Agradeciendo la vida perdurable de Aquiles Nazoa

Son estas breves líneas un justo y personalísimo reconocimiento para un ser humano revelador de la hermosura presente en las cosas más sencillas.

No se trata de arrimar retórica al inmenso legado que desde la humanidad de Aquiles Nazoa aún germina frutos para las coyunturas dolorosas donde más urgen la esperanza y la insistencia creadora del pueblo humilde.

No querré adornar los colores ya presentes en el trovar, en el cantar, en el humorado verso del poeta y humorista Aquiles. Hace años en mí retumba el Credo de Nazoa como opción de vida que me nutre de afectos y señala sendas por donde es vital avanzar como matria.

Ahora sé que la venezolanidad no nada más radica en lo que nos legaron quienes nos antecedieron forjando identidades con su bendita porfía en querer ser soberanos, dignos pese al destino de oprobios que unos poquitos vendidos y grises quisieron imponernos.

En ese polícromo y reverberante cúmulo de maravillas y dulces creaciones también se asoman como primordios vegetales, en esto de asir la venezolanidad, las luchas que nos empinarán a las inéditas insistencias porvenir, a las más luminosas pinceladas capaces de revelarnos dignos y abrazando un mundo donde quepan muchos mundos. La lucha que libramos nos define.

Hemos de luchar no nada más para la resistencia sino para ser como voces plurales, como cuerpos danzantes gozosos en la entrega de nuestra latencia, nuestro aroma de poblada tejida de sueños y vuelos porvenir. Indómito ser labrado de duras lecciones.

En esa insistencia a la que hemos destinado la más ardorosa nitidez de nuestros anhelos libertarios se adosa como tejido, como hilos entreverados la eco-militancia que no es más, así lo creo con fervor, que la argumentada y sensible esperanza de mutar la dolorosa herida que la desesperanza conocida como Modernidad asestó sobre las aguas, los suelos, los mares, bosques, hombres y mujeres de nuestro sobrecalentado planeta.

Y esta manera de creer y crear desde la salvaguarda de lo vivo a "la tribu de los vivos" donde nos encontramos inmersos encuentra en el fraseo (más que poético) de "vida perdurable" del poeta Aquiles Nazoa el ímpetu necesario para alzar su puño en alto y decir desde nuestra venezolanidad al mundo arrinconado que podemos y debemos trovar las siembras que vendrán desde lo que sentimos debe ser perdurable: la vida toda.

Por ello escribo estas palabras en agradecimiento a este húmedo insumo, bonito gesto del poeta risueño porque urge y convoca a zafarnos de aturdimientos en nada nuestros para despuntar como alba las verdades que el pueblo campesino, el pueblo pescador con toda la violencia arrinconándoles en su existencia aún han sabido ondear sin que en nuestras urbes de taquicardia, la más de las veces sepamos escuchar sus colores, saberles en su canto de siglos.

En Nazoa encontré la textura pulida de la poética para no morir de tecnocracia y luto burócrata. En Aquiles hallé gesta de palabra hecha acción, pan, canto, compromiso y labor cotidiana para que la ecología no sólo sea accionar de academicistas y taxónomos de la naturaleza.

Una proeza, lo siento así, creer en esto como desafío alcanzable para iluminar de sentido y plenitud la aspiración por no morir de consumo y mercantilización, para no perpetuar desconexiones de la orgánica que somos hace rato tabicada y jerarquizada en instancias que aturden de sinsentido.

Poblarse de sencillez y detalle para poder ser humildes ante la creación vital, lograr ensanchar la maravilla de la perdurabilidad por encima de fragmentaciones, sequías, incertidumbres, extinciones, deshielos y llantos.

Aquiles permea la coordenada terca de insistir sin desmayo en poéticas donde afloren las potencias más nobles de nuestra humanidad. Creer en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable me revelan asombrado y sensible que en Aquiles Nazoa se dibuja la ética bolivariana de darnos la digna vida posible que el estertor bituminoso del petróleo y la alienación yanqui han postergado.

Creo en esto como energía que moviliza y religa mis decires y haceres, como convicción de clara luz que en medio de oscuranas atrae certezas para triunfar en defensa de la vida.

Semilla de luz, curva de agua, huella y ala de libélula esta potencia creadora inextinguible, indómita e innegociable que del pálido papel desenrolla sus sueños para broncear con sudores su andar por este diverso mundo.

Gracias amoroso Aquiles por tu palabra caminante que siempre renace.



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