Del país profundo: Jesús Ávila en Nochebuena, "Yo convertido en pájaro"

En la madrugada de su fallecimiento, Jesús Ávila estuvo a un paso de cumplir 82 años. Agricultor, pescador, obrero, mecánico, músico, compositor, cantador de fama en su tiempo de vida del artista que sumó seis décadas, más de 200 canciones de su autoría y decenas de temas de otros creadores a los que interpretó con especial admiración (José Alfredo Jiménez, Chabuca Granda, Francisco Céspedes o el Trío Los Panchos).

Jesús Ávila no es sólo la canción venezolana, pues América Latina y El Caribe han sido referencia constante en su repertorio, y esta rica variedad de sus interpretaciones, además de su apego a la isla natal de Margarita lo hizo muy distinto a otros artistas de su generación.

Llegamos a su casa del sector La Faja de Los Robles para realizar una entrevista que luego difundimos en televisión y como en otros momentos, allí estaba su inseparable esposa Isabel y su camioneta Chevrolet azul 1949 que se trajo desde La Guaira, ocupando la mitad del patio de aquella vivienda donde la amapola, la sábila, la altamisa, el piñón, la libertadora, el cadillo e’ perro, el anís, el aranto o el cundeamor se convirtieron en especies de constante permanencia a favor de su bienestar. No se trata simplemente de un artista más de Venezuela, es el caso de uno de los grandes compositores que como intérprete y autor de tantas canciones tiene el reconocimiento amplio de todos los que han estudiado el desarrollo del cancionero popular venezolano. Temas tan conocidos como Viejo Caminito, El Yaurero, Rumbo a Oriente, El Mar, El Guanaguanare, Elegía a Margarita, El Gallo de Pascualita, demuestran esa extraordinaria virtud de Jesús Ávila.

Aspirábamos a otro encuentro para adelantar nuevos planes, pero él intuía la sorpresa, “la vida no tiene precio en la vida”, nos repitió muchas veces. Nos seguíamos comunicando semana tras semana a través de largas conversaciones telefónicas, la de viejos amigos, por supuesto, donde él siempre me sorprendía con la improvisación de sus versos. La última vez que hablamos fue un día antes de su ingreso al quirófano de un centro de salud en Margarita y dos días después el golpe de un látigo a las 4 de la madrugada de aquel sábado en contra. Su hijo “Chuito” al teléfono me lo repetía “Jesús no aguantó, murió a las 3 de la mañana”. Era un día enteramente lleno de espinas aquel 14 de julio en el que yo pude escuchar de nuevo la música de sus silbidos.

Había nacido un 27 de agosto de 1930. Sigue ahora una parte de aquella entrevista donde me habla de su infancia y su juventud, de la abuela Pascualita y la canción que le compuso a su amor Isabelita y cómo imaginariamente llegó a ser guanaguanare para entregarle una carta en nochebuena, y lo que puede resultar inédito para muchos, cómo tan cerca de la muerte creó la canción 201, "Cinco Granos de Maíz" inspirado en la vida del Presidente Hugo Chávez Frías.

Jesús, tú fuiste pescador desde niño, pero primero fuiste agricultor, ¿cómo se conjugan en tu memoria esos recuerdos?

Los peones iban en cuatro, cinco líneas haciendo huequitos en la tierra, entonces yo iba tras esos peones, así como mucha gente más, tapando los huecos, tapando las semillas, y así sucesivamente hasta llegar al final del camino. Siempre trabajé en el conuco, en un hato que llamábamos Mundo Nuevo que todavía está allí, ese hato tiene su construcción, una casa arriba en el cerro y a veces iba con mi azadón también, labrando la tierra y como dicen en el mar, como pescador bogando remo, levantándose uno en la madrugada, a las tres de la madrugada para ir a elevar nasa por estos mares, elevando nasa, bogando remo. Bogando remo, viendo aquella pesca. Yo trabajaba todo el tiempo en el remo de boga, en un botecito que se llamaba “El Mío” propiedad de mi tío Eulogio Ávila. Yo andaba en alpargatas, un pantaloncito de esos cortos, una camisita toda remendada, bueno, mira Benito por eso te digo que la pobreza es una cosa grandísima en lo de nosotros, la pobreza es una caja de riqueza, de inquietudes acumuladas que se desarrollan cuando ya uno es mayor, no digo mayor viejo ¡no! Si no, que cuando se es joven se va desarrollando. Esos caminos los trafiqué yo, de pescador, de conuquero, sembrando, haciendo el hoyo para sembrar el maíz, el frijol, la caraota, malojo, todo eso, emanado por la naturaleza, por el monte.

