Luis Brito García, Rosa Amelia Asuaje y la Universidad Popular Productiva

"La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios". Gabo

 

El artículo de Rosa Amelia Asuaje, publicado en Aporrea, http://www.aporrea.org/educacion/a241158.html  me invita a escribir estas ideas, el mismo brinda una oportunidad  para reflexionar en diferentes aspectos: el intelectual en la sociedad de las burbujas, las redes sociales como instrumentos de poder anónimo, la realidad de  profesores y estudiantes en la universidad, el lenguaje como arma mágica y poderoso para  levantarnos del silencio, o su manejo  para dejar sin voz.   

Chávez nos decía que no es proceder revolucionario pasar al lado del necesitado y dejarlo en su dolor, apoyo la moral del que comparte y es solidario.

La  profesora dice salir varias veces al día  del “Olimpo” de su clase universitaria a comprar desayuno a algún estudiante para que no desmaye en su esfuerzo de aprender fonética homérica. Le indica a Luis Brito  que debe salir de su “espuma erudita”. El prolífico maestro Luis Brito García nos hace el mayor bien escribiendo su obra, ninguna respuesta a entrevista alguna merece que una intelectual dueña de las palabras, se atreva a emitir la mordacidad: “con los libros que escribe no se rellena una arepa”. Recordamos las críticas despiadadas, llenas de envidia o celos, a Borges; la descalificación hacia José María Vargas, el asesinato de García Lorca, la persecución a Walter Benjamín.

El estudiante que se desmaya le indica a su profesora y a su universidad,  que ni en el Olimpo se puede aprender griego con el estómago vacío. Debe ser que a los profesores universitarios, más allá de individualmente y con amor, salir de nuestras burbujas para alimentar bocas y sanar heridas, nos toca bajar de nuestra cátedra y abrir los ojos hacia el país y al entorno universitario que tan cómodamente nos alberga. ¿Qué se  podría proponer para como Diógenes, dar luz; particularmente en este caso de las universidades venezolanas? 

Aristóbulo decía que el currículo era la papa,  y luchó por los Simoncitos.  Y nosotros como profesores universitarios, ¿por qué debemos luchar?

El hambre y las carencias no mueven a las autoridades universitarias. De ellas no viene ni un solo planteamiento que indique búsqueda, en sus contextos de conocimiento, de soluciones prácticas a la situación que vivimos. Ni siquiera a través de la tan mentada extensión universitaria, se ha presentado, al menos no conozco, soluciones oportunas para  amortiguar al momento actual. Cosas sencillas sobre productos de aseo personal, productos de limpieza y de higiene, alternativas nutricionales, medicamentos naturales, empaques domésticos adecuados, artículos desechables para hospitales,  elaboraciones caseras prácticas, producción de alimentos siembras y huertos. En el campo gerencial y administrativo no hemos visto que se planteen formas de organización ante la crisis; en el campo social y psicológico no han surgido actividades para que la gente se empodere y pueda confrontar dificultades como las actuales. En el campo económico no hemos visto planteamientos que expliquen al pueblo a comprender qué está pasando. Nunca había estado la Universidad tan de espaldas a la realidad.

Tampoco he conocido que los profesores les reclamen a las autoridades para que salgan de sus pantanos administrativos. Una vez más estamos ante esa eterna retahíla en la que  sólo  ven a La Universidad  como El Problema Nacional; además continúan recalcando  que el problema universitario es sólo financiero. Es decir se resuelve con más y mayor presupuesto. Universidades  que  no abren los ojos a la pérdida de importancia y hegemonía de esa institución,  en una sociedad cada vez más diferenciada de aquella en la cual ellas mismas estudiaron. Universidades que no perciben la pérdida clara y evidente de los espacios de este siglo en los cuales ya no están presentes como actores fundamentales.  Universidades que no  responden a las grandes necesidades del país, que es una parte del mundo en crisis. Universidades que no relacionaron su ciencia y su tecnología a las necesidades nacionales, hoy en día no lo pueden hacer, y han pasado a constituirse en improductivas para el país y parasitarias al sistema. Universidades que no ejecutan cambios en sus modos de concebir la Universidad o la Educación Superior, de forma tal que sus funciones inamovibles siguen encerradas en compartimientos estancos por lo cual han sido diagnosticadas de “autismo universitario”. Universidades que  no abren sus espacios para todos y así dejar libre el conocer y el hacer. Universidades que se  escudan ante una manida concepción de autonomía y dejan al resto de los venezolanos sin espacios de crecimiento para ser ciudadanos, como soñaba nuestro maestro Simón Rodríguez.

