"la política se mide por el resultado", sentenció Nicolás Maquiavelo, en su magistral obra literaria: "él príncipe"
Es decir, que lo bueno o malo de la gestión pública del gobernante y su gobierno se evalua por el resultado obtenido, habida cuenta de los análisis de impacto en las distintas variables o factores concurrentes en dicho proceso durante el período del mandato. En nuestra opinión, la gestión madurista(2013-2025), además de ser la peor de la historia contemporanea de Venezuela.
No cumplió, ni podrá cumplir con los estándares que exige el estado de bienestar social para un desarrollo humano de calidad aceptable en paz y en democracia, lo cuál se caracteriza por una espiritualidad feliz del colectivo nacional que debe existir en la materialidad de la vida del pueblo venezolano y principalmente en la masa trabajadora, que siendo el sector que produce todo, sin embargo permanece en situación de precariedad y pobreza crítica, indefenso y abandonado por quienes con su arrogante crisis de subjetividad política y la falsa narrativa de la usurpación se autoproclaman "obreristas, revolucionarios y hasta socialistas", cuando su realidad material demuestra un burgar compromiso con el modelo neoliberal salvaje.
Es necesario recordar, que el gobierno madurista y la dirección del psuv, tuvieron la mejor oportunidad en lo que va del siglo XXI, de continuar el proceso de cambio transformador para el avance social humanista iniciado por el gobierno democrático y clasista de Chávez, ejecutoria con resultados concretos y tangibles en lo económico, lo laboral-legal y lo socio-cultural en beneficio de la clase trabajadora, de cara a la Constitución Bolivariana y el plan de la patria original (2013-2019), ésa es una verdad incontestable, aunque la mezquindad política variopinta, hedionda y esclavista no lo reconozca.
Lo cierto es, que hoy estamos frente a la patética contradicción de un gobierno ilegítimo, desclasado y con el mayor retroceso ideológico y descomposición ética habida en toda su estructura orgánica, bajo el diagnóstico crítico de una patología terminar irreversible, políticamente agotado y sin respuestas que ofrezcan solución, más allá de cuidar celosamente por interes de usufructuar su permanencia en el poder, ésta vez acompañado de su propia burocracia sindical desclasada, inútil, corrumpida y traidora, convocaron una "farsa constituyente obrera" el pasado 24 de octubre del año 2023, teniendo previsto concluir ése teatrillo el próximo 14-15 y 16 de diciembre del presente año 2025,
según ellos, con un "gran congreso constituyente de la clase obrera"; vaya usted a saber con qué culo se sienta la cucaracha, de seguir burlándose de los trabajadores.
Hablamos con el sentido crítico, de un "oscuro congreso" del que sospechamos, quizás tengan preparadas importantes sorpresas para seguirle arruinado la vida a la clase trabajadora venezolana. Número 1- probable reforma de la Ley del trabajo(LOTT) con la eliminación del artículo 141 sobre el derecho de las prestaciones sociales, así asegurar el compromiso de complacer a la vieja y nueva burguesía agrupada en fedecamaras, sabiendo que aunque Chávez con el artículo 92 constitucional blindó las prestaciones sociales, para el madurismo es letra muerta.
Número 2 - Fedecamaras será el único sindicato corporativo que tendrá vigencia en Venezuela, porque los sindicatos obreros y similares quizás sean eliminados, ante la letra muerta de los convenios 87 sobre libertad sindical y el 98 sobre el derecho de sindicación y negociación colectiva, ratificados ante la OIT; y es que el autoritarismo del ministro Piñate, propone darle un manotazo a la libertad sindical y eliminar todas las organizaciones sindicales excepto la suya (CBST), acaso éso no es un golpe antidemocrático a la clase trabajadora venezolana.
