Volver después de vivir un siglo

Violetas por el mundo

Violeta Parra supo trascender como mujer y artista entre las adversidades de la pobreza
Los rasgos que surcan su rostro denotan la ascendencia indígena de Violeta Parra, cantautora  chilena, de procedencia humilde,  que a pesar de las dificultades que vivió pudo sacar fuerzas para conquistar un espacio humano, poético y esencial, que definió su obra  y trascendió las fronteras de su país para ser reconocida a nivel mundial.

Pero las adversidades experimentadas en vida no fueron más poderosas que el valor que demostró como mujer y artista, debatiéndose en cualquier escenario con el objetivo de sobrevivir en un mundo injusto, esquivo, que estima relaciones vacuas en pos de alcanzar estadios de poder y egoísmo.

En 2017,  al cumplirse el centenario de su nacimiento, es evidente que Violeta Parra se creció como ser humano y puso sobre el tapete la importancia de un(a) artista en la sociedad, procediendo a rescatar  del olvido y de otras manifestaciones de la exclusión, la música folklórica chilena; expresión autógena que  buscó, investigó,  recopiló,  cantó,  publicó, y en fin la dio a conocer como afirmación de  lo más auténtico en la música de su país.

Sin embargo, el legado de esta artista va mucho más allá. En este contexto se cultivó y proyectó como compositora e intérprete, materiales del que dejó escrito un amplio repertorio que en el transcurrir de los años ha sido compartido con diversos artistas de talla internacional.
Al comienzo la canción

Como toda historia que se identifica con las poblaciones pobres de Latinoamérica, la de Violeta Parra describe los sinsabores de una vida signada por la carencia. Sus biógrafos no acuerdan si fue en la provincia de San Fabián de Alico o San Carlos donde nació un  cuatro de octubre de 1917, lo cierto es que su infancia transcurrió en el campo.

No obstante,  su talento lo fue dando a demostrar imitando las representaciones circenses que llegaban cada cierta temporada a su pueblo,  y de estas experiencias derivó un talante precoz que se asegura  empezó a manifestarse cuando comienza a tocar la guitarra a los nueve años, mientras que a los 12 se dice que ya compone sus primeras canciones.

La situación familiar con un padre enfermo y una madre que apenas podía trabajar motivó a los hijos  a cantar en cualquier escenario, bien en restaurantes, calles, circos, trenes. Había que generar recursos para la manutención de la familia, y así fue modelándose una vida que enfrentaba las adversidades y premiaba la música, las canciones, la poesía, la pintura, la escultura, el tejido y el bordaje.

Gracias a la vida

En 1935  después de la muerte del padre, la familia viajó a Santiago con el propósito de instalarse y comenzar una nueva vida. En 1937 Violeta inició su carrera artística interpretando boleros, corridos, cuecas, rancheras y tonadas. Se casa y tiene hijos. Y en 1950 inicia una labor de recopilación de tradiciones musicales por todo el país,  investigación que le deparará grandes hallazgos, lo cual se resume  en más de tres mil canciones reunidas en el libro Cantos folclóricos chilenos y sus primeros discos en solitario.

Los años 50 significan el desarrollo de una carrera vertiginosa, compone y graba, participa en la radio y gana el Premio Caupolicán como mejor folklorista, lo cual le abrió paso hacia el festival juvenil en Varsovia, Polonia. De allí cruzó a la Unión Soviética y a París. Al regresar a Chile en 1957 graba consecutivamente cuatro discos, a saber Canto y guitarra (1957), Acompañada de guitarra (1958), La tonada y La cueca (los dos últimos de 1959) Toda Violeta Parra (1960). Además, su actividad artística se diversificó: trabajó en cerámicas, pinturas al óleo y arpilleras.
En 1961 viajó a Argentina, y de allí  embarcó rumbo a Helsinki (Finlandia) para participar en el VIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Después, recorrió la Unión Soviética, Alemania, Italia y Francia, donde se instaló en París.  En 1964 se convierte en la primera latinoamericana en exponer individualmente sus arpilleras en el Museo del Louvre, en una muestra titulada "Tapices de Violeta Parra". La televisión suiza filmó el documental Violeta Parra, bordadora chilena,

Conoce al antropólogo y musicólogo suizo Gilbert Favre, con el que vivió en Ginebra. Se mueve entre  Francia y Suiza. En junio de 1965 regresó a Chile e instaló una gran carpa con miras a difundir desde allí la cultura folclórica. Pero no tiene éxito. Lanzado en 1966 y grabado junto con sus hijos y Alberto Zapicán, el disco Las últimas composiciones incluye  Gracias a la vida y Volver a los 17. Violeta Parra se suicidó a los 49 años en su carpa de La Reina a las 17:40 del cinco de febrero de 1967.


altosdesucre@gmail.com



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