Rosa Amelia le pregunta a Luis Brito: ¿no será mejor salir de su estudio y asumir que debe esgrimir argumentos de peso para interpelar a este proceso que usted apoya?  Yo aprovecho para preguntar en la misma tónica: ¿No es acaso necesario esgrimir argumentos de peso para interpelar a esta universidad que los universitarios apoyamos? ¿No es necesario que  se interpele a la universidad en la cual trabajamos?  

Y como profesora pregunto a mis colegas profesores: ¿Qué hacemos? ¿Seguimos, unos más solidarios que otros pero en definitiva, encerrados en nuestras percepciones y conocimientos particulares, en desconocimiento del grave problema que tenemos como país y como nación en el mundo? ¿Proponemos soluciones?  ¿Qué hacemos?

El 13/01/2017 abrió de nuevo sus actividades la ULA, al igual que al inicio del año anterior y de los anteriores,  inmediatamente se comenzó en PrensaULA  a hacer referencias al problema presupuestario. Se nos informa que el comedor estudiantil, “que sirve dos comidas diarias al estudiantado”, no  ha podido abrirse por “trabas  de orden burocrático” en las cuales “no tiene responsabilidad la ULA”. En el 2016 cerraron con el problema presupuestario, tal como lo declaró el rector de la ULA que en la lucha por un presupuesto digno están todos unidos, porque todos están “padeciendo hambre por el cierre forzoso del comedor”. ¡“padeciendo hambre” en una región de las  más productivas de nuestro país tanto en rubros vegetales como en leche y carne!

Una de las universidades más importantes del país, inicia este año haciendo un llamado, desde Táchira,  no sólo al gobierno sino al  ejecutivo regional, del cual también se esperan respuestas presupuestarias: “que nos ayuden a solventar  el problema de orden económico de la universidad.” Para ellos no existen más respuestas ni más salidas, no hay mejores propuestas ni alternativas  de solución ante la crisis como oportunidad, letanía que enseñan en sus neoliberales cursos de gerencia.

¿Es posible seguir pensando y concibiendo la universidad dentro de esta lógica que recalca todos los años a la nación que no van a poder funcionar porque el presupuesto es insuficiente?   

La educación es un derecho humano y un deber social que el estado asume en todas sus modalidades de manera indeclinable,  así lo expresa nuestra Constitución, y así se cumple. Pero también debemos pensar colectivamente para crear un nuevo paradigma que reconozca la complejidad en la cual estamos inmersos, lo cual elimina la idea del progreso lineal todavía enseñado y practicado en nuestras universidades; a la vez debemos trabajar por el rol que cada persona en la comunidad universitaria debe jugar para la preservación de un  planeta con recursos escasos, agotables. Es decir la comunidad llevaría en sus manos el desmontaje del mercado universitario, de la mercantilización de la universidad, llevará a cabo terminar con la reforma y el reformismo que no permite el cambio verdadero hacia nuevas formas sociales, y que de esa misma manera no debe seguir dando la espalda al aparato productivo del país, para ella misma convertirse en productiva enarbolando el principio que La Universidad no es una mercancía.

