Las relaciones internacionales se han convertido en un campo de disputa entre proyectos de dominación y resistencias soberanas. Venezuela, sometida a sanciones unilaterales por parte de Estados Unidos, encuentra en China un aliado estratégico que reafirma su derecho a la autodeterminación. El reciente pronunciamiento de la portavoz de la Cancillería china, Mao Ning, constituye una muestra clara de respaldo político y diplomático frente a las presiones externas.
Mao Ning subrayó que las sanciones impuestas por Washington carecen de legitimidad, al no contar con el aval del Consejo de Seguridad de la ONU. Beijing sostiene que las medidas coercitivas unilaterales violan el derecho internacional y afectan directamente al pueblo venezolano, limitando su acceso a bienes esenciales y frenando el desarrollo económico.
Este posicionamiento reafirma la visión china de un orden internacional basado en el respeto mutuo y la no injerencia.
China ha reiterado que se opone a cualquier forma de intervención extranjera en los asuntos internos de Venezuela. Este principio se inscribe en la doctrina de política exterior china, que privilegia la cooperación Sur-Sur y el respeto a la soberanía de los Estados. Para Caracas, este apoyo representa un contrapeso frente a la hegemonía estadounidense y fortalece su capacidad de resistencia en el escenario internacional.
El respaldo de China a Venezuela no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia más amplia de construcción de un mundo multipolar. Al cuestionar las sanciones y denunciar la injerencia, Beijing se posiciona como defensor de un orden internacional alternativo al modelo unipolar impuesto por Washington. Venezuela, por su parte, se convierte en un socio clave dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, consolidando vínculos económicos y políticos con Asia.
El pronunciamiento de China en defensa de Venezuela refleja la convergencia de intereses entre dos Estados que buscan resistir las presiones de un sistema internacional dominado por la lógica imperial. Más allá de lo coyuntural, este apoyo simboliza la posibilidad de un nuevo equilibrio global, donde la soberanía y la autodeterminación de los pueblos prevalezcan sobre las sanciones y las injerencias externas.