Binóculo N° 351

La maldición de los Claps

Mal podría concebirse al programa de los Claps como una maldición. De hecho, es una bendición que millones de personas se estén beneficiando de esta posibilidad en momentos en que la gente en Venezuela se acuesta sin comer y la desnutrición comienza a ser un hecho preocupante por su carácter masivo. Incluso, he revisado con detenimiento, y descubro que, junto a la Misión Vivienda, son únicos programas de gobierno alguno del orbe, concebidos como política de Estado. Solo Chávez pudo haber heredado hecho semejante.

Luego, no son una maldición los Claps, pero los malnacidos que los manejan a nivel regional y local, sí, pues los han convertido en una maldición. Esos Comités Clap, se convirtieron en bandas, perfectamente orquestadas, interconchupadas con quienes manejan almacenes y deciden salida de mercancía, que se olvidaron del objetivo de la entrega de la caja de alimentos como un acto solidario y prevarican en función de sus bolsillos y de sus grupos. Conozco comunidades donde vive una madre con dos hijos en una habitación, con una cocinita eléctrica y no recibe una caja de esas. En realidad, grosera, altanera y despóticamente, de manera vejante, le dijeron a la mujer: "No chica, olvídate de eso. Eso no va a pasar". Conozco comunidades donde vive un anciano en silla de ruedas, atendido por su anciana compañera que ya no tiene fuerza, en una casa que se cae a pedazos, y los inhumanos del comité Clap se niegan a darle la caja. Conozco viviendas donde habitan tres familias y reciben una sola caja. Mi comunidad ha recibido este año solo dos cajas, es decir, una caja cada tres meses, cuando Maduro ordenó que se entregara quincenalmente.

Conozco comunidades donde se recibieron hasta cien cajas para viviendas cuyos habitantes se fueron del país hace al menos cinco años, y están abandonadas. Y justo después de la entrega de las cajas Clap, se encuentra uno a los bachaqueros llenos de mercancía Clap, vendida a precio que nadie puede pagar. Si una caja tiene 15 productos, multiplicados por cien, multiplicado por el precio del bachaquero, eso es una fortuna que se reparte la banda Clap que controla la entrega y que decide, como les da la gana, quién recibe y quién no recibe la caja de alimentos. La semana pasada un camarada me informó que, en su comunidad, al sur de Valencia, la banda de allí se quedó con 300 cajas, cosa que denunciaron directamente y nunca se hizo nada. El todo poder da pa´todo. Si la administradora del Clap es la esposa de un jefe Clap en una comunidad, que es a su vez el jefe de la banda, ya puede imaginar el negocio y las riquezas. Cómo no van a aparecer las camionetotas y los celularsotes en momentos de crisis, la opulencia ruin, la ausencia de conciencia que Chávez siempre cuestionó. Conozco comunidades, por desgracia las más empobrecidas de Carabobo, en donde hace más de un año que no les llega una caja. Hace poco estuve en una comunidad agrícola, muy pobre por la falta de asistencia, donde la caja Clap no había llegado por meses. Nomás avisar la visita del gobernador Lacava (que nunca fue) se aparecieron seis camiones 750 llenos de caja a entregárselas a la gente. La prisa no les permitió cobrar, pagan después, o sea, nunca.

La modalidad en las comunidades es el abuso, la amenaza y el chantaje. "Vecinos tienen que depositar ya sopocientos bolívares, y si no, no te sale la caja". Es la costumbre. "Vecino, deposita 1.500 ya y se entregará un pollo y un cartón de huevo", nunca hubo pollo ni huevo. ¿Díganme si eso no es un comportamiento delictivo? Fue lo mismo que hicieron con los perniles de diciembre, el más vergonzoso de los casos de este gobierno, mi gobierno. En mi comunidad, hubo como una especie de rifa, en donde les vendieron a algunos vecinos, quizás los más privilegiados, un kilo de pernil. Así fue en todo el país. En enero, un oficial de la GNB me contó de un "camarada" que agarraron botando 200 perniles a la basura porque se habían descompuesto por mala refrigeración. "Pero lo protegió el partido, Rafael, y no le hicieron nada", me comentó el oficial. Aquí, en Carabobo, agarraron un alcalde que picaba los perniles en cuatro para venderlo. En Falcón agarraron un barco con 400 perniles que llevaban para Curazao. Eran propiedad de un alcalde de esa entidad.

Las bandas Claps se han convertido en el peor estigma de la asistencia alimentaria del gobierno. Y la razón no es otra que la ausencia de conciencia. La corrupción es un hecho inherente al hombre. Si ve la oportunidad de cogerse algo, lo hará. Pregúnteles a algunos de esos malnacidos si conocen a Lenin, o saben lo que es la lucha de clases, y se quedarán como los hdp que son, parados y con caras de estúpidos. Pregúntele cosas más elementales, cuál es la extensión territorial de Venezuela, o dónde se produjo la batalla de Pichincha y se quedarán como idiotas. Ni el estudio ni el conocimiento son sus necesidades. Eso ocurrirá siempre. La corrupción solo se detendrá, o se aminorará, en la medida en que el control sea tomado por el poder popular. Son las comunas y los consejos comunales, los que deben monitorear de manera permanente, tanto la recepción, como la entrega de los alimentos. Son los consejos comunales y las comunas, los que deben tener las estadísticas de las comunidades, porque son ellos quienes saben realmente quién necesita y quién no. Además, he propuesto un millón de veces, por esta vía y en varias reuniones, que las cajas deben traer una cinta adhesiva que rece "NO RECIBIR ESTA CAJA SI LA CINTA ESTÁ ROTA".

El gran problema del gobierno, mi gobierno, es su enfermo paternalismo. Aunque Maduro habla del poder popular, es incapaz de dejar en manos de las comunidades organizadas tareas de extrema importancia. Temas como los Claps, el gas, el agua, debe ser decisión, control, monitoreo, e inventario de las comunidades, no de bandas que se han armado al calor de la protección de los poderosos. No es posible acabar con la corrupción si la administradora, quien decide la distribución de los alimentos, es la esposa de quien decide el reparto de los alimentos en una comunidad. Con toda seguridad, habrá prevaricación, habrá dolo, y habrá un montón de "camaradas" que se creen el ombligo del mundo con el poder suficiente para negarle una caja de comida a una pobre mujer con dos hijos que vive en una habitación alquilada, cuando deberían estar haciendo gestiones para que le entreguen una de esas casas que tan obstinadamente hace el gobierno para que la gente tenga dónde vivir. Claro, pero por denunciar esto, un alcalde "camarada", que estuvo preso por ladrón me acusó de ser agente de la CIA ¡Pobre Chávez! No ha habido necesidad de que sus enemigos lo detracten, los malnacidos se encargaron de eso.

Caminito de hormigas…

Estoy absolutamente convencido de que están metidas las sucias manos de Bolsonaro en las podridas entrañas de la Commebol, tanto por el triunfo de Brasil como para todos los premios que fueron para la canariña. A todas luces allí hay gato encerrado.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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