El ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir —líder ultraderechista responsable de la unidad de la policía fronteriza implicada— ha aprobado el ascenso del mando encargado de la unidad en la que, hace apenas un día, dos militares dispararon y mataron a dos hombres palestinos que se rindieron con las manos en alto en la ciudad de Yenín, en la Cisjordania ocupada.
Según remiten tanto el diario israelí Haaretz como el Times of Israel, Ben-Gvir visitó la base operativa de la unidad para comunicar personalmente su decisión al comandante. Funtes policiales aseguran a los citados medios que la promoción corresponde a un acción recomendada por el comisario general de policía y la cúpula de mando. El ascenso resulta inusual porque los responsables de unidades encubiertas similares suelen ostentar el grado de teniente coronel, mucho más bajo que el nuevo rango que le han concedido.
El ascenso, condecoración en la práctica, se produce cuando el escándalo por el tiroteo se intensifica: el vídeo del incidente, difundido por medios árabes e internacionales, muestra a los dos hombres saliendo de un edificio con las manos en alto, con el torso parcialmente al descubierto para demostrar que no tenían armas, en señal inequívoca de rendición. Aun así, según las imágenes, fueron obligados a volver al inmueble y ejecutados a quemarropa.
Varios grupos defensores de los derechos humanos y organismos internacionales como la ONU están denunciando lo ocurrido como un crimen de guerra y exigen que se garantice una investigación imparcial. El ascenso decidido por Ben-Gvir envía un mensaje claro: no solo impunidad, sino respaldo oficial a actos que violan normas fundamentales del derecho internacional.