Cuento o razón

El tiempo pasa raudo y la vida se acorta

El clima pintó la tela blanca de las nubes con unos trazos oscuros que significaban lluvia. Las plantas al parecer sonreían con la pintura de este cuadro celestial. Las aves y sobre todo las guacharacas, entonaban la canción de la esperanza que representa el chubasco para éllas y para el campesino.

El periodista Juancho Marcano con su inseparable compañero, el perro Pipo, había llegado temprano al conuco y una vez que intercambió saludos y palabras con la mata de mango, la cual le señaló que no tenía ninguna novedad, se dispuso a limpiar las matas de berenjenas y ají para luego regarlas con un poco de agua y rogando que la regadera del cielo abriera sus llaves para que el líquido milagroso del firmamento diera de beber al sembradío y éste agradeciera el gesto, brindando flores y frutas.

En estos tiempos los conucos de la Tacarigua de Margarita, lucen estériles, pues hay muy pocas frutas y por tanto no hay ni siquiera mangos que mitigan el hambre no solo de las aves frutíferas, sino también del hombre que no ha entendido que lo mejor es sembrar un árbol y si es frutal mejor, pues así tendrán que comer las presentes y futuras generaciones, en vista de como se ha venido presentando la situación y la que vendrá en el futuro.

El periodista Juancho Marcano pensaba sobre lo anterior y como ya Pipo había llegado de hacer su recorrido acostumbrado por los alrededores del conuco, le dijo: "Te digo, Pipo, que en los actuales momentos el tiempo es una brisa que pasa veloz y acorta el camino de la vida, por tanto hay que vivir el momento, independientemente sea bueno o sea malo, pues a veces no depende de uno ciertas situaciones que hacen que la vida, no sea como tú la pienses, sino que es de otra manera y hay que conformarse con lo que hay, como decía mi abuelo Teodoro".

El perro Pipo, al escuchar estas palabras del periodista Juancho Marcano y viendo que deseaba entrar en temas profundos y nostálgicos, no siguió la corriente, sino que se puso a colaborar con el periodista para regar las matas e influyéndole ánimos que la lluvia llegaría y la cosecha sería abundante. El periodista lo escuchó, sonrió y lo abrazó.



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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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