senador en el Parlamento chileno, fundador y rector magnífico de la universidad de este país austral; sino y principalmente, por sus creaciones poéticas de estilo neoclásico ya en su primera juventud en la ciudad colonial de Caracas, o en su etapa londinense en cuyos cielos oscuros desarrolló claras intuiciones por la independencia cultural de América con iniciativas periodísticas notables, además de que consolidó su formación en abigarradas bibliotecas de la cosmopolita capital inglesa. También su prosa ensayística y estudios científicos en áreas como la geografía, astronomía, geología y otras disciplinas en su definitiva patria de acogida como lo fue Chile, lo consagran como uno de los más altos exponentes de los estudios lingüísticos, a los que conviene prestar atención en la actualidad. Ese viene a ser el propósito del presente texto, siguiendo una metodología crítica-documental, así se obtuvo al menos para quien esto escribe unas primeras definiciones sobre la noción de lingüística de don Andrés Bello y una somera caracterización de la misma, de acuerdo con las fuentes directas consultadas, es decir, los escritos bellistas a los que se tuvo acceso, tanto en papel como en arqueos por fuentes digitales. Bello es figura insoslayable para quien se inicia en estos menesteres intelectuales de los fundamentos de la cultura de la región cuya base es el español en América.

Palabras clave: Andrés Bello, Lingüística y su época, Poesía, ensayos y estudios de Bello.

Epígrafes

Ve a rezar, hija mía. Ya es hora

de la conciencia y del pensar profundo:

cesó el trabajo afanador, y al mundo

la sombra va a colgar su pabellón.

Sacude el polvo el árbol del camino,

al soplo de la noche; y en el suelto

manto de la sutil neblina envuelto,

se ve temblar el viejo torreón.

¡Mira! Su ruedo de cambiante nácar

el occidente más y más angosta;

y enciende sobre el cerro de la costa

el astro de la tarde su fanal.

Para la pobre cena aderezado,

brilla el albergue rústico; y la tarda

vuelta del labrador la esposa aguarda

con su tierna familia en el umbral …

(Andrés Bello: "Oración por todos. Imitación de Víctor Hugo", en: "Antología de Andrés Bello", Selección, prólogo y notas de Pedro Grases. Editorial Kapelusz venezolana. Caracas. Venezuela. 1970. P. 64).

"1. Verbo haber. Algunos dicen el presente de indicativo: yo haigas, tú haigas, etc. Debe decirse haya, hayas, etc. Suele también decirse háyamos, háyais; pero la pronunciación correcta es hayamos hayáis. 2. Imperativo. Nada es más común, aun entre personas de buena educación, que alterar el acento de la segunda persona de singular del imperativo de casi todos los verbos, diciendo, verbigracia, mirá, andá, levantáte, sentáte, sosegáte. Estas palabras y sus análogas no existen, y deben evitarse con el mayor cuidado, porque prueban una ignorancia grosera de la lengua. Si se trata de tú a la persona con quien hablamos, es necesario decir mira, anda, levántate, siéntate, sosiégate. Si le tratamos de vos (acerca de cuyo tratamiento hablaremos después), debe decirse, mirad, andad, levantaos, sosegaos. Antiguamente solía decirse mirá, andá en lugar de mirad, andad, y solamente cuando se trataba de voz, como en este caso de Cervantes: Andá, señor, que estáis muy mal criado". (Andrés Bello: "Advertencias. Sobre el uso de la lengua castellana, dirigidas a los padres de familia, profesores de los colegios y maestros de escuela", en ob cit., p. 148).

II

Introducción

Los epígrafes anteriores, como es natural en quien recurre a semejante recurso lingüístico o estilístico, sugiere el contenido del presente escrito y la forma en que don Andrés Bello discurría en sus aproximaciones sobre diversos aspectos de la realidad histórico-social que como contexto representa el ambiente en que la lengua se desenvuelve como ente vivo sometido a los usos, costumbres y regulaciones normativas que fijan y dan brillo a la palabra. Bello parece era muy consciente de este aspecto y dedicó parte de su labor intelectual a semejante problemática con el fin de superar los vicios o el grave uso grosero en que incurren los ignorantes de la lengua castellana y ante los cuales no se debe quedar en silencio la persona culta.

Sin embargo, ciertas dimensiones regionales y locales a lo largo del tiempo imponen algunas particularidades. Por ejemplo, sostiene Bello (en Grases 1970) en sus "Advertencias sobre el uso de la lengua castellana, dirigidas a los padres de familia, profesores de los colegios y maestros de escuela", publicadas en forma de entregas periodísticas en "El Araucano" los días 13 y 20 de diciembre de 1833, que:

"17. Es muy general en Chile usar la preposición ‘a’ después de los verbos haber o hacer, cuando nos servimos de ellos significando el tiempo transcurrido, verbigracia, ‘ha o hace muchos días que no le veo’, o bien, ‘muchos días ha o hace no le veo’. Y nótese de paso que estos verbos son impersonales, y deben usarse constantemente en las terceras personas de singular; por lo que sería mal dicho: hacían dos horas que no dormía, en lugar de hacía dos horas" (p. 153).

Así, en el citado artículo Bello va desgranado desde 1833 un conjunto de reflexiones en torno a la constitución formal de los usos lingüísticos o el establecimiento de unos estatutos normativos básicos hasta construir su "Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos", que como es ya parte del saber común, se tiene entendido fue publicada en Chile en 1847 (Caldera, 1965), por lo que de acuerdo con Cartagena (2014) se le considera precursor de las corrientes lingüísticas más importantes del siglo XX, a saber, "el estructuralismo europeo, el estructuralismo norteamericano, la gramática generativa y la lingüística pragmática", es decir, creador de modelos para las generaciones posteriores, porque sus descripciones siguen teniendo validez, por lo que marcó una tradición en tales estudios, del pasado siglo XIX al XXI y las décadas que ya transcurren en el XXI.

Tal es la estatura intelectual del autor en estudio y en este texto se propone una aproximación biográfica, primero, con fines de comprender en su contexto al personaje, su producción intelectual y su contribución a los estudios lingüísticos y literarios o filológicos, ello a partir de los textos originales de Andrés Bello y las interpretaciones de otros autores que han dedicado ingentes esfuerzos por rescatar el legado del humanista caraqueño, chileno e hispanoamericano, en general considerado el libertador cultural de América, de acuerdo con Grases por su "obra de la formación de pueblos" (p. 5); ya que si bien los héroes militares y políticos posibilitaron la independencia de las nuevas repúblicas, quedó intacta La tarea en el campo de la cultura y civil, cuyos héroes son más reposados y sus armas son los libros y la palabra, de estos hay varios siendo Bello uno de los más destacados.

