Uno de nuestros artículos más leídos de 2016 daba cuenta de la excentricidad que representaba en aquel entonces Cine Citta.
La Gellateria Cine Citta es un local comercial ubicado en la parte baja de Bello Monte, en el Centro Polo. Tiene de particular que se trata de un local que, aunque inicialmente vende gelatos (porque no son helados los que vende, sino gelatos) y merengadas a precios exorbitantes, se convirtió en un bodegón de los nuevos lujos surgidos en tiempos de guerra económica. Y es que los productos que allí se expenden no son los clásicos de los bodegones, o no tan solo esos (vinos o aceites importados, etc.), sino otros tales como diablitos, huevos, atún, pañales y tampones íntimos.
Decíamos en aquella ocasión, que Cine Citta se erigía en este sentido como la pionera de una nueva forma de elitización del consumo causada por la especulación y la guerra económica, contraria a la democratización del consumo alcanzada entre 2012 y 2013 tras el gran proceso de inclusión social del chavismo. Y que así como Mercal o Abastos Bicentenarios se convirtieron en símbolos de esto último, Cine Citta podía serlo de lo primero. Tras los tumbos en materia económica del gobierno y el ajuste de facto aplicado por los especuladores de toda clase y tamaño, nuestros pronósticos terminaron lastimosamente cumpliéndose. Ya de hecho no es solo Cine Citta quien aplica esta lógica de poner al alcance exclusivo de los que más tienen los productos que todo el mundo desea y necesita (pues allí se consigue de todo, solo que hay que pagarlo varias veces más caro que el ya caro precio de la calle): hay muchos otros que replicaron el modelo, como por ejemplo Traky.
Y también decíamos en aquella oportunidad lo siguiente: "un dato destacable es que la actitud general de los consumidores del sector de bodegón/depósito se basa en quejarse de forma ostensible de los precios para acto seguido llevarse de igual manera, esto es, de forma ostensible, los productos. Unívocamente las quejas son contra el gobierno y jamás contra el emprendedor, y una de las locuciones preferidas es la afirmación irónica: "¡Tenemos Patria!". Alguien podría pensar que esta actitud obedece a una politización del consumo, pero en realidad no es esto lo que sucede. Las quejas tienen el sentido de exhibir el propio poder de compra a pesar de la ‘crisis’".
Debe ser por esta relación entre oposicionismo y exhibicionismo que Cine Citta, a pesar de estar en el corazón de uno de los puntos neurálgicos de las guarimbas caraqueñas, nunca ha sido víctima de ningún ataque por parte de los protagonistas de estas. Y es que allí dentro hay comida bastante y otros productos de los que efectivamente faltan a mucha gente y, por tanto, la oposición utiliza como excusa para sus acciones vandálicas y terroristas. La lógica indica, pues, que debería ser saqueado o bien para abastecerse o bien simplemente por arrechera. Pero no. Incluso hay quien dice que es un sitio de reunión pre y posguarimba, tal vez para comentar sobre el último negrito chavista que intentaron quemar o el próximo metrobus por apedrear.
Todo este recuerdo viene a término pues ahora Cine Citta nos vuelve a sorprender con la incorporación de otra práctica excluyente: y es que sus dueños se dan el lujo ahora de colocar avisos buscando empleados en los que claramente manifiestan su racismo, clasismo y segregacionismo. De tal suerte, pasa que al parecer en Cine Citta ahora no solo quieren clientes exclusivos con mucho poder de compra, sino empleados idem altos y blancos. Nada de esos bajitos y negritos que tanto abundan en este país. De ahora en adelante para entrar a Cine Citta así sea a barrer hay que tener más de 1,70 cm y ser caucásico.
Ya la impunidad cuando no complicidad de las autoridades (locales y nacionales) permitió que la elitización del consumo representada por Cine Citta se extendiera por la ciudad y el país. ¿Van a permitir que pase lo mismo con el racismo y el segregacionismo?.
Noticia relacionada:
Restaurante Cine Cittá Caracas desata críticas por oferta laboral sólo para gente de "piel blanca"
