La mentira es casi tan vieja como la playa, surgió, de seguro, con los homínidos, allá en la antiquísima África. Las tribus originarias, en sus peleas a muerte, descubrieron que para asegurar la victoria se requería, además de armas contundentes, del engaño. Hace 2.500 años el sabio chino de los Reinos Combatientes, Sun Tzu, escribió: se engaña al enemigo mediante la creación de apariencias. Todo el arte de la guerra está basado en el engaño...
Lo de Trump y su camarilla, con Venezuela, es lo contrario a esto. No busca engañar a los venezolanos, aunque nos considere sus enemigos. Trata de engañar a sus propios ciudadanos y, también, a sus estúpidos aliados de Europa, con la intención de crear las condiciones para que, esa muy pequeña parte de la población venezolana que sigue a la frenética, y traidora, derecha venezolana; tome el poder y gobierne en función de los intereses gringos.
Este accionar del gobierno norteamericano, es demasiado grave para dejarlo de lado en unas supuestas conversaciones entre Maduro y Trump. El daño ocasionado de ninguna manera quedará en el olvido. Por todo lo anterior, estoy convencido que, la actuación de cada uno de los venezolanos, desde los países donde fueron a "refugiarse", solicitando, aupando o estimulando de manera pública, la agresión gringa contra nuestro país; deberá ser condenada de manera firme y radical, con la pérdida de la nacionalidad. Nuestros juristas encontrarán, sin duda alguna, la manera de confrontar los artículos 35 y 42 de la CRBV.
En relación a los que, desde Venezuela, han actuado de la misma manera, se les deberá abrir juicio por traición a la patria, buscando la mayor pena de cárcel posible. No se trata de la confrontación de ideologías, estamos frente a la sobrevivencia de la patria. Recordemos el pensamiento que en 1829 animó a Bolívar, a decir, en su carta de a Estanislao Vergara, presidente encargado de la Gran Colombia: La clemencia con los criminales es un ataque a la virtud... Se estaba refiriendo a Francisco de Paula Santander.