III

Andrés Bello, el hombre y su época

Grases (1981, Obras 7) uno de los más destacados estudiosos de la obra de don Andrés Bello y animador permanente de su legado, sostiene que desde 1935 se amplía o inicia propiamente en Venezuela el abordaje crítico-documental de la obra bellista. Lo hace un joven bajo su guiatura, Rafael Caldera (San Felipe, 1916-Caracas, 2009) entonces de 19 años y estudiante de Derecho en la Universidad Central de Venezuela, líder de la juventud católica que ya descollaba por su inteligencia, quien posteriormente en 1968 alcanzaría la primera magistratura nacional por el voto popular como abanderado del partido social cristiano copei. Esa obra primeriza se titula simplemente "Andrés Bello" y ganaría una justa literaria propuesta por la Academia Nacional de la Lengua, en su Prólogo de 1946, acota Grases que:

En la tradición bellista venezolana, que arranca con la Emancipación, al conocerse los trabajos iniciales del ilustre caraqueño en Londres, no se había acometido nunca en Venezuela el estudio integral de los escritos de Bello, que sólo hubiese podido emprendido emprenderse a partirde la edición chilena en quince tomos de las Obras Completas, realizada en Santiago entre los años 1881 y 1893, gracias particularmente a la devoción de los Amunátegui. Si bien el fervor y la admiración hacia Bello habían dado en Venezuela resultados muy estimables, no se había intentado la presentación y análisis en las fuentes y en su conjunto, de la tarea realizada por el humanista en un amplio horizonte de temas de cultura. Rafael Caldera se enfrenta a la empresa de con la decisión y la seriedad característica de su persona (P. 432).

"Andrés Bello", obra de juventud de Caldera (1965) se estructura en dos partes y VI capítulos, más un VII –Conclusión-, previo tiene una: Dedicatoria y unos Propósitos, se distribuyen así: Primera Parte: El hombre, se forja un humanista, 1810: Encrucijada del destino, Depuración, dolor y lejanía, El rumbo marca al Sur, ¿Fue culpa de Bolívar?, ¡Y era ya el despuntar de la cosecha! Segunda parte: el sabio. I El filósofo, Huella imborrable de los maestros caraqueños, En el piélago de variadas influencias, Breve incursión en su Filosofía, "Calumnian, no sé si a la Religión o a las Letras", Hasta para los brutos un alma inmaterial, Profunda moral, de base religiosa; II El artista: Libertador artístico de América, En el tesoro de sus ideas estéticas, Otra vez el admirable equilibrio, "Esta es mi fe literaria", El crítico; III El filólogo, Vivo instrumento de la cohesión social, Ortología y Métrica, La reforma ortográfica, el análisis Ideológico de la Conjugación, Un monumento: la Gramática, "Para uso de los americanos"; IV El pedagogo, Una educación integral, Todas las ramas de la educación, Andrés Bello y la enseñanza primaria; V El jurista, Concepto filosófico y jurídico, El Derecho Romano, formador del jurista, Escribió sobre las ramas del Derecho, Fundó el Derecho Internacional de Iberoamérica, Codificador civil de Iberoamérica; VI El sociólogo, Apreciación del pasado colonial, Independencia y libertad, Las formas de gobierno, ¿Fue Andrés Bello monárquico?, Por eso repudió el teoricismo, El "resumen de la Historia de Venezuela"; VII Conclusión.

En el capítulo III. El Filólogo, Caldera (ob cit) se detiene a considerar los aportes más significativos en el campo literario, con definiciones y caracterizaciones aproximadas de Andrés Bello relativas a la lingüística y áreas de conocimiento colaterales, cuando destaca cosas como las siguientes:

El de filólogo en la más amplia acepción que pueda tomar este vocablo, es una de los títulos que menos pueden negarle a Bello. Estudió desde su raíz todas las ciencias relativas al lenguaje; y si por lo general no escribió sobre ellas sino con intención didáctica, de sus diversos tratados puede deducirse la armazón integral de sus ideas filológicas. Comenzó por aplicar al lenguaje la Filosofía; dominó prácticamente el griego, el latín, el castellano, el francés, el inglés y el italiano, y trató de remontarse hasta sus orígenes históricos y vida evolutiva; halló en la Literatura un amplio campo para sus investigaciones filológicas, y cultivó amorosamente la Gramática, cuyo estudio defendió de manera esforzada (p. 127).

De esa manera se convierte en un artífice de la lengua castellana en América y da cuenta de las características, accidentes y modificaciones en diversos contextos pragmáticos, con una concepción integral del lenguaje y la lengua como cuerpo orgánico que asimila constantemente elementos nuevos, adaptándolo a la sociedad y su dinámica según la atmósfera de una u otra época, como se puede decir parafraseando a Caldera (ob cit., p. 129); o las leyes generales que gobiernan el pensamiento expresado por escrito, los razonamientos en las proposiciones, los atributos del sustantivo, verbo y predicado, adjetivos, complementos y otras partículas de las oraciones como unidades de sentido en los párrafos. Así lo expone el mismo Bello, citado por Caldera (ob cit) cuando asienta que el comportamiento de las lenguas:

Obedecen sin duda los signos del pensamiento a ciertas leyes generales que, derivadas de aquellas a que está sujeto el pensamiento mismo, dominan a todas lenguas y constituyen una gramática universal. Pero si se exceptúa la resolución del razonamiento en proposiciones, y de la proposición en sujeto y atributo; la existencia del sustantivo para expresar directamente los objetos, la del verbo para expresar directamente los atributos, y la de otras palabras que modifiquen y determinen los sustantivos y verbos, a fin de que, con un número limitado de unos y otros, puedan designarse todos los objetos posibles, no sólo reales sino intelectuales, y todos los atributos que percibimos en ellos; si exceptuamos esta armazón fundamental de las lenguas, no veo nada que estemos obligados a reconocer como ley universal de que ninguna sea dado eximirse (p. 131)

Para Bello el criterio fundamental para la corrección gramatical viene a ser el uso popular, fuente donde debe investigarse la dinámica lingüística y cuya caracterización, pues de allí parte o emana el "verdadero y único artífice de las lenguas", el otro aspecto es que las formas deben ser las más comprensiva y simples (ídem); tampoco se debe adoptar una actitud purista, sino seguir la regla acerca de la "claridad prenda más esencial del lenguaje" (ibídem., p. 133). Y considera que Bello desarrolló "…Cuatro temas principales: Ortología y Métrica, Ortografía, Conjugación, Gramática castellana en general" (ibídem., p. 134).

