Marco Rubio, la cruzada permanente contra Venezuela y Cuba

Viernes, 26/12/2025 05:13 AM

Marco Rubio, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, no es un funcionario más en la política estadounidense. Su discurso constante contra los gobiernos de Venezuela y Cuba, su incansable retórica de confrontación y su influencia dentro de la política exterior estadounidense han sido factores determinantes en la escalada de tensiones entre Washington y nuestros países en los últimos años.

Rubio ha convertido la amenaza que representan los gobiernos, según él, en una causa personal y en el eje de su visión hemisférica. Entender por qué Rubio persigue esta agenda con tanta vehemencia requiere examinar hechos, conexiones políticas, narrativas ideológicas y las especulaciones que esa combinación despierta entre gobiernos soberanos que han sido blanco de sanciones, bloqueos y — ahora — operaciones militares.

1. Rubio y su narrativa personal: ideología, origen y enemigo ideológico

La trayectoria política de Rubio está profundamente marcada por su identidad como hijo de emigrantes cubanos exiliados. Esta biografía ha moldeado profundamente su visión de Cuba, que él describe no solo como una dictadura autoritaria, sino como "un peligro estructural para la estabilidad regional" y un aliado de grupos que — según él — amenazan la seguridad estadounidense. Rubio ha dicho que Cuba ayuda a grupos como FARC y ELN y que mantiene vínculos con Hamas y Hezbollah — por eso para él Cuba es "un Estado patrocinador del terrorismo".

Esa misma lógica se traslada a Venezuela: para Rubio, es un "narco-régimen" que ha convertido al Estado en un instrumento del crimen organizado y un foco de inmigración masiva que representa una crisis hemisférica.

Es crucial destacar que esta visión es profundamente ideológica. No se basa únicamente en análisis académicos o evaluaciones neutrales de la realidad venezolana o cubana: es una construcción que conecta autoritarismo, narcotráfico y amenazas transnacionales en una narrativa coherente para una audiencia estadounidense y global. Esta construcción ha servido como justificación para sanciones económicas, presiones diplomáticas y, ahora, para una presencia militar sin precedente en la región.

2. De la retórica a la práctica: sanciones, medidas y coerción económica

Rubio no se ha limitado a hablar fuerte. Desde posiciones de poder, primero como senador y luego como figura de influencia dentro de la administración estadounidense, ha promovido políticas concretas:

Cuba

Reinstauración de la "Cuba Restricted List", revirtiendo medidas de apertura que habían sido tomadas por la administración anterior. Esa lista prohíbe transacciones financieras con entidades cubanas relacionadas con las fuerzas armadas, inteligencia o seguridad, impactando directamente en la economía cubana y en las familias que dependen de remesas.

Rubio ha apoyado sanciones adicionales y restrictivas, incluyendo medidas contra proveedores de remesas y la re-clasificación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo.

Estas medidas no se presentan como simples sanciones: se justifican como castigo moral por violaciones a derechos humanos, migración forzada y represión política. Pero el resultado concreto ha sido un mayor aislamiento económico y social para Cuba, algo que el gobierno cubano ha denunciado como un intento deliberado de socavar la estabilidad interna de la isla.

Venezuela

Rubio empujó por sanciones "severas y escalables" contra el gobierno de Nicolás Maduro, entre otras cosas, debido a que Caracas no había tomado medidas para con la repatriación de ciudadanos desde los Estados Unidos.

Mientras tanto Washington ha:

· Impuesto la seizura de un buque cisterna venezolano cargado con petróleo, una acción que Cuba calificó de "piratería y terrorismo marítimo".

· Desplegado fuerza naval y llevado a cabo operaciones militares que han resultado en la muerte de civiles pescadores.

· Declarado un bloqueo total de petróleo venezolano, acompañándolo con un discurso agresivo que acusa a Venezuela de "robo de recursos".

Esto coloca a Venezuela en una posición no solo de sanciones, sino de confrontación militar y coerción económica directa, un salto dramático respecto a décadas de política estadounidense que solo sancionaban a individuos o entidades.

3. Una estrategia de largo alcance: aislar a Cuba destruyendo el soporte venezolano

Más allá de sanciones puntuales, Rubio ha expuesto una teoría estratégica: si debilita a Maduro en Venezuela, debilitará al gobierno cubano, que históricamente ha dependido del petróleo venezolano para sostener su economía.