DE MONTE Y MAR

Yo soy un montesino, no apellido Montesinos, soy un montesco, una cosa de aquí que nació del monte del vientre de una pobre mujer bien pobre. Entonces la pesca la conozco yo en su raigambre, la conozco toda, pescando carite, pescando, atarrayando la sardina, la pesca con un botecito, con una velita ¡y vámonos!... vámonos a Porlamar a vender pescado. Una mara llena de pescado, de corocoro, negrete, cacharro, cachicato, vamos a venderla en Porlamar por cuatro bolos o tres, una mara llena de pescado, después de allí, después de haber vendido ese pescado, otra vez pa' Pampatar y eso era boga que boga Jesús Ávila, y aquella sed mi hermano, boga que boga. Cuando se atravesaba la cabeza de aquí del Morro, yo decía ¡Cónchale cuando pasaremos nosotros esa marea! Y dale y dale. Cuando llegábamos allá a la cabeza del Morro, yo veía hacia Moreno, veía lejos. Yo decía con aquella sed mi hermano ¿cuándo llegaremos nosotros allí?. Yo me desvanecía también muchas veces y el patrón tenía que coger el remo, porque el agua que llevábamos de uso, se acababa, y seguíamos con aquella hambre mi hermano. Dígalo allí patrón... ¿qué mas Benito?

¿Y las mujeres Jesús, aquella abuela Pascualita, aquella madre Dolores y esta incansable esposa que está aquí con nosotros, la bella Isabelita?

Yo trascendí en el fuego del amor, de la esperanza, de la poesía, en aquel tiempo donde el trabajo era la creatividad, donde el hombre desarrollaba su talento. Ahí nací, del seno de una mujer llamada Dolores Ávila, mi madre, trabajadora, vendedora de arepas, noche y día, en la molienda del maíz. Yo no me explico cómo mi madre y las madres de aquel tiempo, no me explico, cómo criaban a esos hijos con puro esfuerzo, vendiendo arepas, vendiendo pescado. No me explico por qué las madres de antes tenían ocho hijos, nueve hijos, diez hijos, once hijos. Las mujeres de ahora tienen dos o tres y eso de lavativa. Entonces yo trascendí allí, bajo esa pobreza. A los nueve años me llevaron a pescar, fue con mi tío Eulogio, esos botes lo llamaban culo e' popa. Ahí empecé a pescar como te dije, bogando remos, boga, boga, boga, remos. Esa es una historia larga de contar. Veníamos para Los Robles con una sarta de pescado a la casa de Pascualita, la abuela mía que tanto quise y a la que le dediqué aquella canción El Gallo de Pascualita, entonces ¿cuál era la comida de antes? Un pedacito de arepa y un pocillo de café negro, y a veces un pescaíto. Y allí buscando leña mi hermano en esos montes, familiarizado y hermanado con el monte, con la arboleda, con el arbusto. Y allí sintiendo cuando viene la lluvia, oyendo el sonar de la quebrada con su sonido musical. Y eso con los animales, con los pájaros. Parece mentira, pero en esa infancia mía, fui un gran conocedor de aquel trayecto de la vegetación, de allí viene esa inspiración poética, ese amor por la música, la poesía.
 
TAMBIÉN DE AIRE

A los trece años salí de Margarita a buscar trabajo en otra parte, al Litoral Central. Allí trabajé de pico y pala en la autopista Caracas La Guaira, abriendo zanjas y echando los puentes de la autopista. Trabaja y trabaja, pico y pala. Otras veces, trabajando en la carretera de Los Caracas barriendo las calles. Todo eso se va acumulando en el sentir de la vida, en el transcurso de la vida y eso se va acumulando en el trabajo creador del hombre y de la mujer. Y ahí pasa trabajo, pasa trabajo, dando serenatas con mi guitarra en Caracas, en La Guaira, en todas partes, ¿sabes por cuánto se daba una serenata en Caracas de noche?. 80 bolívares para un trío o un dúo. Y de allí vine para la aviación, la línea aérea Taca de Venezuela. Yo vivía en el barrio de Montesano y bajé al aeropuerto en busca de trabajo. A la puerta de la Taca le pregunté al jefe de personal, ¿no hay trabajo por aquí para mí? ¿qué sabes hacer tú? Yo no sé hacer nada. Me dieron un trapo y un tobo para limpiar bien. Limpia aviones, limpia aviones, limpia aviones. De limpiador, de caminero, de ayudante de mecánica, después fui mecánico de motores. De ahí, el jefe de personal era un italiano le gustaba mucho regañar, nos agarramos. El italiano y yo nos agarramos. Me botaron, busqué mi guitarra y me fui a recorrer toda Venezuela, cantando en las emisoras, la historia sigue, pero mejor sigue tú con las preguntas Benito.

