Debacle sanitaria en Venezuela

Mi padre debe tomar medicinas para la próstata, las cuales no existen en el país y si, por un milagro, se encuentran en alguna farmacia los costos son, simplemente, impagables ¿Qué le espera a mi padre?

Conozco el caso de una madre que tiene un niño que padece fibrosis quística. El jovencito, de apenas ocho años, debe tomar todo un cóctel de medicinas. Esta enfermedad es crónica y los medicamentos, al menos, mejoran un poco la calidad de vida de los pacientes. Como ocurre con muchos casos, los insumos necesarios desaparecieron de cualquier droguería y, ni siquiera, el Seguro Social (que se paga con el dinero de todos los venezolanos) los proporciona ¿Qué le espera a este niño?

Igualmente, tengo familiares cercanos que deben tomar anticonvulsivos (carbamazepina) para evitar caer en alguna crisis y, como ya es costumbre, este compuesto se esfumó hace meses, dejando a la buena Dios a los pacientes de epilepsia ¿Qué le espera a estos ciudadanos?

Y qué se puede decir de los asmáticos. Los inhaladores son recuerdos de un pasado reciente. Ante la presencia de un ataque ¿Debe resignarse la persona a sufrir  la agonía de no poder respirar?

Lo mismo pasa con los compatriotas que deben adquirir medicamentos de alto costo, como es el caso de los pacientes de cáncer o VIH, quienes ven cómo la vida se les escapa de las manos por la crisis económica y la escasez brutal que azota a Venezuela.

El mismo calvario lo sufren pacientes trasplantados o que necesitan una diálisis para sobrevivir.

Como se puede apreciar, miles de hombres y hombres están condenados a su suerte ante la indiferencia de un Estado que se hace llamar socialista, pero cuyos jerarcas actúan con la soberbia y el irrespeto propio de la más rancia oligarquía.

Como ya se ha hecho costumbre, no existe acceso a estadísticas oficiales sobre materia médico asistencial en Venezuela. Pero, la presencia de enfermedades antiguamente erradicadas (polio, difteria), el aumento inocultable de la pobreza y la miseria, el “peloteo” de un hospital a otro por la falta de insumos, las protestas constantes de pacientes reclamando su derecho constitucional y los salarios miserables que devengan los trabajadores de este sector, entre otros terribles aspectos que desnudan la crisis nacional, demuestran el colapso de la salud en nuestra maltrecha república.

Es lamentable que un proceso que llenó de esperanza al pueblo, como la Revolución Bolivariana haya mutado en una especie de sistema cleptocrático, con unos dirigentes que se han consolidado en una suerte de monárquica absoluta,  rebosante en privilegios (incluyendo el acceso a la salud), mientras las mayorías son condenadas al olvido. Hasta la Misión Barrio Adentro, iniciativa bandera del entonces presidente Hugo Chávez, como una forma de universalizar el acceso gratuito a la salud y que contó con el apoyo del gobierno cubano, se encuentra en un estado lamentable.

La excusa para esta debacle es la “guerra económica”, un comodín que sirve para ocultar ineficiencia y corrupción, mientras se expanden los beneficios a la casta militar y se observa, con asombro e indignación, tanto el derrumbe de la república como los escándalos políticos de algunos integrantes de la nomenklatura madurista (algunos caídos en desgracia).

El Estado falla en todas las responsabilidades que  se le han asignado. El área de la salud es una de las más sensibles pues implica la vida de personas, cuya subsistencia pende de un hilo ante la actitud demagógica de una elite cada vez más disociada de la realidad política, social y económica.

Pero, la salud es solamente un ejemplo del caos en el cual está sumida la Patria. Delincuencia desbordada, hiperinflación y una diáspora de desesperanzados que salen de su tierra hacia otros destinos, constituyen el reflejo del cruel fracaso de Nicolás Maduro y su círculo de privilegiados.

 

antonioprado1980@gmail.com



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