13 de abril de 2002, ¡Viva el Glorioso y Bravo Pueblo!

Hay fechas que han marcado en nuestra Venezuela, la decidida, la firme e irrevocable voluntad de lucha del pueblo por lograr su plena libertad, ¡su auténtica libertad!, esa libertad que ni se subyuga a poder alguno, ni es camuflageada entre pan y circo; la libertad casada con la originalidad de ése mismo pueblo, de sus semillas que le caracterizan, de sus raíces que se extienden a lo largo y ancho de toda le geografía nacional, de su tallo que le fortifica y sostiene su ancho ramaje; la libertad que hoy nos muestra aquellos frutos representados en cada una y en cada uno de quienes han nacido en esta Gran Patria…la libertad soberana.

 

Fechas como el 19 de abril de 1810, cuando a las puertas de la Catedral de Caracas, el representante de la Junta Suprema de España y de su Rey Fernando VII, Vicente Emparan, Capitán General de Venezuela, fue abordado por el patriota Francisco Salias, con el respaldo del pueblo, aquél Jueves Santo. Y, cuando Emparan inquiere, desde el balcón del Cabildo, que el pueblo responda si quiere estar bajo su mando, el aguerrido pueblo de Caracas –inducido, ciertamente, por el Padre Madariaga- responde soberanamente con un rotundo ¡NO!.

Es el pueblo decidido el que da tan trascendental paso hacia adelante en la lucha por la independencia de su Patria. Comienza el canto del "Gloria al Bravo Pueblo".

5 de julio de 1811. Impulsados por la Sociedad Patriótica, liderada entonces por Simón Bolívar y Francisco de Miranda, se activan reuniones y actos públicos que presionan a los miembros del Congreso, quienes se ven motivados a tomar la decisión de declarar la independencia de la Patria venezolana; "Está declarada, solemnemente, la Independencia absoluta de Venezuela." Así lo anunciaba Juan Antonio Rodríguez Domínguez, presidente del Congreso, la tarde de aquél otro significativo día, como lo fue el 5 de julio de 1811; formándose de seguidas manifestaciones del pueblo en celebración de tan importante acontecimiento. El pueblo lleno de júbilo, gritaba su libertad.

23 de enero de 1958. Casi siglo y medio más tarde, y, luego de diez años en el poder, es derrocada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, cuando el pueblo, con su perseverancia de lucha organizada en la clandestinidad, logra –"Sin desórdenes, ni violencia", tal y como lo anunciaba en primera página la prensa de entonces- la huída en "la vaca sagrada" del tirano General. Era el 23 de enero de 1958. Asume la responsabilidad de conducir transitoriamente los destinos del país una Junta Militar, presidida por el Almirante –carupanero- Wolfgan Larrazabal; se abrían para las venezolanas y los venezolanos senderos de esperanzas…

Bueno, ése mismo Glorioso y Bravo Pueblo venezolano, de permanente batalla junto a Guaicaipuro, a Naiguatá y a Tamanaco, junto a Simón Bolívar, a Antonio José de Sucre, junto a José Félix Ribas y sus valientes jóvenes estudiantes en la batalla de La Victoria, junto a Páez y sus bravos lanceros; ése Glorioso y Bravo Pueblo –de campesinos- acompañando a Ezequiel Zamora en la guerra federal; el Glorioso y Bravo Pueblo que, como referimos anteriormente, venció a Pérez Jiménez y a sus esbirros de la Seguridad Nacional (Por cierto, en el año 1954, el Concejo Municipal del –para entonces- Distrito Bermúdez, Acuerda solicitar a las autoridades militares y al Congreso Nacional, el ascenso, a General de Brigada, del Coronel Marcos Pérez Jiménez. La lisonja al desnudo, la desvergüenza institucionalizada; en el camino de los pueblos se labran a veces muchas glorias, pero… también sus cuantas deshonras.

