La fuerza de la crítica

Desde hace años el uso de la crítica y la autocrítica fueron relegadas prácticamente al sarcófago de los recuerdos. El fundamento más certero para desarmar la crítica política en estos tiempos fue/es: "...no podemos hacerle el juego al derecha… no es el momento adecuado". Esta sentencia te encuadra o te margina. Pero al mismo tiempo esteriliza potencialidad de transformación para nuestra sociedad.

Esto sucedió y sucede en la política argentina, y sin conocer de primera mano, me atrevo a decir que esto también ha sucedido y sucede en los países que han transitado ciclos de rupturas y continuidades con el neoliberalismo. Modelo que hoy vuelve a instalarse en crisis constante en nuestra región, planteándonos nuevos desafíos emancipatorios.

El buen uso de la crítica y la autocrítica, es constructiva y no destructiva. Sirve para corregir/mejorar los lineamientos y el hacer de las acciones políticas. La otra crítica, sin argumento de rastro quejoso, de impulso negativo hacia tal o cual individuo/colectivo o hacia tal o cual acción es nociva, y antidialéctica. De la misma manera que anteponer frases inmaculadas para la no discusión política: "ella/él sabe lo que hace" o "…que más le podemos pedir".

Aún más, la dinámica de libertad en las redes sociales da a luz opiniones o/y definiciones políticas – muchas veces – resueltas en frases prefabricadas y utilizadas tantas veces que se transforman en planteos políticos de escasos caracteres. La victoria electoral del Macrismo es culpa de "los genios del voto".

A su vez esto empeora cuando la chicana barata sale a hacer gala, clausurando todo tipo de debate fraterno. Lejos estamos de los grandes debates políticos e ideológicos de los años ´70.

Sumen, lo tremebundo que es la utilización ligera y vaga de la palabra traidor como acusación, en función de donde te encuadres o en función de tus movimiento políticos todos de carácter electoral (estamos hablando desde y para el campo popular). No importa ni tu historia individual o colectiva, ni tus objetivos, ni tu forma de construcción orgánica o/y tu forma de construcción hacia los frenes de masas, o la opulencia o no de tu vida. Solo importa de qué bando estas en este preciso momento. Sí Carlos Menem es Senador Nacional, y a "mi" no me hace nada, está todo bien. Ahora si "vos" cuestionas un hacer desde una mirada crítica, y a mí no me conviene está todo mal.

Los procesos políticos están llenos de contradicciones, por eso es necesario ser crítico una y mil veces. Los obsecuentes, los burócratas de todos los quehaceres, los corruptos, los deshonestos, los trepadores, los acomodaticios, los politiqueros, los electoralistas oportunistas son los sepultureros de la fuerza revolucionaria de nuestros pueblos, conscientes o inconscientemente.

La complejidad del mundo de hoy, nos impone la obligación de cuestionar todo. De no quedarnos con las apariencias, de ver detrás de cada discurso, de analizar y estudiar la realidad, de husmear en sus contradicciones, de proponer lineamientos para superarlas, de discutir políticamente con altura y con honestidad intelectual. Nada se puede hacer sin crítica. Sería como creer o proponer que para derrotar al neoliberalismo debemos tener su comportamiento, su cultura, sus ideas, sus maneras, sus formas, sus caras. Atacar al individualismo con más individualismo. Atacar al capitalismo con más consumismo. Ganarle al aparato con más aparato.

La sobreinformación no informa, daña la posibilidad del análisis más profundo. Lo cual, a su vez, no te permite tener fundamentos para ejercer la fuerza de la crítica. Es tarea imprescindible romper el círculo de la no crítica y de la sobreinformación.

Enfrentarse a la fuerza de los poderosos solo es posible con la fuerza de la crítica. ¿Hacia los poderosos? No, hacia nosotras/os para corregir nuestros lineamientos políticos tácticos, para comunicar sabiamente nuestra estrategia, para elevar la calidad de nuestros debates, para mejorar nuestras conductas, para darle vuelo a nuestro decir y hacer.

Es en este sentido que debemos realzar el valor inmensurable, de carácter revolucionario, que tiene el poder de la crítica.



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