La numeración de la producción intelectual de Andrés Bello en el sentido anterior comprende el libro "Principios de la ortología y métrica de la lengua castellana", publicado en Chile 1835, por tal cosa se entiende tanto el estudio de las palabras y frases como los sonidos, cantidades y acentos legítimos, con fines de atajar la degeneración de las lenguas o multiplicación anárquica de términos; más concretamente la métrica de Bello es la clásica, con una rima donde se tornan importantes:

los acentos y pausas como necesidad absoluta en la prosodia o reglas de entonación; la otra obra de don Andrés Bello es de 1841 y se titula "El análisis de los tiempos de la conjugación castellana", escrita en Venezuela hacia 1810, luego en 1847 da a conocer su monumental "Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos", que sintetiza tanto su teoría de la prosodia y verbal sin repetir las declinaciones latinas que torpemente recogían para entonces otras lenguas romances. Una síntesis de la anterior vino a ser su "Compendio de la gramática castellana escrito para el uso de las escuelas primarias", contando con una primera edición de 1851 y una segunda ampliada y corregida de 1861, obra de sentido pedagógico, en que los conceptos son ilustrados con ejemplos, si bien tiene definiciones rigurosas. Anterior a estos textos están las creaciones poéticas de Bello que "exalta el genuino americanismo", sostiene Caldera (ob cit., p. 148).

IV

Andrés Bello: lingüística y filología

El conocido historiador de la cultura venezolana e hispanoamericana, el español-venezolano don Pedro Grases (1909-2004), encargado de la "Selección, Prólogo y Notas" de la "Antología de Andrés Bello", destaca que todo su aporte intelectual representa una "Obra de formación de pueblos", consecuencia de "largos años de estudio y meditación" (p. 5), por lo que Bello junto a Simón Rodríguez (Caracas, Venezuela, 1769-Ametape, Perú, 1854) y otros bien pero influyentes escritores y pensadores de la región, son libertadores intelectuales, en tanto que educadores de la nueva conciencia autonomista del subcontinente que se denomina entre otros con el término Latinoamérica y el caribe hispanoparlante. Así, no es sólo un espectador sino también un actor del drama de su época, en sus palabras:

Andrés Bello (1781-1865) vivió las tres últimas décadas de la colonia española en Venezuela, y algo más del primer medio siglo de vida independiente hispanoamericana. De éste, los veinte primeros años corresponden al período de lucha por la independencia nacional, cuyo desarrollo, vicisitudes y triunfo, observó Bello desde Londres. Los últimos treinta y tantos años de su vida, pasados en Chile, son los de fijación de la existencia política y cultural de los nuevos estados de Hispanoamérica. En líneas generales fue éste el tiempo de Bello: Colonia (en Caracas, 1781-1810); Guerra de Independencia (en Londres, 1810-1829); gobierno y edificación de las nacionalidades hispanoamericanas (en Chile, 1829-1865). El pensamiento y la obra de Bello están determinadas por tales circunstancias, a las cuales debemos siempre referir lo que produjo, para llegar a entender el alcance de la obra bellista. (Prólogo, O. 1).

De seguidas el autor que aquí se sigue expone unos lineamientos metodológicos que conviene tener presente, dice que:

Si a esta condicionalidad externa le añadimos la consideración de las ideas y propósitos, de los conocimientos y carácter de Bello, es decir, su peculiaridad individual, podremos valorar la significación de lo que Bello llevó a cabo. Para un hombre de poderosa mentalidad, la vida colonial debía ofrecer escasas perspectiva en cuanto a la actuación pública. No así en lo que atañe al estudio. Bello, como los hombres más notorios de su generación, se dedicó con avidez al conocimiento de la naturaleza y al estudio del pensamiento humano, a las letras. El trópico brindaría continuos descubrimientos a un espíritu repleto de inquietudes. Es comprensible que la visita de Humboldt a Tierra Firme en los primeros mil ochocientos, por ejemplo, fuera una llamada extraordinaria a concentrar la atención en la maravillosa vida tropical. Andrés Bello llevará siempre en el alma el paisaje de su tierra, que habrá de darle el tema fundamental de sus más grandes poemas, escritos en Londres, del mismo modo que las cercanías de Caracas le habían dado el motivo de naturaleza en sus primeras composiciones. Al lado de la feracísima vida tropical, el estudio del saber humano suministraba sabroso alimento para la satisfacción de una persona como Bello, para quien no fueron en su juventud los latines y la ciencia escolástica las únicas dedicaciones: estudió el castellano, pues de ese tiempo arrancan sus investigaciones iniciales y quizás –entre ellas-, la más profunda (El análisis ideológico de los tiempos de la conjugación castellana); aprendió lenguas vivas: francés e inglés; ciencias médicas, geografía, de la que fue maestro de Bolívar; matemática; filosofía; historia, de la que es muestra su Resumen de la Historia de Venezuela; y tantas otras disciplinas que podían llenar la aspiración a formarse en un medio seguramente restringido, pero que de ninguna manera negado a las humanas preocupaciones. Los excelentes maestros de Bello, Montenegro y Quesada, podían ver con cierto recelo alginas inclinaciones de la juventud caraqueña, pero sin duda no intentarían detener el natural impulso hacia una más amplia cultura (ob cit., Pp. 1-2).

De las citas se puede colegir que si bien el ser humano está constreñido por los determinantes espacio-temporales y su dinámica socio-cultural (contingencia y atmósfera epocal, llaman algunos), la mentalidad inquieta de ciertas individualidades por hacerse de una amplia cultura; de esa manera pueden alcanzar desde lo local no sólo un bagaje cultural impresionante, ello a condición de abrir el espíritu a las corrientes más fecundas del pensamiento universal sintetizadas en disciplinas científicas, literarias o humanísticas cuya mediación es el lenguaje. Es decir, no se puede negar que el contexto socio histórico-concreto influye en la vida personal, por eso viajar, conocer otros modelos culturales en otras regiones y continentes diferentes al nativo proveen de un referencial óptimo con fines de comprender proyectos de transformación en los campos del gobierno de los hombres y sus organizaciones desplegados en determinados momentos.