Sin embargo, hablamos y realzamos al Glorioso y Bravo Pueblo que no sucumbió jamás ante los embates y los desmanes de una falsa democracia puntofijista, con su "Disparen primero y averigüen después", con sus persecuciones políticas, sus detenciones arbitrarias, sus torturas miserables, sus desapariciones forzosas y ajusticiamientos cobardes; con sus Alberto Lovera, Jorge Rodríguez, Argimiro Gabaldón, los carupaneros Jesús Salvador Castelín, Elías David La Rosa, Héctor Moya y Alí Velásquez entre sus numerosa víctimas; con sus tantos y tantos estudiantes asesinados en manifestaciones, con su allanamiento a la Universidad Central de Venezuela, con su traicionera política de pacificación –doy fe de ello-, con sus masacres de El Amparo, de Yumare, de Cantaura, de Tazón; la falsa democracia puntofijista o, adeco copeyana, con su suspensión de las garantías constitucionales y su arremetida sangrienta en el caracazo…

Ése es el mismo Glorioso y Bravo Pueblo, que pobló los cerros de Caracas, ilusionado con la Venezuela saudita y el "ta´barato, dáme dos"; engañado por una chucuta nacionalización de la industria petrolera, de la cual sólo obtuvo un rancho con sus "techos de cartón" y sus paredes forradas con prometedoras consignas de "cien mil casitas por año".

Pero, ¡ése es el mismo Glorioso y Bravo Pueblo! que, en 1998, nuevamente, con atrevimiento da un paso al frente, eligiendo a Hugo Chávez como su Presidente, comenzando a su lado a transitar nuevos senderos, senderos diferentes a los marcados por la democracia puntofijista, de lo cual ya hicimos referencia; éste nuevo rumbo, señalado por el Comandante Chávez, visualizando y palpando en ese camino la paz ciudadana, la reivindicación social, la justicia humana; el Glorioso y Bravo Pueblo marca esa nueva ruta de su presente y de su futuro al decir Sí a, la también, nueva Constitución Bolivariana, logrando objetivos fundamentales del Estado venezolano, como por ejemplo, el respeto al derecho a la vida, a la libertad personal, a expresar libremente su pensamiento, sus ideas u opiniones, a manifestar pacíficamente. Esa nueva Constitución establece en su artículo 5 que "la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo".

Y ese precepto constitucional quedó firmemente establecido cuando, ese Glorioso y Bravo Pueblo, ante los sucesos impulsados por la élite burguesa venezolana, tutelada por el imperio estadounidense, y que conllevaron al golpe de Estado en contra del Presidente Chávez, el 11 de abril del 2002, con el secuestro de éste, con la anulación de todos los Poderes del Estado venezolano y la auto juramentación como Presidente, de un títere usurpador, ése pueblo no se amilanó, menos aun se enculilló; no se replegó, ni abandonó un instante sus esperanzas de transitar por ese nuevo camino hacia el necesario socialismo humanitario, y, armado con amor y valentía, salió a la calle, colmó los alrededores del Palacio Presidencial de Miraflores, pobló las entradas de Fuerte Tiuna, en donde fue recibido por militares patriotas, para, en unión cívico militar, exigir la restitución de la constitucionalidad y del estado de derecho, comenzando con la liberación del Presidente Chávez.

En cuestión de pocas horas, ese Glorioso y Bravo Pueblo, en concordancia con los uniformados -¡que también son pueblo!-, al grito unísono de "¡el pueblo unido jamás será vencido!", "¡el pueblo arrecho reclama sus derechos!" y de "¡queremos a Chávez!", logran el abandono del títere usurpador, la huída en cambote de la élite burguesa del Palacio de Miraflores –oficiales de plaza Altamira, la Jerarquía de la Iglesia Católica, los manipuladores medios de comunicación, los rastreros politiqueros de la oposición…-

Y logran, ése 13 de abril hacer valer el Poder Popular, exaltando el artículo 5 de su Constitución Bolivariana, al rescatar, de las garras del diablo, a su Presidente Hugo Rafael Chávez Frías!!!

¡Viva el Glorioso y Bravo Pueblo Venezolano!

 

jorgenunez04@hotmail.com



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