Del país profundo: Petra Rafaela González, primera capataz de Yare

Llego a San Francisco de Yare y me sumerjo en los actos de adoración al Santísimo Sacramento el noveno jueves después del Jueves Santo. Es la fiesta de mayor relevancia en el lugar y la comunidad participa adornando las calles con flores y altares, la Bolívar, la Rivas, la Lander, la Miranda, son algunas de las más destacadas, así como los sectores El Estadio, El Paují, El Arbolito, Las Piñas que deben recorrer los Diablos Danzantes ese día. En vísperas a la celebración salen desde El Empedrado hasta la Cruz de El Calvario donde se hace largo el velorio entre cantos de décimas. En la fecha convenida de la cita religiosa por el misterio eucarístico, la jerarquía de los danzantes impone el orden con sus capataces y sus arreadores entre cientos de diablos rasos y de promeseros. Los rostros se ocultan tras el velo y la máscara y simbolizando el triunfo del bien sobre el mal, esperan en la puerta de la iglesia la aparición de los rayos, los espejos y la cruz de la sagrada forma de la custodia donde se oculta el cuerpo de Cristo.

Es día de Corpus, día de la fiesta grande. Se hace mágico el ambiente lleno de máscaras diferentes y con una nube de color rojo apretada entre las vestimentas. Los cajeros no descansan tocando su tambor y se mueve el oleaje de los promeseros con sus pasos en forma de cruz. Todos retroceden ante el Santísimo. Se rinde la suma de guerreros y una mujer que se interpone entre los ruegos y el baile nos regala su testimonio:

“Yo soy Petra Rafaela González, la primera capataz de los Diablos de San Francisco de Yare y estoy en la Sociedad desde toda la vida. Soy capataz por promesa, soy promesera por una enfermedad que a mí me dio y que llaman el tifus hemorrágico, con fiebre y derrame de sangre, fue cuando vino otra capataz llamada María Monasterios y como me vio tan grave me ofreció al Santísimo Sacramento y el Santísimo me ayudó. Me ayudó Nuestro Señor Jesucristo y después de eso no me he enfermado más. Las mujeres en esa época bailaban con sus máscaras y eran promeseras, ahora no, ahora se visten con una falda roja y una cota blanca y la única que tiene derecho a vestirse toda de rojo soy yo y ellas de rojo y blanco, pero ellas no pueden bailar si nosotros los capataces no le damos permiso. Oramos con el Santísimo y él concede lo que le pidan. Eso es grande. Cuando uno llega a la puerta de la iglesia con el Santísimo a uno se le eriza el cuerpo y lo que provoca es llorar por el sentimiento de lo que está pasando con uno. El padre hace la ceremonia y lo dejamos allí. Todos bailamos en los diferentes altares que se han hecho por promesa y mientras más años pasan más promeseros salen. La caja dice como es el baile, bailamos para atrás cuando salimos de la iglesia, siempre de espaldas, dándole el frente al Santísimo ¡Máscara abajo! Que es cuando vamos a bailar. De mi familia los que pertenecían a esto ya se han muerto todos. Estoy yo sola en el mundo con mis dos hijos y llevamos cruces en el pecho, de lado y en la espalda porque es parte de la protección del Santísimo Sacramento, así como llevamos collares para protegernos de las cosas malas…”

Petra Rafaela González había nacido en ese lugar el 24 de octubre de 1915 y fallece a los 98 años el 11 de marzo de 2014. Hizo fama como capataz y por orden de protocolo en la Sociedad del Santísimo es substituida por Isabel Palma como Primera Capataz, le siguen Francisca Palma como Segunda Capataz y Juana Ginez como Tercera Capataz. Ellas tienen la responsabilidad de organizar la participación de los niños en la celebración del día de Corpus y acompañar la entrada a los altares en distintas calles y vecindarios de la población. Petra Rafaela González tendría 24 años cuando se inició como promesera en San Francisco de Yare en 1939. Hasta el día de su muerte, durante 75 años fue devota y fiel seguidora del Santísimo.

“Yo era una mujer adulta cuando empecé a pagar promesa, porque yo soy de aquí, pero me crié en Caracas. Yo soy de cuando Juan Vicente Gómez gobernaba y conocí a Gómez, Gómez se murió y aquí sigo yo. Me tenían en Caracas secuestrada y trabajando muchísimo, yo me acuerdo que me pegaban, que me daban patadas, porque cuando Gómez la cuestión era muy mala, le templaban a uno los cabellos, la jalaban para un lado y para otro y lo que hice fue llevar golpes trabajando en las casas de Caracas. Yo conocí a Caracas cuando Caracas tenía calles de tierra y no había carros, había caballos con carretas pegadas y lo más bonito era Miraflores. No había aceras y yo me terminé de criar en la esquina de Boleros que sí tenía una acera alta. Gómez murió en el año 1935 y después que murió yo regresé a Yare un 24 de diciembre de 1936 y en el año 1939 me dio el tifus hemorrágico y me ofrecieron al Santísimo. Había más creencia que ahora…”

Petra Rafaela González, capataz de los Diablos de San Francisco de Yare. Estado Miranda. 2006
Credito: Rafael Salvatore




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Benito Irady

Escritor y estudioso de las tradiciones populares. Actualmente representa a Venezuela ante la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y preside la Fundación Centro de la Diversidad Cultural con sede en Caracas.

 irady.j@gmail.com

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