Por eso es dable pensar que el autor en estudio es un hombre de su tiempo que, sin embargo y gracias a su legado intelectual se proyecta en el futuro en tanto creador de pueblos y reformador social. Actividades a la recurre como pivote de instituciones del derecho, la lengua materna, la educación pública desde los niveles iniciales hasta la universidad, a las que concibe como atalayas de la civilización, ya que él mismo se consideraba un difusor de luces. Así, en el discurso de instalación de la universidad de Chile en 1843, señaló que:

El consejo de la universidad me ha encargado expresar a nombre del cuerpo nuestro profundo reconocimiento, por las distinciones y la confianza con que el supremo gobierno se ha dignado honrarnos. Debo también hacerme el intérprete del reconocimiento de la universidad por la expresión de benevolencia en que el señor ministro de instrucción pública se ha servido aludir a sus miembros. En cuanto a mí, sé demasiado que estas distinciones y esa confianza las debo mucho menos a mis aptitudes y fuerzas, que a mi antiguo celo (ésta es la solo cualidad que puedo atribuirme sin presunción), a mi antiguo celo por la difusión de las luces y de los sanos principios, y a la dedicación laboriosa con que he conseguido algunos ramos de estudio, no interrumpidos en ninguna época de mi vida, no dejados de la mano en medio de graves tareas. Siento el peso de esta confianza; conozco la extensión de las obligaciones que impone; comprendo la magnitud de los esfuerzos que exige. Responsabilidad es ésta, que abrumaría, si recayese sobre un solo individuo, una inteligencia de otro orden, y mucho mejor preparada que ha podido estar que la mía. Pero me alienta la cooperación de mis distinguidos colegas en el consejo y en el cuerpo de toda la universidad (Ob cit. Pp. 95-96).

Por cierto, entre los "ramos de estudio" a que alude en la cita Bello, la poesía fue uno de ellos. Y lo hizo con la altura necesaria. Por su parte Cardozo (1975) en su "Escolios sobre la vida y la poesía de Bello" (en Andrés Bello. Antología Distinta) acota que como prole de una familia de blancos pobres de Caracas dominada por una estructura social clasista y de castas rígidas, la familia conformada por Bartolomé Bello y Ana Antonia López, el niño:

Estudia sus primeras letras en el hogar Bello López, luego pasa a manos de Cristóbal de Quezada del Convento de Las Mercedes, quien lo inicia en los conocimientos humanísticos a la altura de sus posibilidades, y de manera específica le enseña latín, instrumento lingüístico muy fructuoso para Bello. Con la formación recibida de Quezada puede ingresar como laico en el Seminario de Santa Rosa de donde egresará con el título de Bachiller en Artes, es decir en Filosofía y Ciencias, el 14 de junio de 1800. Sus estudios posteriores de Derecho y Medicina no los concluye por falta de recursos económicos. Un síntoma notorio de la pobreza de los Bello López es el Andrés en la necesidad de trabajar desde temprana edad; ejerció la docencia privada y tuvo entre sus discípulos a Bolívar (p. 10).

Esta función docente la retoma posteriormente en su itinerario como extranjero primero en Reino Unido (Londres) y después en Santiago (Chile), pero antes en la capital venezolana desempeñará otros oficios, como bien vuelve a señalar Cardozo (ob cit):

En 1802 es incorporado a la Administración de la Capitanía General de Venezuela con el cargo de Oficial de Secretaría; en 1807 es ascendido a Comisario de Guerra. Un año después los ingleses Mateo Gallagher y Jaime Lamb, procedentes de Trinidad, instalan en la primera imprenta en Caracas, base técnica que estimula la fundación de un periódico, la Gaceta de Caracas, y Bello entra en la plantilla de los redactores (p. 10).

El albur caótico del devenir sociopolítico venezolano le depara otro destino y el adiós definitivo de la patria chica que pronto la guerra transformaría en escenario donde sólo habita el recuerdo recogido en sus primeros poemas bucólicos y églogas, el presente de luchas fratricidas, contiendas geopolíticas, destrucción e ignorancia plena, ya que la población más pobre no logra comprender y participar conscientemente en los procesos políticos y militares emancipadores; de tal suerte que si bien luego de diez años esa efervescencia decantan en la creación de nuevas repúblicas, la nueva institucionalidad republicana no va a contar con la suficiente legitimación social y una intersubjetividad necesaria para asumir la nueva condición y dedicará Bello algunos poemas llamados "cívicos", las silvas: expresión de la angustia existencial de un autor que mantuvo intacto toda su vida su pasión autonómica y anticolonial.

Cardozo (ob cit) al narrar reconstructivamente semejante proceso en la biografía de Andrés Antonio Bello López destaca que:

A raíz de los sucesos de 1810, la Junta Provisional de la hasta entonces Capitanía General de Venezuela envía varias misiones diplomáticas al extranjero. Bello forma parte, junto con Simón Bolívar y Luís López Méndez, de la destinada al Gobierno Británico. Fueron los representantes más conscientes de la oligarquía criolla –mantuanos o "grandes cacaos" en el decir popular- quienes desencadenaron el proceso de separación política de la metrópoli. Mediante sus grandes recursos pudieron adquirir no sólo una formación humanística tradicional sino además una información de las ideas más avanzadas provenientes de los pensadores franceses y del liberalismo español. Al comienzo, en las clases pobres, las ideas independentistas no fueron buen admitidas, ya por demasiada temerarias, ya por resentimientos de clases, o ya sencillamente por la dificultad de comprender una nueva concepción del mundo. ¿Cuál fue la posición de Bello ante este reciente estado de cosas? Su pasión por América hispana fue eterna, leal, y centro de casi toda su producción intelectual. Pero a pesar de su afecto por las ideas independentistas, de hecho, no participó de manera directa en la revolución latinoamericana. En Londres Andrés Bello puede terminar su formación intelectual iniciada en la pequeña villa de Caracas. Conseguirá una vasta y profunda erudición enciclopédica orientada hacia el campo de las humanidades: filosofía, historia, gramática, derecho, geografía, literatura de la antigüedad clásica, literatura europea (Pp. 10-11).