Esto no es una conspiración improvisada: es una línea de pensamiento declarada en discursos internos y públicos. Su lógica estratégica es que la caída de Caracas desmantelaría un pilar fundamental del sistema político cubano.

Pero esa teoría tiene graves problemas prácticos y éticos:

· No toma en cuenta la complejidad soberana de ambos países, ni la capacidad de Cuba de diversificar sus relaciones energéticas.

· Externaliza la solución de crisis internas a la intervención foránea, algo que históricamente ha provocado resistencia, no rendición.

· Ignora las consecuencias sociales y económicas que las sanciones intensivas y los bloqueos tienen sobre poblaciones civiles ya vulnerables.

4. Discrepancias internas en Washington

Una crítica recurrente desde Caracas es que Rubio actúa como el halcón principal en la política latinoamericana del gobierno estadounidense. La Casa Blanca ha vivido una tensión interna entre acercamientos diplomáticos puntuales — como temporalmente autorizar a Chevron a operar en Venezuela— y el endurecimiento bajo la influencia de Rubio y sus aliados.

Washington ha anunciado medidas extremadamente agresivas (bloqueos, confiscaciones de petróleo, declaraciones que convierten a Venezuela en una "organización terrorista" y exigen la entrega de recursos), pero hasta ahora no ha lanzado una invasión a gran escala. Esto sugiere una estrategia dividida: usar la fuerza y la coerción económica para debilitar regímenes adversarios, pero detenerse antes de una guerra total que podría tener severas repercusiones internacionales.

Desde Caracas, hay quienes especulan que exista una alianza tácita entre Rubio y ciertos sectores de la industria petrolera estadounidense, motivada por la enorme riqueza energética de Venezuela. Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo. Esta realidad —unida a décadas de nacionalización bajo gobiernos revolucionarios— representa una oportunidad geoestratégica para empresas que buscan expandir su acceso a esos recursos.

La idea — aunque no confirmada — es que sectores empresariales podrían preferir un cambio de régimen que facilite contratos más favorables y acceso a petróleo y minerales estratégicos. El hecho de que Venezuela haya estado en el centro de presión diplomática estadounidense durante décadas alimenta estas discusiones entre analistas críticos, incluso si no hay pruebas directas de acuerdos financieros específicos con Rubio.

5. Los efectos reales en nuestros pueblos

Desde la perspectiva venezolana y cubana, la narrativa de "liberación" que promueven Rubio y sectores del gobierno de los Estados Unidos suena hueca frente a realidades cotidianas:

· Las sanciones económicas han exacerbado la escasez de medicamentos y bienes esenciales, reduciendo aún más la calidad de vida de poblaciones ya afectadas por crisis internas.

· El bloqueo del petróleo venezolano y las medidas contra los buques cisterna complican la capacidad de comerciar libremente y sostener programas sociales básicos.

· La retórica militar — acciones ofensivas en alta mar, amenazas de intervención y presencia de la Armada estadounidense en el Caribe — intensifica miedos legítimos de escalada y conflictividad regional.

Mientras tanto, sectores empresariales estadounidenses celebran el giro hacia una política más agresiva.

6. El lobby, la política electoral y el uso de América Latina como escenario doméstico

Un elemento clave para entender la persistencia de Marco Rubio en la agenda contra Venezuela y Cuba es el uso de la política exterior como herramienta de política interna estadounidense. Florida, su bastión electoral histórico, sigue siendo un territorio donde el voto cubano-americano y venezolano-americano es cortejado con discursos de línea dura, promesas de castigo a La Habana y Caracas, y una retórica que simplifica conflictos complejos en términos morales absolutos: "libertad versus tiranía".

Rubio ha sabido capitalizar este electorado. Cada sanción anunciada, cada discurso incendiario contra Maduro o el gobierno cubano, tiene un doble destinatario:

· Los gobiernos latinoamericanos señalados como enemigos.

· El votante estadounidense que exige demostraciones visibles de "liderazgo fuerte".

En este sentido, Venezuela y Cuba se convierten en símbolos políticos, más que en países con realidades sociales complejas. Son utilizados como pruebas de firmeza ideológica en campañas electorales, debates televisivos y negociaciones internas dentro del Partido Republicano.

Aquí es donde algunos analistas plantean una hipótesis inquietante: la política hacia Venezuela no se diseña únicamente desde la seguridad nacional, sino desde el cálculo electoral. Sanciones, bloqueos y amenazas funcionan como mensajes políticos hacia el electorado, incluso cuando su impacto real sobre los gobiernos señalados es limitado o contraproducente.