Vamos a hablar entonces de Isabelita, y de esa canción tan famosa, El Guanaguanare. ¿Te parece?


El Guanaguanare es un pájaro de mar, tiene el pecho blanco y sus alas negras, tiene pata de palo para nadar libremente y es un pájaro pescador. Cuando el alcatraz se zumba a coger la sardina, se zambulle y sale con el buche lleno se sardinas, entonces viene el guanaguanare que está posado sobre la flor del árbol y vuela y se le encarama en el pescuezo y le saca la comida... “Tenue es la luz y alegre la alborada, va volando un pájaro en la sombra y en el silencio y la quietud del agua parece oír tu voz cuando me nombra”. El alcatraz va volando sobre la flor del agua y el poeta o el novio va pensando, va viviéndola en su mente cuando dice: “tenue es la luz y alegre la alborada va volando un pájaro en la sombra”. Entonces cuando él dice: “Dile que yo la espero en Nochebuena, Guanaguanare cántale una canción”. Él está cerca y dice, que bueno que estuviera a mi lado ahorita para darle un beso aunque sea. Esa que quería tener a mi lado es hoy mi esposa Isabelita.

Llegué y escribí la canción, El Guanaguanare, ese día era 24 de diciembre, yo me pregunté ¿cómo hago para enviarle esta serenata a Isabelita? ¿cómo hago, si no puedo salir porque estoy ocupado? Escribí la canción, le puse música y la seguí cantando. Imaginariamente, esa noche, el 24, me dije: “voy a enviar este pájaro para que le dé esta serenata por mí, imaginaria, poéticamente”. Yo convertido en pájaro, llegué a la puerta de la casa y empecé a cantar la canción, y entonces salió el papá de ella con un machete: “váyase de aquí!”,todo imaginariamente. De ahí nació la canción. 

Vuela guanaguanare picoteando
sobre las olas de la mar serena (BIS)
y un alcatraz lo va acompañando
a recibir a la noche buena.

Dile que yo lo espero en nochebuena
Guanaguanare cantando una canción
tráela pa' que vea la mar serena
que yo la espero allá en el farallón

Cuando yo trabajaba en Aeropostal en Catia La Mar, yo recibía las cartas y un día recibí el paquete de cartas que ella me regresó. Yo dije,¡ cónchale, no vuelvo más a Margarita!. Entonces, cuando regresé de nuevo empecé, taqui, taqui, con ella hasta que otra vez renació el amor, ¡por fin cayó en mi red esa señorita que ves ahí sentada, esa señora, Isabel Reyes Piñerúa de Ávila!. Venció la persistencia y nos casamos, fuimos a la iglesia, el padre nos bendijo, nos casamos primero por civil, y después ella con su traje de novia en su iglesia, y el pueblo la saludaba: ¡Adiós Isabel! ¡Bendita seas! ¡Ayer te conocí señorita, niña, y ahora vas vestida de novia! ¡Oh qué bella Isabel! ¡Oh Jesús, te la llevaste y no eres Jesús de Nazareno!.


¿Explícanos nuevamente cómo surge la historia de este carro Chevrolet azul que tienes aquí en Los Robles en el patio de tu casa?

Esta camioneta la compré yo en Carayaca por 4 mil bolívares, eso es un tronco de carro, es una joya, una reliquia. Empecé trabajar en el centro de adiestramiento naval con ella, en la escuela naval, allí estuve 4 o 5 años. Después me fui cantando. Esa camioneta es de 1949. Calcula cuántos años tiene ahorita. Más vieja que todos los que estamos aquí, menos yo, yo tengo 81. En aquel tiempo, cuando yo transitaba por los caminos de La Guaira, iba mucho al cine. Veía esas películas mexicanas, filmadas con Pedro Infante, Pedro Vargas, etc, etc, etc, desde aquel tiempo se me quedó prendado en el corazón, en los sentimientos, esa música mexicana. La música mexicana viene a ser para México una bandera inmortal, esa música y esos artistas hicieron grande a México. Esas películas mexicanas, que buenas. Yo grabé un CD por ahí con la música mexicana. Pero la música nuestra es la más bella del mundo y no la difunden. Como si le tuvieran rabia, desprecio. Un joropo, un merengue, un zumba que zumba, un vals, todo un enjambre de música nuestra y la tienen olvidada en esas emisoras. Hay que ponerle una ley allí, porque la música es una estrella más de nuestra bandera, la música venezolana.