La dinámica sociopolítica en el campo de la historia de las ideas, así como de la relación entre disciplinas cuyos bordes se tocan como son la historia y la literatura encuentran en Bello uno de sus representantes más genuinos que, en primer lugar, identifica los nudos críticos del que adolecen las nuevas naciones latinoamericanas, así como los nuevos desafíos que plantea la gobernanza, siendo una de las acciones más necesarias la educación escolar formal y la cultura en general. Las obras tanto de poesía como prosa de Bello reivindican las dimensiones más salientes de las entidades geopolíticas nuevas en el escenario mundial, así como las actitudes personales de reafirmación de la identidad con un entorno de grandes potencialidades. Potencialidades que se pueden transformar en realizaciones a condición de que la educación, la paz social y el progreso a través de la ciencia y la tecnología se impongan como ejes de la gobernanza.

Bello vive en Londres, capital de Inglaterra conocida como "el motor del mundo" por su aporte desde los inicios de la modernidad a los procesos de industrialización y de las ideas liberales que sustentaron las tesis de los estados nacionales de la región latinoamericana o Hispanoamérica. En tal ambiente sociocultural consolidad su formación intelectual Andrés Bello e inicia un proyecto personal al contraer nupcias, como sostiene Cardozo (ob cit):

Funda su hogar en Londres en 1814 al casarse con María Ana Boyland. Es época de grandes penalidades económicas, sus clases particulares no aportan los suficientes recursos para llevar una vida sencillamente holgada. Enviuda. En 1824 contrae de nuevo matrimonio, esta vez con una mujer de recia personalidad y quien será firme apoyo del escritor, Isabel Antonia Dunn. Comienza a vincularse con los gobiernos de las recientes repúblicas americanas, en 1822 representará a Chile en su legación de Londres; en 1825 será el Secretario de la Legación de Colombia, en 1827 Encargado de Negocios. Dos años después abandonará definitivamente el país donde recibió la sólida formación intelectual caracterizadora de toda su labor creativa y donde se preparó y entrenó para las fecundas tareas que como hombre público y escritor le esperaban en el bello país del hemisferio austral: Chile (ob cit., p. 10).

Si Londres fue el lugar que consolida la formación intelectual de Bello, formación de sus proyectos familiares, así como también de creación de poemas trascendentales de la identidad latinoamericanas y publicaciones periódicas como fuente de difusión de las ideas independentistas y modernidad; Chile será su lugar de realización de proyectos antes sólo vertidas en el papel, como bien señala esta siguiente cita de Cardozo (ob cit) ya que describe de la siguiente manera su periplo:

 

Llegó al puerto chileno de Valparaíso el 25 de junio de 1829. De inmediato se traslada a la Capital. Vivirá en Chile el resto de sus días (p. 11). El mimo año de su llegada el Gobierno Chileno le asigna el cargo de Oficial Mayor del Ministerio de Hacienda. Cinco años después se le traslada con el mismo rango al Ministerio de Relaciones Exteriores. Milita en la política chilena y gana escaño de Senador de la República, representación mantenida desde 1837 hasta 1855. Bello trabaja por la creación de la Universidad de Chile, fundación que se decreta en 1842 y se materializa al año siguiente. Por sus méritos intelectuales y por su labor en pro de esa Casa de Estudios, el Gobierno Chileno lo designa primer Rector de esa gran Institución. La Real Academia Española lo nombra Miembro Honorario. En 1855 el Gobierno de Chile aprueba el Código Civil preparado por Bello. En 1861 la Real Academia Española lo asciende a Miembro Correspondiente. Murió el gran humanista y primer hombre moderno, Petrarca, después de haber conocido la gloria que le correspondía. Pudo paladear en vida la gratificación del pueblo la cual se dio por entero con su fructífera obra desarrollada a lo largo de sus ochenta y cuatro años de activa existencia (ob cit., Pp. 11-12).

Se entiende que las actividades intelectuales que consumirán la vida de Bello vendrán a ser: la docencia privada y la reflexión teórica sobre la educación, con lo que crea doctrina pedagógica principalmente en el campo de la educación universitaria. También el periodismo tanto en los oficios de redactor como editor, funcionario público en temas internacionales o diplomáticos, rector universitario y legislador por ser senador y redactor del Código Civil del país austral. Además de filólogo y gramático con obra consolidada, que en su fase londinense dio a conocer en 1823 sus poemas cívicos, de amplia repercusión en la teoría descolonizadora reinterpretada en los últimos tiempos cuando se ha demandado del hombre y la mujer latinoamericana transitar desde una recepción pasiva de las teorías políticas y filosóficas del llamado "Primer mundo" en desmedro de las elaboraciones propias, con lo que de acuerdo con Rojas Olaya (2021, septiembre 23) conduce a superar la necrofilia que termina por archivar al hombre, sirviendo para su domesticación y su pasiva adaptación (p. 10. Opinión).

En cambio, siguiendo a Grosfoquel (2021) la teoría descolonial plantea "la descolonización de todas las jerarquías de dominación de esta civilización y la refundación, es decir, la creación de una nueva civilización más justa e igualitaria que se sobreponga al proyecto civilizatorio en el que nos encontramos". Esa constituye una declaración que requiere contextualizarse en el sentido de que lograr una transformación en las actitudes y prácticas sociales supone desarrollar una educación de nuevo tipo, es decir, identificada con los nuevos métodos dialógicos y métodos científicos; así, según Paulo Freire (citado por Rojas Olaya, ob cit) implica en el ámbito escolar toda una "revolución curricular", pues, "sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominantes percibir las injusticias sociales en forma de crítica" (p. 10).

Bello intuyó que tal labor se podía desarrollar a través de publicaciones periódicas, fundando varias revistas tanto en Londres como en Chile que llegaron al gran público, como suele decirse y en algunas de éstas publicó textos de mucha valía literaria, estética y política porque la lectura reflexiva transforma las conciencias al formar nuevas preferencias éticas y estéticas de forma voluntaria y tono agradable, evocando paisajes o los procesos políticos-militares y sus héroes, como una forma de abordar la historia-acontecimiento y transformarlos en una forma de historia-conocimiento que inaugura un filón historiográfico nuevo, en otras palabras, una nueva forma de contar la historia del pasado reciente y cuyas consecuencias y tendencias aún se sentían entonces como realidades muy vivas.

De acuerdo con Cardozo (ob cit) la actividad literaria la inicia Bello a edad temprana como sintetiza en el siguiente párrafo:

Es en la villa colonial de Caracas donde comienza a escribir y darse a conocer como poeta. El movimiento cultural de la pequeña es muy activo, a nivel de ciertos sectores pudientes, para esos años. Se instauran las veladas musicales, en las que noveles compositores interpretan sus creaciones de música sacra o composiciones de músicos contemporáneos europeos; se crean las veladas literarias, más complejas por cuanto no sólo eran de literatura, la historia y la filosofía las materias a tratar, sino también se conspiraba. Eran núcleos educativos porque allí se difundían los conocimientos humanísticos y los nuevos nombres, escritos y teorías que llegaban, legal o clandestinamente, a la colonia más septentrional de América del Sur. Célebre era la de los Ustáriz y en ella Bella un eterno invitado, gratitud recordada en Alocución a la poesía:

"Tú en tanto en la morada de los justos/ sin duda el premio, amable Uztáriz, gozas/ debido a tus fatigas, a tu celo/ de bajos intereses desprendido;/ alma incontaminada, noble, pura, / de elevados espíritus modelo, / aun en la edad oscura/ en que el premio de honor se dispensaba/ sólo al que a precio vil su honor vendía/ y en que el rubor de la virtud, altivo/ desdén y rebelión se interpretaba. La música, la dulce poesía/ ¿son tu delicia ahora, como un día?" (Pp. 12-13).

De esa época son los poemas Al Anauco, Mis deseos, Égloga, A un samán, la oda imitación de Horacio, A la nave. También su investigación filológica "Análisis ideológico de los tiempos de la conjugación castellana". En Caracas Bello se inicia en el ejercicio del periodismo en la Gaceta de Caracas (1808) y junto con Francisco Isnardi publica el "Prospecto" de un periódico llamado "El Lucero", sustantivo que trastocado en adjetivo se impondrá a sí mismo, ya que dirá que él representa un lucero de la cultura y la educación en las nuevas repúblicas latinoamericanas. En Londres continuará esa labor de poeta, fundador y editor de publicaciones periódicas, educador y diplomático. Sostiene la fuente antes citada que:

Fue un encuentro esplendoroso, un holgorio con la cultura, su estancia en Londres. Se desarrollaron sus capacidades innatas para las diferentes disciplinas del conocimiento, las absorbe y adquiere en la capital de Inglaterra, la ciudad más cosmopolita de entonces, lo fundamental de su formación enciclopédica. La responsabilidad de todo escritor latinoamericano es siempre grande –como de todo intelectual en un país subdesarrollado, se diría hoy-; pero en el momento histórico de Bello ésta era inmensa, casi trágica, por la peculiar situación de los noveles países republicanos. De las viejas y sabias culturas indígenas quedaba muy poco en forma activa, casi nada fuera de lo arqueológico. Todo estaba por rehacer entonces en la organización cultural latinoamericana. Aquellos escritores afortunados, que habían podido adquirir una vasta formación educativa, debían volcarla hacia las antiguas colonias hispanas, volver caras al Nuevo Mundo y transformarse necesariamente en polígrafos. Ese fue el sino de casi todos los intelectuales contemporáneos de Bello, les correspondió esa hermosa parcela del destino, la reconstrucción de Hispanoamérica después de la Independencia (p. 13).

A continuación, expone estas otras consideraciones atinentes a sus empresas editoriales de alcance educativo y cultural, aunque paralelamente constituye una labor política que hubo de asumir como parte de sus responsabilidades como intelectual comprometido de su época, dice pues:

No es casual que los grandes trabajos de Bello en Londres hayan sido dos revistas. Las publicaciones periódicas son de los mejores instrumentos para difundir las ideas. En colaboración con Juan García del Río edita en 1823 su primera revista de aliento hispano americanista. Biblioteca Americana o Miscelánea de Literatura, Artes y Ciencias. En el "prospecto" de la publicación aparecen nítidamente los objetivos:

"Si es, pues, la época de transmitir a América los tesoros del ingenio y del trabajo; si lo difusión de los conocimientos es tan esencial a su gloria y prosperidad; todo el que tenga sentimientos americanos debe consagrar sus vigilias a tan santo objeto, contribuyendo a que se esparza la luz por aquel continente, brille en todos los entendimientos, e inflame los corazones; a que se refleje en nuestras instituciones sociales, se mezcle en fin con el aire mismo que respiramos"

"Nosotros, deseosos de cooperar a que se remueva de América la ignorancia, que es causa de toda esclavitud, y fuente perenne de degradación y de miseria; anhelando presentar a aquel pueblo las riquezas intelectuales de los pasados siglos para que él mismo prepare las del siglo futuro, nos hemos animado a emprender la redacción de un periódico, titulado la Biblioteca Americana" (ob cit., Pp. 13-15).

Estas largas parrafadas informan, sin embargo, de manera concisa tanto la actividad de Bello en Londres como de los elevados intereses que lo animaban en sus empresas culturales y política-ideológicas, tornándolo una figura de particular importancia en la comprensión del rol del escritor en los procesos sociopolíticos que demandan compromisos claros y tensan la relación entre la estética y la política en marcos sociales con vectores de transformación de talante emancipador, por lo que estudiar la poesía bellista depara sorpresas por demás interesantes, si se recurre a criterios más allá de las manidas formas de la crítica tradicional que informan cómo hacer una recensión, sino que se procura destacar el alcance descolonial de algunos de sus versos, principalmente en las silvas. Por cierto, que será en "Biblioteca Americana" donde verá publicada su célebre poema "Alocución a la poesía", revista financiada por la "Sociedad de Americanos" y cuyos colaboradores fueron: Agustín Gutiérrez Moreno, Pedro Creutzer, Juan García del Río y el venezolano Luís López Méndez.