7. El petróleo como telón de fondo permanente

Venezuela no es cualquier país. Es, desde el punto de vista energético, una potencia estratégica, poseedora de las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, además de gas, oro, coltán y otros minerales críticos. Esta realidad ha condicionado históricamente su relación con los Estados Unidos, mucho antes de la Revolución Bolivariana.

Desde Caracas, resulta imposible ignorar que cada ciclo de presión extrema contra Venezuela coincide con momentos de reconfiguración del mercado energético global: crisis de precios, tensiones con Rusia, conflictos en Medio Oriente o disputas comerciales con China.

En ese contexto, la pregunta surge de forma natural - ¿Es plausible que sectores de la industria energética estadounidense vean con buenos ojos un cambio político en Venezuela que permita mayor acceso, privatización y contratos favorables?

La insistencia de Rubio en calificar al Estado venezolano como "criminal" o "terrorista" tiene un efecto político concreto: deslegitimar cualquier reclamo de soberanía sobre sus recursos. En el lenguaje de la geopolítica, eso allana el camino para justificar medidas excepcionales: confiscaciones, bloqueos, control marítimo y, eventualmente, operaciones más directas.

8. La militarización del Caribe: presión sin invasión

Otro rasgo distintivo de la política impulsada por Rubio es la militarización indirecta, una estrategia que busca intimidar, asfixiar y desgastar sin llegar —todavía— a una invasión abierta.

Presencia naval, confiscación de cargamentos, ejercicios militares "antinarcóticos", vigilancia aérea y retórica belicista forman parte de una doctrina conocida: presión máxima sin guerra declarada.

Rubio parece creer genuinamente en la necesidad de un colapso total de los gobiernos de Venezuela y Cuba como objetivo estratégico final. Rubio actúa como si el enorme, tanto regional como globalmente costo político, humano y económico de una guerra abierta en Venezuela fuera secundario frente a lo que él considera una "misión histórica".

9. Cuba como obsesión, Venezuela como palanca

Para Rubio, Cuba no es solo un adversario ideológico: es el origen simbólico de su cruzada política. Venezuela aparece entonces como la palanca necesaria para desestabilizar a La Habana. Esta lógica —expresada en múltiples discursos— parte de una premisa: sin petróleo venezolano, el sistema cubano colapsará.

El problema de esta visión es que reduce sociedades enteras a ecuaciones económicas simplistas. Ignora la capacidad de adaptación de Cuba, sus alianzas internacionales y su experiencia histórica bajo bloqueo. Del mismo modo, subestima el nacionalismo venezolano y la resistencia que suele generar la presión externa.

Paradójicamente, cuanto más agresiva es la política estadounidense, más se refuerzan los discursos soberanistas internos, incluso entre sectores críticos de sus propios gobiernos.

10. El costo humano invisible

Uno de los aspectos más graves — y menos mencionados en Washington — es el impacto humano real de estas políticas. Las sanciones no son conceptos abstractos: se traducen en dificultades para importar medicamentos, repuestos, alimentos y tecnología. Afectan hospitales, sistemas eléctricos y programas sociales.

Desde la narrativa oficial estadounidense, estos daños colaterales se atribuyen exclusivamente a la "ineficiencia" o "corrupción" de los gobiernos locales. Pero incluso organismos internacionales han reconocido que las sanciones amplifican crisis preexistentes y castigan desproporcionadamente a la población civil.

En el discurso de Rubio, el sufrimiento es instrumentalizado como prueba del "fracaso del socialismo", nunca como consecuencia de una política de asfixia deliberada.

11. La conclusión

La obsesión de Marco Rubio con Venezuela y Cuba no puede explicarse por una sola causa. Es el resultado de una mezcla peligrosa de ideología personal, cálculo electoral, intereses geoestratégicos y una visión del mundo anclada en la Guerra Fría.

Desde Venezuela, la lectura es clara - no se trata únicamente de democracia, ni exclusivamente de derechos humanos. Se trata de poder, control y recursos, envueltos en un discurso moral que busca legitimar políticas de presión extrema. La historia latinoamericana está llena de episodios similares. Y si algo nos ha enseñado esa historia es que los pueblos que son tratados como piezas en un tablero geopolítico rara vez olvidan quién movió las fichas.

 

dfonsecaperiodista@gmail.com

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