Agresiones de EE. UU. a Venezuela no son por droga ni democracia

Sábado, 20/12/2025 09:00 AM

Agresiones de EE. UU. a Venezuela
no son por droga ni democracia
--Obedecen a la tozudez del imperio estadounidense en querer
apropiarse de las riquezas naturales del país que posee las reservas
petroleras más grandes del mundo.
 
 
Ya está totalmente develado por parte del imaginario colectivo latinoamericano
y caribeño. Y yo diría que esto se sabe a escala mundial. Los objetivos del
movimiento del portaviones USS General Ford, uno de los más sofisticados del
mundo, en aguas del mar Caribe, contiguas a las mismas aguas saladas caribeñas
pertenecientes al mar territorial venezolano. En este operativo se incluyeron al
principio unos 15.000 marines, barcos de guerra, aviones, drones y centenares
de armas de todo tipo para guerrear en el mar. Bueno, conviene saber que esto
no obedece —exclusivamente— a una estrategia para combatir al narcotráfico o
a un aparente desajuste sesgado hacia visos dictatoriales de la democracia en
Venezuela, como se ha pretendido hacer ver desde Estados Unidos.
¡No! ¡Todo lo contrario! El objetivo principal de esa puja delictiva
estadounidense es apoderarse de nuestro petróleo, pues como ha trascendido vox
populi, Venezuela lidera las reservas petroleras más grandes del mundo, con
303.000 millones de barriles de oro negro en su subsuelo, cifra superior a las de
Arabia Saudita y a las de Irán e Irak juntas, que es mucho decir.
Por ello, ese movimiento multimillonario de embarcaciones mantiene en ascuas
a mucha gente confundida por los efectos psicológicos que conlleva una buena
parte de esa guerra hibrida que han activado contra el país. Altamente perversa,
por lo demás; bien diseñada y financiada por el imperio más odiado de la
historia.
Una guerra hibrida que mata. Sin embargo, la fase actual tiene como propósitos
el amedrentamiento de la población que se deja sugestionar por esos mensajes
de las redes debidamente facturados que ahora se amparan en la inteligencia
artificial (IA) para tener mayor efectividad y, por supuesto, como advertimos en
líneas precedentes, la actual generación no está preparada para hacerle frente a
estas guerras modernas, pero se hace camino al andar, como dice Antonio
 
Machado en su poema “Campos de Castilla”. Sobre la marcha vamos
aprendiendo, agregaría yo.
Se trata de “ una estrategia moderna que combina tácticas militares
convencionales con métodos no convencionales (ciberataque, desinformación,
guerra psicológica, presión económica) para desestabilizar a un adversario,
difuminando las líneas entre guerra y paz y operando a menudo sin una
declaración formal, aprovechando la tecnología y la manipulación de la
información para influir en la población y las instituciones, y haciendo difícil
atribuir el ataque”, tal como nos ilustra este texto emanado de la Universidad
Europea. Como tratamos de hacerlo nosotros a través de los insumos que
aportamos en el curso de nuestras apreciaciones en los diferentes textos
dirigidos a la comprensión con fluidez de las personas que nos leen.
Para muestra un botón
Solo hay que dar una mirada a la geografía global centrando la mirada en míster
Trump y su gente para entender hacia dónde va esta supuesta guerra contra los
orígenes y redes del narcotráfico, que tiene otros objetivos: los de una guerra
contra el narcotráfico, pero, a favor del narcotráfico. No ahondaremos en
mayores detalles sobre esto en honor al espacio y al tiempo disponible de
quienes dedican parte de su tiempo para hurgar y toparse en estos materiales con
contenidos de su interés.
Utilizar un misil para matar a ocho o diez humildes pescadores en costas
venezolanas, tildándolos de narcotraficantes, constituye un absurdo; un misil se
utiliza, en teoría, en una guerra de grandes proporciones para matar a centenares
o millares de personas. No a dos sobrevivientes que, por un milagro, como diría
mi madre, se salvaron de la explosión y estaban flotando en el agua pidiendo
socorro. Y había que respetarles la vida. Una hora permanecieron en el mar
profundo y sin apoyo de ningún tipo, a la espera del amparo que les permitiera
salvar sus vidas, pero nada ocurrió que no fuese un segundo misil que les segó la
vida. Cuando apareció el más fuerte, el Superman (el hombre de acero) sin
sentimientos, con su arrogancia y los aplasta como a unas cucarachitas,
disparándoles otro misil que los borró del mapa, a sabiendas de que con ello
violaba el derecho internacional humanitario. Eso, claro que lo sabía, pero no le
importó nada.
Narcotraficante no es cualquiera
 