Por eso Cardozo (ob ci) cierra su aproximación biográfica a don Andrés Bello en su experiencia londinense destacando que:

Continuación substancial de lo anterior fue la revista "Repertorio Americano", que apareció en octubre de 1826 y después de cuatro entregas concluye en agosto de 1827. Pero ya no es órgano de la "Sociedad de Americanos"; es obra de Bello con la colaboración de Juan García del Río, financiada por los comerciantes de libros Bossange, Barthés Y Lowell, de Londres. Escriben en "Repertorio Americano" Pablo Mendíbel, el librero y bibliógrafo Vicente Fernández Madrid, y Rafael García Goyena. En dicha publicación sale por vez primera su poema "A la agricultura de la zona tórrida". Será Chile el país que recogerá la trascendental fecundidad creativa y madura obra del escritor venezolano. Bello dedica todas sus fuerzas a esa larga franja de tierra de frente al Pacífico porque lo acogió como a un verdadero hijo. Allí su labor puede decirse que se orienta a tres grandes objetivos: la educación, la creación literaria y humanística en general, y la organización de ese bello territorio sureño. Buena parte de su obra escrita en Chile salió en las páginas de "El Araucano", semanario de Santiago del cual fue Bello el principal redactor; había sido fundado en 1830 y el humanista permanecerá activamente en él hasta agosto de 1853. Es innecesario insistir en que el resto –esto es, la mayor parte- de su obra fue publicada en Chile, y no solamente en vida del humanista; muchos fueron escritos póstumamente dados a conocer por sus amigos y discípulos (P. 15-16).

Grases (1981) cuenta que en un viaje que hizo a Chile con su familia hacia 1943 encontró en Santiago las obras completas de Andrés Bello adornado en rústico cierto puesto de lo que en Venezuela se conoce como de libros usados y en otras partes de segunda mano o de a viejos, a quien no conocía sino en pequeños folletos editados por el ministerio de educación en Venezuela, lo que confirma lo señalado en la cita anterior acerca de que fueron amigos y discípulos chilenos quienes primero se ocuparon de editar su obra, que comprende prosa y poesía. Luego en Venezuela se publicarán también en 1956 sus obras completas, con lo que se ampliaría la circulación y acceso al trabajo intelectual, así como a la naturaleza de las ideas propugnadas.

V

Consideraciones finales

La llamada poesía cívica de don Andrés Bello comprende sus dos conocidas silvas ("Alocución a la poesía" y "Silva a la agricultura de la zona tórrida") de su época londinense (editadas en publicaciones periódicas respectivamente1823 y 1826, respectivamente), composiciones líricas donde sintetiza de manera extraordinaria la visión del mundo de la vida que si bien constriñe al hombre y la mujer a una circunstancia, por sus determinantes contingentes de tiempo y lugar, también obligan a tomar una particular "posición antrópica", esto es, plantar cara frente a las realizaciones humanas, su validez ética, estética y política o no y enunciar, a su vez, los desafíos del presente y el futuro en función de transformar las líneas dominantes en las relaciones de poder, generalmente asimétricas, por otras de un alcance más elevado en atención al reconocimiento a la inalienable dignidad humana, como se puede advertir en la octava estrofa de "Alocución a la poesía" de acuerdo con la "Antología de Andrés Bello", selección de Grases (1954):

Tiempo vendrá cuando de ti inspirado/ algún Marón americano, ¡oh, diosa! / también las mieses, los rebaños cante, / el rico suelo al hombre avasallado, / y las dádivas mil con la zona/ de Febo amada al labrador corona; / donde cándida miel llevan las cañas, / donde tremola el algodón su nieve, / y el ananás sazona su ambrosía; / de sus racimos la variada copia/ rinde al palmar, da azucarados globos / el zapotillo, su manteca ofrece / la verde palta, da el añil su tinta, / bajo su dulce carga desfallece / el banano, el café el aroma acendra / de sus albos jazmines, y el cacao / cuaja en urnas de púrpura su almendra (p. 30)

Combatió Bello con las armas de que dispuso y en su "Alocución …" da cuenta de la dotación de que se proveyó harto dispuesto a concretar lo que suele llamarse la independencia cultural que aún faltaba a la nuevas naciones americanas, ya que sin desmeritar la primera de tipo política y militar, ésta también se torna muy ardua y toca un ámbito recóndito: la conciencia, cuyos flujos se manifiestan en las obras del espíritu, nuevas instituciones y una subjetividad que legitima la praxiología republicana. Es decir, las estructuras lógicas en que se actúa ya no como súbditos de la monarquía, sino como ciudadanos libres y cuyo alcance lo define la propia acción en atención a un fin o meta con determinados medios, en una estructura de acción valiosa que, este caso por medio de la educación y la cultura, individuos y colectividades puedan lograr una convivencia sana y productiva; de acuerdo a una escala de valores cuyo vértice es la vida en libertad, siendo los medios concretos del progreso la educación y el trabajo, aunque no menos importantes vienen a ser en el anterior sentido, la ciencia, la tecnología y la industria que potencian el mejor aprovechamiento del suelo y sus recursos. Una línea de pensamiento de la modernidad hoy puesta en dudas, dada la precariedad de la gestión antrópica avasallante que ha puesto en peligro la existencia de la especie humana misma; de hecho, activista ecológica hablan de que esta constituye "Una verdad incómoda" (Gore, 2009) y que "La tierra está juego" (Gore, 1993).

Nuestro autor fue revolucionario ayer como hoy y siendo una de las cabezas mejor amuebladas de su época, se sirvió de las formas literarias clásicas con fines de reivindicar con una nueva el conjunto social y natural perenne del trópico y a veces subestimado por quienes se adhieren al positivismo ingenuo y de segunda de que se han servido los planificadores y ejecutores de las políticas de los estados liberales que fueron emergiendo de la gesta emancipadora, sostiene al respecto Paz Castillo (1964) que:

Bello pertenece, así lo anota, con atinada prudencia, Pedro Grases –excelente bellista- a la generación de la Independencia. Y con ello a la tradición cultural de la América Hispana: la influencia latina, primero transmitida por clásicos y neoclásicos, y luego tomada en la propia fuente. Cultura enriquecida, de una parte por la frecuencia de los autores griegos; y singularmente, para la época de su infancia, por el influjo enciclopedista, en el cual ya en gérmenes del futuro Romanticismo, tema generosamente tratado, en cuanto a Bello se refiere, por el acucioso Profesor Edoardo Crema. Pero, en verdad, tiene razón Uslar Pietri cuando puntualiza la época en que Bello: "Llega al Londres –dice- de 1810 que era una de las capitales del romanticismo europeo. Dos años después de su llegada ocurre la gran sacudida provocada por la publicación de Childe Harold de Lord Byron". Y observa a renglón seguido, pero conviene destacar por su mucha importancia, que "con inteligente curiosidad debió seguir Bello aquella pugna entre los representantes de las viejas reglas y los audaces innovadores. Ese conflicto que se prosigue en Europa por el resto de su vida, tampoco llega a apagarse por entero en su alma. Como entre dos polos, igualmente poderosos, su gusto va a trazar su "vago curso" entre la admiración por las irreprochables perfecciones de los grandes clásicos y el don creador de los románticos. Como el divagante curso de un río que se enriquece constantemente de nuevos afluentes, el gusto de Bello no deja de oscilar a los latidos de su vida entre esos dos polos" (Pp. 13-14).

La tradición literaria en que inicialmente se inscribe Andrés Bello como señala la cita anterior permite comprender la producción poética que se analiza en este aparte, primero las fuentes clásicas griegas y latinas, a la accede de manera directa por el dominio de tales lenguas desde su infancia caraqueña; luego incorpora otras tradiciones, entre las que destaca el romanticismo por la vía de la cultura anglosajona, pero manteniendo un equilibro y ejercer de "crítico y moralista", esto es aproximarse a la comprensión del drama humano en las circunstancias del arco existencial de su época, de la que es una de las más altas figuras literarias, así lo señala de nuevo Paz Castillo (ob cit) cuando acota que: "Un rasgo característico de su fisonomía intelectual, de su espíritu y de su posición ecuánime de crítico y moralista", al modo de Cicerón, uno de sus maestros, de quien "saca provecho para orientar su inteligencia por el camino que se ha propuesto recorrer" (p. 18).

Por otra parte, la lectura detenida de su "Alocución a la poesía" permite advertir referencias a la mitología greco-latina que ha dado lugar inclusive a glosarios específicos y ha dado lugar a la ubicación entre los neoclásicos, llegando a ser parte del arte de la memoria, según Ramírez- Rivas (2019).

En "Filosofía del Entendimiento" (documento insertado en la Antología de Andrés Bello en Grases, 1970), su capítulo XVI lo tituló Bello "De las ideas-signos", allí el humanista estudia en detalle muchos aspectos lingüísticos en opinión de quien esto escribe. Por ejemplo, el asunto de las representaciones mentales de los objetos y la reacción del lector quien "… las reviste de las formas, dimensiones y colores determinados que constituyen la individualidad" (p. 113). Con ello parece aludir también el fenómeno de las representaciones mentales de objetos traducidos en morfemas y fonemas, además de las relaciones espacio-temporales, de tal manera que la representación virtual de la realidad percibida en un movimiento que va de la impresión de los sentidos a la consciencia, entendida ésta como facultad de juzgar y reflexionar; todo ello "producto", y se cita textualmente a Bello (en Grases, ob cit) " … de las afecciones con que el alma se percibe a sí misma y las afecciones de los sentidos que le representan los objetos externos" (p. 115).

En esa línea argumentativa, ya se ha dicho de Bello que es partidario de la claridad y sencillez en la exposición de cualquier tema o asunto, con ello contribuye el escritor o hablante y en general el emisor con la mayor comprensión de los contenidos que se ofrecen al lector o interlocutor; por eso en el documento ya indicado ha dejado sentado que:

Las ideas son la moneda, digámoslo así, del entendimiento; y las palabras son como una especie de papel moneda, que no vale, sino porque en el entendimiento hay algo que corresponde a ellas, y que es representado por ellas. Los raciocinios que hacemos operando sobre signos vocales suponen, pues, un raciocinio que se ejecuta operando sobre ideas" (ob cit., p. 126).

La cita anterior, elocuente de por sí, se puede considerar la conclusión aproximada sobre la cuestión abordada en este texto. En otras palabras, la actualidad de los aportes de don Andrés Bello a los estudios lingüísticos.

Referencias

Cardozo, L. (1975): "Escolios sobre la vida y la poesía de Bello". Antología Distinta. Monte Ávila Editores. Caracas.

Cartagena, N. (2014). "El aporte de don Andrés Bello a la lingüística y filología modernas". Documento en línea, disponible en http://www.scielo.cl>scielo, consulta 31 de octubre de 2021.

Farías, C (2015): Poesía y tradición anticolonial y anti-imperialista en los procesos culturales de Venezuela, Centroamérica y el Caribe. Tesis presentada en la Universidad de Carabobo, Venezuela, para optar al grado de Doctor en Estudios Culturales. Documento disponible en línea http://mriu.bc.uc.ed.ve>handle

Gore, A. (1993). La tierra está en juego. Documento en línea. Disponible en http://dialnet. Es PDF Consulta 14 de octubre de 2021.

Gore, A (2009). Una vedad incómoda. Documento en línea. Disponible en http://dialnet.unirioja.es >art…PDF Consulta 14 de octubre de 2021.

Grases, P. (1981): "Rafael Caldera (1916-)". En Maestros y Amigos. Obras 7. Ediciones Seix Barral. Caracas-Barcelona-México.

Grases, P. (1970). Antología de Andrés Bello. (Selección, prólogo y notas de Pedro Grases). Editorial Kapelusz venezolana. Caracas.

Grosfoquel (2021, 11, 10): ¿Qué es la teoría decolonial?, Entrevista al profesor Ramón Grosfoquel. Documento en línea. Disponible en: http://ajustament.barcelona.cat>en. Consulta 12 de octubre de 2021

Leep, I. (1999): la "La comunicación de las existencias". Documento en línea. Disponible en http://www.bivirtual.ucab.edu.bo> … Consulta 12 de octubre de 2021.

Ramirez-Vivas, M. A. (2019). "El paisaje épico de la Alocución a la poesía desde el arte de la memoria". Documento en línea, disponible en Procesos históricos: revista de historia, arte y ciencias sociales. ISSN-e 1690-4818, N° 35, 2019, págs. 47-63. Disponible en http://dialnet.unirioje.es>artiuclo

Paz Castillo, F. (1964). "Andrés Bello". Reflexiones de Atardecer. Ediciones del Ministerio de Educación. Biblioteca Venezolana de Cultura. Caracas.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

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