Escuché con suma atención la reciente intervención del presidente Petro en la Asamblea de las Naciones Unidas y quedé profundamente sorprendido por su claridad, valentía y profundidad analítica. Su discurso lo percibí como un acto final, una declaración hecha sin importar los riesgos personales.
Debo confesar que, hasta ese momento, sentía incomodidad por sus posturas respecto a la reelección del presidente Maduro, pensando que se debían a chantaje político o desinformación.
Sin embargo, al verlo en la ONU, me percaté de su altura y nivel político, así como de su profunda conexión con el pueblo.
Su tono y su postura me recordaron inmediatamente al Comandante Chávez cuando pronunció el icónico "¡Huele a azufre!", que lamentablemente precedió a su fallecimiento como un "pase de factura" en el tiempo.
Al escuchar a Petro con una firmeza tan similar a la de Chávez, me pregunté: "¿Cuánto le costará este discurso?" Esta es la marca de los auténticos revolucionarios de nuestro continente, aquellos que son sinceros, están conectados con la realidad de sus pueblos y son plenamente conscientes de quiénes son sus verdaderos enemigos.
Los temas centrales del discurso giraron en torno a la crisis global de la vida, la necesidad de cambiar el enfoque de la lucha contra las drogas y la crítica a los conflictos armados, con propuestas audaces.
El punto más controversial e impactante fue su condena a los eventos en Gaza, su declaración de genocidio y la propuesta de un "Ejército de Salvación" que sea votado por la Asamblea General y sin veto, para intervenir y detener el genocidio en Palestina.
Profundizó su crítica al modelo actual de la "Guerra contra las Drogas" por su fracaso y la dominación de los pueblos del sur.
Defendió su gestión señalando que en su gobierno se incautó más cocaína y se extraditaron capos, en contraste con el uso de misiles contra jóvenes pobres en el Caribe, que, según él, se usan bajo la excusa de detener las drogas.
Señaló a los países ricos como los principales responsables de la crisis climática, advirtiendo que, según la ciencia, solo quedan 10 años para evitar el colapso.
Criticó la búsqueda continua de petróleo a pesar del envenenamiento de la atmósfera y pidió detener el capital fósil, destacando el enorme potencial de energía limpia de América Latina para "limpiar toda la matriz de energía fósil de los Estados Unidos" si solo hubiera financiamiento.
Abordó los temas de migración y racismo afirmando que la migración es una consecuencia del fracaso y la desigualdad global, criticando las políticas del norte.
Calificó la migración como una excusa para que una sociedad "rica, blanca y racista" se considere superior, lo cual tuvo que haber dolido mucho.
Mencionó que el éxodo de los pueblos al norte ya no es solo por riqueza, sino por algo vital como el agua.
Estos puntos destacan la fuerte retórica de Petro, centrada en la crítica al poder global y la necesidad de acción inmediata en temas de vida, paz y clima.
Fue, sin duda alguna, un "¡Huele a Azufre!"