En política y otras vainas no me compran ni me vendo. Los árboles nobles mueren de pie

Según mi plan de trabajo, mi artículo para Aporrea. Org., debió estar escrito, por lo memos hace una hora, pero salí muy temprano a una reunión, debí regresar temprano a sentarme a escribir esta entrega y a esta hora, 3 y 10 minutos, recién llego a mi casa y sin almorzar. Tengo la página en blanco y muy cansado, pues debí caminar cerca de 4 kilómetros, dos de ida y dos de venida. Pero estos últimos bajo un inclemente sol que me agotó tanto que, el pastón me pesaba enormemente y la cadera derecha quería quedarse en el camino. Pero vainas de quienes tenemos este hábito de escribir, no me contenté con dejarlo para más tarde o mañana.

¡Ah! No le he contado. Venía de una reunión donde a mi parecer se procedió en un asunto inherente a los intelectuales y el arte de escribir, con una ligereza y falta de probidad tal que salí de allí encendido. Aunque debo admitir que dije mis cosas y manifesté mis inconformidades, como siempre hago en esos casos, sin importarme las consecuencias.

Y estando en un desastroso estado de ánimo por el cansancio, la incomodidad que me generó como se manejó y resolvió el asunto de la reunión, no haber escrito mi entrega para aporrea, el hambre, me metí ligeramente, porque es verdad, en mi abultado archivo y hallé este trabajo, tan fresco que sirve para cumplir lo que creo mi obligación y descargarme.

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Uno de los mayores defectos de la sociedad venezolana, exceptuando su organización estructural, sus relaciones de producción y su forma de distribución de la riqueza, consiste la promoción de la infidencia, la inconsecuencia y la deshonestidad. El pragmatismo político priva por encima de los valores culturales, las buenas costumbres; la ventaja, la sinecura, son los objetivos de un joven político en repetidos casos. Es casi un comportamiento habitual tener que preguntar todos los días a alguien, ¿te pasaste o aún te mantienes en tu posición?. Es como dice una humilde amiga mía, adeca por cierto, "estamos rodeados de bagres por todas partes". Hay una nueva fiebre del oro, que allá en el oeste americano provocó movimientos humanos gigantescos y desesperados en busca de una fortuna fácil o, como los braceros mejicanos, que en época de cosecha, movidos por el hambre, corrían hacia la costa oeste de los Estados Unidos, tras unos salarios de miseria, como se narra en la obra "Viñas de la Ira", que le valió a su autor el premio Nobel de literatura. En nuestro caso, Miguel Otero Silva, señala el camino de las caravanas que se dirigen hacia donde ha reventado el petróleo, mientras en "Casas Muertas", Ortiz comienza a languidecer. El período de la comercialización petrolera inicia el hundimiento de la Venezuela agraria y de las economías de subsis­tencia.

Las nuevas movilizaciones están fundadas en la desesperación de alcanzar posiciones que, antemano, sabemos que no nos merecemos y que nunca podríamos alcanzar si apelamos al esfuerzo honesto del estudio, del trabajo y del desprendimiento. Deseamos ser los primeros y los más notables, aun cuando no nos respalde ninguna credencial moral o cultural.

Son raros los ejemplos como el de Harry Haller, el extraño personaje de " El Lobo Estepario", obra que también le valió el premio Nobel a Hermann Hesse. Haller transcurrió su vida de sabio y filósofo como un bohemio inconforme y asqueado, desinteresado por la vaciedad del mundo y sin hacer alardes.

Edgar Allan Poe, el más grande poeta de los Estados Unidos, fue recogido muerto de una borrachera o quizás por el exceso de consumo de las drogas a las que era adicto, en una calle cualquiera, sin que ningún cintillo de periódico lo mencionara, mientras se celebraban las conquistas de la revolución industrial en su país.

En nuestra literatura, Gallegos simboliza, a través de Lorenzo Barquero, al intelectual, quizás cobarde, pero honesto, que prefiere hundirse en el alcohol y el tremedal pero no servir de comparsa a la barbarie política. El más grande escritor que muchos hayan leído, el checo Franz Kafka, en su maravillosa obra "La Metamorfosis", prefiere convertir a Gregorio Samsa, su personaje central, en escarabajo y no hacerlo víctima de la alienación y la complacencia.

El propio Arthur Miller, quizás sin quererlo, le señaló el camino a Marilin Monroe, pues en la obra "La Muerte de un viajante", suicida a su personaje, a quien la sociedad ya había matado de angustia.

La incomprensión de que fue víctima, su sensibili­dad y soledad, llevaron al sacrificio a nuestro mejor poeta, José Antonio Ramos Sucre. El mejor a pesar de lo que la propaganda y la politiquería digan otra cosa.

El joven Bolívar muere en la miseria y extrañado del poder por no admitir que se le usara como símbolo de la reacción, por mercaderes y esclavistas.

No obstante, pareciera que hoy en algunos grupos predomina el pragmatismo y la creencia de que la política es un juego y que como tal debemos apostar a ganador. Para los ideólogos, ya es no suficiente hablar de Venezuela, de este período, sino del ser humano a quien un sistema inadecuado y decadente está destruyendo.

Los pragmáticos toman posiciones políticas sobre valoraciones a nivel de subterráneo, en función del pequeño beneficio o de la posición para la cual ni siquiera sirven. Se juega a la política como a los caballos, lo importante es ganar y ahora, lo esencial es el poder, no importan los resultados. Los pragmáticos no meditan en torno a los resultados que su actitud arroja sobre la colectividad y el hombre en general. Piensan "lo importante soy yo, las ventajas que puedo obtener, los beneficios que ello me reportará, las mujeres que me rodearán, los trajes que podré adquirir".

Pero los idealistas no queremos estar en el subterráneo; el camino de la evasión de Gregorio Samsa, como alternativa literaria es bella, pero inconsecuente socialmente. Lorenzo Barquero, se volvió asqueroso de tanto asquearse. No queremos correr detrás de la veta de oro; no queremos sentirnos jefes para pavonearnos. No somos pragmáticos ni oportunistas. A todos aquellos que así pensamos, el país le ofrece la oportunidad de unirse para luchar por el triunfo de la verdad. No hay duda que somos una multitud.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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