¿Qué significa para tí ese paso de 200 canciones a la 201 que has escrito para el Presidente Hugo Chávez Frías? ¿Podemos escucharla otra vez?

Déjame decirte primero que el presidente Chávez viene a significar para el pueblo venezolano, y nosotros los cultores hombres, mujeres, niños, ese amor revolucionario y socialista que él lleva por dentro, y ese amor que él lleva por dentro, ese poder que él lleva por dentro, lo llevo yo también igual que él. El mismo pensamiento de él es el mío, el mismo amor de amor del presidente es el mismo mío, así como es mío es de todo el pueblo. Hasta los niños dicen ¡¡¡Chávez, Chávez, Chávez!!!. Así que el presidente Chávez nació con ese carisma de pescar en el amor de pueblo, de ahí nace esa canción, no digamos esa, yo le he cantado al presidente varias veces cuando ha venido aquí a Margarita y le seguiré cantando. Él tiene la misma enfermedad mía, estamos compaginados ahí, tenemos que trabajar mentalmente para seguir viviendo porque la vida no tiene precio, la vida no tiene precio en la vida. Entonces vamos con la canción.


5 Granos de maíz

Barinas la bella dama
Y joven de gran silueta
Tierra de una ardiente flama
Esa es tu gran Sabaneta

Cinco granos de maíz
Una coa una proeza
Va un niño de mi país
Trabajando con destreza

Con la sangre de sabana
Y hundido en el mastranto
Va guiando la caravana
Con bello poema y canto

El pueblo es su gran camino
Que lo guía con amor
Hacia el quehacer divino
Donde se encuentra el dolor

Nunca descansa en la vida
Y su poder no desmaya
Jamás  Hugo Chávez olvida
A los pobre donde se haya

Pobre la casa que un día
De esos cuando el hambre apura
La familia Chávez Frías
Forjó acero en la cintura


Cinco granos de maíz... y una Coa...¿sabes lo que es una coa ? Una coa es donde el agricultor hace su huequito, hace y entierra los granos para que broten, eso es una coa, la coa es familia del azadón, de la chícora, de este señor amado por el pueblo y por los tiempos que es Hugo Chávez, y en aquel pasado, cuando él era niño, cautivó el amor de su familia, vendiendo dulces, así como lochitas o dulce de lechosa o arañas, el iba por las calles vendiendo, y después de eso él trabajaba en los conucos, imagino yo, en las haciendas, ayudando a sembrar, ese era el hijo de Hugo de Los Reyes y de Elena y para subsistir en la vida, todo esto lo hacia ese niño, pero él se destacó en este manto de pobreza que fue acumulando. Cuando uno es niño que va sintiendo ese mundo que nos rodea, esa pobreza, ese amor, se hace fuerte y por eso le hice esta canción a nuestro presidente, eso que tu oíste le sucedió a él cuando era niño y desde niño fue creando ese amor, y ahora lo desarrolla y lo desarrolla y el pueblo lo acaudala y lo acaudala. ¿Y sabes por qué cinco granos de maíz Benito?. Cinco granos de maíz significa que cuando se hace el hoyo hay que echar los cinco granos, si tu echas seis granos, siete granos, diez granos, entonces va a nacer la semilla muy amontonada, pero los cinco granos van distanciados, uno aquí, otro aquí y otro aquí para que nazca bien frondosa la planta.

Jesús Ávila junto a Isabel y el viejo Chevrolet.
Credito: Ángela Collins




Esta nota ha sido leída aproximadamente 2922 veces.



Benito Irady

Escritor y estudioso de las tradiciones populares. Actualmente representa a Venezuela ante la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y preside la Fundación Centro de la Diversidad Cultural con sede en Caracas.

 irady.j@gmail.com

Visite el perfil de Benito Irady para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: