(Crónica contra el olvido)

Crónica de una oposición atrapada en la fatalidad Estoica: Como va viniendo, vamos viendo

Domingo, 26/10/2025 02:10 PM

La frase que titula este artículo, es muy vieja relativamente. Pero marcó la vida de todos los venezolanos durante la transmisión de la telenovela "Por estas calles", con gran éxito, por cierto. Es una frase suelta cercana al pragmatismo y al estoicismo, expresada por un personaje sencillo, ingenuo, con ganas de aspirar en el escalafón social, y para ello debía hacerlo medrando en una institución pública, como adscripto a un cargo de la gobernación. Totalmente desclasado y colonizado por el viejo sistema puntofijista, de la democracia representativa y sumiso a la obediencia del gobernante de turno. (Si hay alguna mera coincidencia con la realidad, no es culpa mía.)

Hoy incluso lo podríamos calificar de enchufado. La frase "como va viniendo, vamos viendo", podría asociarse con la capacidad de improvisar, adaptarse a las circunstancias y mantener una actitud positiva, aun ante la adversidad, incluso hoy en dia lo llamamos capacidad de resiliencia frente a la incertidumbre, sobre todo si había cambios de turno, en el gobierno. Hoy en dia, estos personajes tienen la capacidad de adaptarse a las circunstancias que se le presenta con los gobiernos al que le toca que le toca su, fin. Esta situación refleja una mentalidad de improvisación y flexibilidad ante los desafíos.

Yo sostengo, que la oposición actúa así, "como va viniendo, vamos viendo", entonces tenemos que de tanto darle al cántaro buscando que este se rompa, ha sido posible llegar a la situación que hoy vive Venezuela con una amenaza usual y por su puesto extraordinaria por su capacidad armamentística.

-Resiliencia: capacidad de asociarse incluso con el hampa, terroristas y carteles colombianos, las llamadas Bamcrim, engañar jóvenes, ofrecerles dólares, zapatos de marca y drogas y alcohol.

-Falta de planificación: Constantemente la planificación viene del exterior sin conocer la realidad profunda del pueblo chavista y no chavista que quiere paz y tranquilidad para disfrutar sus fines de semana, sus fiestas tradicionales, la playa y el cumbe tradicional de las 6 de la tarde frente al porche de sus casas. Resultando extravagantes sus acciones, que no tienen propósitos claros, sino que son actos performativos (de performance - teatro experimental) para las redes sociales asociadas a la maquinaria mediática que han sustituidos a las jineteras de la comunicación, como las llamó "Luis Brito García" refiriéndose a las plantas televisoras que desde 1999 hasta el 2020, se convirtieron en armas de guerra contra el pueblo venezolano, porque todas sus acciones afectaron y afectaran para siempre a la ciudadanía. Sobre todo, el daño mental, y el desquiciamiento de casi 5 millones de personas de todas las edades y de todas las profesiones.

Es así, como en la Venezuela de los últimos veintisiete años, la frase "Como va viniendo, vamos viendo", pronunciada por Eudomar Santos —el personaje popular de la telenovela Por estas calles— dejó de ser un guiño costumbrista para convertirse en la brújula existencial de una oposición política que, desde 1998 hasta 2025, ha transitado entre la improvisación, la fragmentación y el delirio mesiánico. Eudomar, el pícaro del barrio con aspiraciones burocráticas, encarnaba la viveza criolla, el oportunismo sin proyecto, la fe en que el destino se acomoda solo. Y esa misma lógica parece haber guiado a quienes, en nombre de la democracia, terminaron por vaciarla.

De esa fuerza que encarnó la oposición con sus nutridas marchas después que la Asamblea Nacional aprobara el decreto con fuerza de ley de las 47 leyes habilitantes, desaprovechó este potencial y lo convirtió en un fracaso de egoístas y de egos, que se ensalzaron en sí mismo, perdiendo fuerza cada vez que planificaba una y otra vez sus aventuras, que solo causaron pérdidas económicas, muerte y destrucción tanto del lado chavista como del lado opositor, nunca reconociendo sus culpas y siempre achacándole la culpa al gobierno de sus malas y alocadas aventuras de lucha política alejadas de la democracia y legitimidad política.

Vamos a revisar una cronología de oportunidades perdidas, por esta derecha y maltrecha, como se suele decir. En ese sentido, la historia de la oposición venezolana puede dividirse en olas, cada una marcada por un liderazgo que prometía el cambio y terminaba naufragando:

2002: Golpe de Estado fallido. En vez de consolidar una vía democrática, se apostó por la ruptura institucional. El regreso de Chávez en 48 horas fue el primer gran revés. Ley de Tierras y Desarrollo Agrícola y la Ley de Hidrocarburos, publicadas en noviembre de 2001.

Referéndum revocatorio de 2004 y el rol de Súmate: La organización civil Súmate, liderada por María Corina Machado, fue clave en la recolección de firmas para activar el referéndum revocatorio contra el presidente Hugo Chávez, amparado en la Constitución de 1999. Sin embargo, las acusaciones de fraude no se hicieron esperar por el gobierno. Este acusó a Súmate de fraude en el proceso de recolección de firmas, alegando irregularidades como firmas duplicadas y uso indebido de datos. A su vez, Súmate denunció persecución política y defendió la legitimidad del proceso. Sin embargo, el CNE detectó las irregularidades señaladas por el gobierno, sin embargo, lograron reunir las firmas necesarias para su convocatoria. Aceptando el gobierno el reto y convocando Hugo Chávez de manera simbólica la batalla de Santa Inés, El referéndum se celebró el 15 de agosto de 2004. El resultado fue una victoria del "No" (a revocar), con un 59.10% frente al 40.64% del "Sí". Votación importante, que pudo haberle dado frutos para los siguientes 3 años, en procesos electorales nacionales, locales y regionales. Ante la pérdida de estas elecciones, se inició por parte de la oposición unas controversias post-electorales, terminaron de sembrar desesperanza, desconfianza y temor al voto seguro de cada elector, lo cual les perjudicó y le ha perjudicado hasta el dia de hoy, al convertir la famosa frase de ¡Fraude! Para cada evento electoral. Este episodio marcó un antes y un después en la política venezolana, tanto por el uso del referéndum como herramienta democrática como por las tensiones entre sociedad civil y Estado.

2005: Boicot electoral. Al no participar en las parlamentarias, dejaron el terreno libre al chavismo, que obtuvo control absoluto del poder legislativo.

2007: Derrota del referéndum constitucional. Una victoria ciudadana que no se capitalizó políticamente. La oposición celebró, pero no construyó. Pudieron trabajar esa fuerza que sostenía un liderazgo aun no reconocible entre este sector, pues acá el derrotado fue el presidente, incluyendo el ingrediente de que la Asamblea Nacional, complicó la situación, al incluir más de 70 artículos al proyecto propuesto por Chávez, lo que complicó su lectura y se incluyó un elemento explosivo, como fue la reelección indefinida que no calaba aún en la población en general. Aunque sostenían los responsables del partido de Chávez que se podía ganar haciendo unas impugnaciones y rescatando votos que la oposición manipulaba en las actas. Chávez llamaría a esa posibilidad de victoria bajo esos argumentos, como Pírrica victoria. Sabiendo Chávez, los demonios que eso desataría en la oposición, por lo que las consecuencias serían muy desastrosas para el país, que pudiera llevarla a una guerra civil.

2013: Capriles vs. Maduro. Tras una elección cerrada, Capriles y su combo de primero Justicia, denunció fraude sin pruebas contundentes. La movilización se diluyó en la ambigüedad. Pero, el llamado a la violencia por Capriles, generó muerte del lado chavista. Y destrucción de obras civiles y de servicios a la comunidad.

2014 y 2017: Protestas masivas. Cientos de muertos, miles de heridos. La calle se convirtió en campo de batalla, pero sin estrategia clara. El discurso se radicalizó, y la vida del otro —militante, policía, vecino— dejó de valer. Otra herida sin sanar en el chavismo, pero estoico aguanta, porque entiende que la vida lo vale todo por la revolución, es decir por el proyecto de país, dibujado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

2015: Victoria parlamentaria. La oposición ganó la Asamblea Nacional, pero no supo ejercer el poder. Se dividieron entre "demócratas buenos" y "demócratas malos", entre quienes querían negociar y quienes pedían intervención extranjera.

2019: Guaidó y el interinato. El clímax del delirio. Se proclamó presidente sin control territorial. Se pidió invasión, se celebró sanciones, se prometió libertad a cambio de hambre (Mientras ejercían libremente su libertad de gobernar paralelamente el país, sin instituciones, territorio, ni fuerzas armadas). El país se convirtió en tablero geopolítico, y los ciudadanos en carne de cañón.

2021–2023: Abstención y división. Mientras unos llamaban a votar, otros pedían boicot. La oposición se convirtió en un archipiélago de egos, cada uno con su narrativa de salvación.

2024–2025: María Corina Machado y Edmundo González. Una nueva esperanza, pero sin unidad. Las tensiones internas y el discurso de "todo o nada" repiten el ciclo de fatalismo. Y un premio nobel cuestionado a nivel local, regional e internacional.

Lamentablemente, el discurso opositor se ha ido deslizando hacia un fascismo emocional, donde el enemigo no es únicamente el chavismo, sino el otro venezolano que no piensa igual y que incluso puede estar en el exterior como migrante. Se ha normalizado la idea de que la libertad implica exterminar al chavista, al pobre, al migrante que no se alinea. Se ha pedido invasión militar, se ha celebrado el colapso económico como estrategia de presión, y se ha convertido la crisis alimentaria en espectáculo para redes sociales.

Las sanciones, lejos de debilitar al gobierno, se convirtieron en instrumento de lucro para una élite opositora que vive de la dádiva imperial. Mientras millones emigran, algunos dirigentes viajan por el mundo como embajadores de una Venezuela que no existe, vendiendo la narrativa del apocalipsis para recibir fondos, premios y aplausos.

La oposición venezolana no ha sido víctima del destino, sino de su propia incapacidad para construir un proyecto ético, democrático y popular. Se aferraron a la frase de Eudomar Santos como si fuera un mantra: "Como va viniendo, vamos viendo". Pero el país no es una novela, y el pueblo no es un personaje secundario.

La democracia no se improvisa. Se construye. Y en ese camino, la oposición ha preferido el atajo, el espectáculo, la fatalidad. Han tenido fuerza, pero la han desperdiciado. Han tenido apoyo, pero lo han traicionado. Han tenido oportunidades, pero las han convertido en ruinas.

Así las cosas, el chavismo construye el socialismo en el barrio, en el consejo comunal, en la comuna, en los proyectos nacionales, en los futuros mercales y Pedvales, en las bodegas patriotas del futuro, en el cuento, en el chiste, en la anécdota sobre las locuras de la oposición y su ilógica y absurda realidad.

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