Otro exabrupto ha consistido en tildar a estos humildes pescadores de
narcotraficantes, cuando se sabe las magnitudes del poder que maneja un
narcotraficante verdadero, que no es cualquier cosa.
Allí, en esa escena recién leída está retratado el guapetón del barrio, el dueño del
balón, el que decide quiénes pueden jugar y quiénes no. El que cuando está
perdiendo se lleva el balón argumentando tener sed. Entonces, se va a su casa a
tomar agua y carga con su balón. Esa es la escena que nuestra imaginación trajo
al presente luego de leer la nota de prensa sobre el robo del barco petrolero
asaltado.
Inna Afinogenova, en el programa La Base América Latina, que se trasmite
desde México por YouTube y cada vez adquiere mayor atractivo en este
continente, hizo una radiografía perfecta de este pirata de la mar caribeña.
Para combatir el narcotráfico —dijo la periodista— no hace falta volar ninguna
lancha pesquera a motor fuera de borda en el Caribe con un misil; solo hay que
meter la lupa en Wall Street a pocos kilómetros de Transit Tower, una zona que
Donald Trump conoce muy bien.
Tanto en lo que publicaron los periódicos sobre este caso, como la narración de
la periodista Afinogenova, nos reproducen ese tema bíblico sobre David contra
Goliat. En este acontecimiento se ven a las claras las bravuconadas del poderoso
frente al débil. Aquí esta condensada la real metáfora sobre el caso venezolano
que hemos descrito. La del fuerte contra el débil. Pero, ojo, no se equivoque
míster Trump: mire que está haciendo todo para que le salga el tiro por la culata,
como caracterizaría su caso un venezolano de a pie.
¡El colmo!
Para lo que acabamos de saber en las últimas horas no se nos ocurre otro
calificativo que no sea ¡el colmo! El propio imperio mostrando sus colmillos.
Sus hazañas sobre el robo del carguero petrolero venezolano en alta mar.
Un supercarguero con petróleo de Venezuela. En la TV y se podía observar a
pantalla total una escena propia de una película hollywoodense. “Así, que se vea
como real” decían desde el portaviones los jefes del robo a los camarógrafos. Y
era real. Fue real. Policías estadounidenses de distintos cuerpos oficiales se
trasladaban en un helicóptero, que se ubicó desde el aire sobre un barco en alta
mar, descendieron por una cuerda (igualito que en las películas) y se apoderaron
del barco. Declaraba el presidente Donald Trump a la prensa desde Washington:
 
“Era un barco grande, uno de los más grandes que navegan transportando
petróleo por ese sitio”, dijo. Bueno, el caso fue que se trataba de un barco que
transportaba petróleo venezolano “prohibido”, aseguró míster Trump.
El barco transportaba, cuando fue interceptado y confiscada su carga por los
marines estadounidenses el jueves 11 de diciembre, 1.900.000 barriles de
petróleo, a un costo de por lo menos 55 millones de dólares, cifra difundida por
internet.
Uno de los periodistas que asistían a la rueda de prensa del presidente
estadounidense le preguntó qué iban a hacer con ese petróleo incautado y míster
Donald Trump, sin ningún rubor, respondió, como sí nada, como algo normal en
su vida: “Supongo que nos lo quedamos”.
Como en la ley del Talión
Como una respuesta basada en la ley del Talión, ojo por ojo, diente por diente, a
pocos días del robo del barco petrolero venezolano (11/12/2025) en costas de
Venezuela por parte de Estados Unidos, ocurrió que este sábado 13 de diciembre
se produjo un hecho semejante, pero el autor no era Estados Unidos sino Irán,
revelaron las noticias internacionales. Irán interceptó y acto seguido decomisó la
mercancía de un tanquero que se dirigía, al parecer, rumbo a Estados Unidos,
con seis millones de litros de diésel. Distante de acá, de Latinoamérica. Eso
ocurrió en el Medio Oriente, en el estrecho de Ormuz.
La nave ha sido acusada de navegar ilegalmente en aguas territoriales iranies.
Estos como que sí eran unos verdaderos bichos de la piratería marítima, pues
llevaban los sistemas de navegación apagados para no ser detectados por los
radares de las patrullas policiales. Fueron apresados 18 tripulantes de varias
nacionalidades, entre ellas: india, esrilanquesa y bangladesí. La nave fue
acusada de carecer de documentos válidos.
Este hecho ocurre después de que Estados Unidos incautara el petrolero
venezolano, como ha sido descrito aquí, generando tensiones en la zona y la
reacción positiva de una población que se siente asediada por el acoso
estadounidense y solidario con la actitud iraní.
A los fines de aportar al lector mayores insumos para la comprensión de lo que
hemos dicho, insertamos una nota breve de Google sobre la ley del Talión: “un
principio de justicia retributiva que establece que el castigo debe ser equivalente
al daño causado, resumido en la frase ojo por ojo, diente por diente”. Se
 
encuentra en textos antiguos como el Código de Hammurabi y la Biblia, y
aunque su aplicación literal es arcaica, su influencia perdura en la idea de que el
castigo debe ser proporcional al delito, buscando equilibrar justicia sin exceso ni
indulgencia, como se ve en sistemas legales actuales.

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