Si la intencionalidad del gobierno madurista y la "burocracia" sindical liderada por Will Rangel del viejo sindicalismo adeco y Francisco Torralba pupilo del exalcalde de caracas Antonio Ledesma, fuese verdaderamente ayudar a la clase trabajadora, bastaría entonces, en cumplir y hacer cumplir la Constitución Bolivariana y la ley del trabajo(LOTT), porque para eso son el gobierno con suficiente poder, el mismo con el que usan para despedir, perseguir y encarcelar la dirigencia sindical clasista. No hace falta organizar un congreso constituyente improductivo e inútil, anulen y dejen de aplicar el memorándum 2792 y el instructivo onapre contra los trabajadores, activen y apliquen el artículo 91 constitucional para igualar el salario al precio de la cesta básica (500 dólares) mensual; de lo contrario ése evento no pasará de ser un torneo olímpico de discursos vacíos y de doble rasero.
El pueblo trabajador venezolano actualmente tiene dos enemigos antagónicos declarados y altamente peligrosos para sus intereses de clase. El externo: el histórico imperialismo Yankee con su maquinaria de dominio y explotación capitalista salvaje, las medidas coercitivas del bloqueo criminal; el gobierno de Trump y su amenaza de invasión genocida. El interno: Nicolás Maduro y su gobierno entreguista, la dirección del psuv, la CBST, el oportunismo cobarde del maricorinismo vende patria protoliberal pro-imperialista y las nueva y vieja burguesías agrupada en fedecamaras.
Ambos enemigos de la clase obrera venezolana, tienen intereses comunes y programas similares: el poder político, el control de la economía y la receta neoliberal (la sobrexplotación sistemática y precarización laboral, la privatización de todo, saqueo de recursos naturales, globalismo anti soberanía, reducción del estado social, etc.). Pero aunque se diferencien en las formas y estilos, manteniendo una falsa polarización con narrativas adversas entre ellos, en el fondo son los mismos demonios capitalistas antiobreros y forman parte de la presente tragedia, porque ambos niegan el bienestar social, salarios dignos y quieren eliminar los derechos conquistados por los trabajadores venezolanos.
Con la nefasta "constituyente obrera" en marcha, el gobierno madurista y su asistente burocracia sindical, ahora vienen con el simplísimo de siempre, por vía de la imposición disfrazada de diálogo, consenso y acuerdo de cúpulas a terminar de acabar con lo poco que queda del movimiento sindical organizado en su lucha libertaria y reivindicativa, para completar el plan iniciado con los despidos, persecución y encarcelamiento de la dirigencia sindical clasista, tal como ya lo hicieron con el movimiento comunitario hoy con sus organizaciones controladas y castradas al servicio de la improvisación fracasada del gobierno y copartícipes de la desbastadora corrupción institucionalizada.
Al gobierno madurista en su grave crisis política del poder y bajo la presión de Trump, lo agarró el catarro sin pañuelo, como consecuencia lógica de su catastrófico desastre de 13 años. Pero tampoco el destino de la clase obrera venezolana de ninguna manera debe mezclarse y depender de la grave descomposición orgánica interna de una burocracia sindical atrazada, inútil, desclasada, corrompida y sin autonomía, apéndice del gobierno madurista. Su actual crisis es uno de los problemas interno del madurismo y deberían resolver su "peo" entre ellos, sin involucrar irresponsablemente a los trabajadores; de allí, que justificar la falta de voluntad política y el entreguismo complaciente a los deseos de la burguesía atrincherada en fedecamaras, no es la mejor opción.
Si él próximo "gran congreso constituyente de la clase obrera", es para beneficiar a los trabajadores venezolanos, entonces debería concluir con la aprobación de tres puntos urgentes y necesarios. Primero: libertad inmediata de todos los trabajadores encarcelados. Segundo: aumento general de sueldos, salarios y pensiones cumpliendo con el artículo 91 constitucional. Tercero: restituir la democracia, la autonomía de los sindicatos y la discusión de todos los convenios colectivos del país.
Ahora si están impedidos de hecelo o les falta voluntad política. Entonces propongan la convocatoria de la Junta Patriótica de Salvación, para que haga lo propio, y convoque elecciones libres, democráticas y participativas, para que la salida a la crisis quede en manos del pueblo y no de un acuerdo de cúpulas donde seguramente el pueblo trabajador saldrá perdiendo nuevamente; créanlo.