Debemos luchar para que la universidad abra sus ojos a su crisis como institución, es decir que se  pregunte por qué sufre crisis financieras recurrentes e irresueltas. De esa manera nos daremos cuenta que la pérdida de hegemonía y de legitimidad están a la base de la misma y que se debe buscar cómo tener músculo de hegemonía y legitimidad en una realidad como la actual.

Por esas razones y otras que esta corta exposición no nos permite presentar, creemos que  la universidad pública debe  definir cómo va a enfrentar  la  globalización neoliberal que toca a sus puertas y que  debe evitar. Debe definir cómo será su participación; cómo se inserta en el proyecto nacional, en el proyecto país.

Desde la  izquierda se  plantea de manera reiterada y consciente  la Universidad Popular Productiva,  la cual define   la universidad como un bien público  que contribuya a la solución, en colectividad, de los problemas sociales. Se va también hacia una búsqueda de legitimidad en contextos novedosos y locales sin perder el punto de vista de la totalidad. Se trata también de presentar una institucionalidad que favorezca una globalización alternativa en un contexto mundial de globalización neoliberal que debemos evitar si queremos permanecer en el planeta y con el planeta. El objetivo es entonces, definir el papel de la universidad pública en la concepción y resolución colectiva de los problemas sociales, que ahora, aunque sean locales o nacionales, no se resuelven sin considerar su contextualización global.

Se habla con insistencia de la Universidad Popular, de la Universidad Productiva;  en la cual  tal vez se podría realizar ser aquello que planteaba  García Márquez: "La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo".

Una Universidad que: no es mejorar la existente. No es reforma. La Universidad actual no se transforma en Universidad Popular al ponerle una etiqueta. Es participación del pueblo para impulsar la superación de la universidad establecida. Es El Estado como instrumento en manos del pueblo para profundizar la democracia participativa. Es pueblo empoderado para poder crear un nuevo tipo de Estado.

En la Universidad Popular Productiva, el estudiante tendrá consciencia que  no está en el Olimpo; puede aprender griego, mas será él  en comunidad quien producirá la ambrosía en el  Poder Popular el cual reconoce que: “sólo el pueblo salva al pueblo” y que nadie se salva solo, “sólo nos salvamos en comunidad.” No se verá más nunca siendo socorrido por hambre ni pidiendo “proteínas para la bandeja del comedor universitario” porque él puede participar con miles a producir, distribuir, preparar y servir ese alimento, entre muchos otros proyectos, comunitarios y solidarios

 Y por último, si desde el interior de ese faro de luz que debería ser, según su épica, cada universidad no podemos sacar una idea mejor y más acorde con nuestros tiempos para dar salida a la situación  que se confronta, y que muchos universitarios han colocado siguen colocando la culpa en otros hombros; es oportuno preguntarse: ¿para qué sirven o a qué intereses están sirviendo nuestras universidades en  estos actuales momentos? Dónde dejamos la responsabilidad de las autoridades universitarias para buscar formas de organización que permitan alcanzar productividad en sus espacios. Dónde dejamos la responsabilidad de la comunidad universitaria para organizadamente haber alcanzado, en tres años que confrontamos este grave problemas, soluciones internas idóneas para una sociedad en crisis.

Invitemos a las autoridades universitarias que se empapen de vida académica, estudiantil, obrera y administrativa, que salgan de sus campus y de sus claustros a palpar  el país que está afuera y que siempre espera de ese entorno de ciencia, humanidades y tecnología las  mejores soluciones en los momentos más críticos.

Cualquier invitación al innombrable Hades, parece invocación temeraria desde el Olimpo. De lo que no conocemos, mejor no hablar. Dios de larga y fructífera vida a tod@s, indistintamente estemos en casa trabajando, en  bibliotecas o claustros; y nos permita salir de esos espacios cerrados para con nuestros propios esquemas y de mano con el pueblo podamos ser cada vez más conocidos, cada vez más libres, cada vez menos solitarios. Así será.



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Maruja Romero Yépez


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