Compañeros y compañeras de luchas, primero con el permiso de ustedes, déjeme dar una carcajada, frente a la máscara de la geopolítica hagamos lo que hacemos mejor: desnudar la realidad. Hablemos sin tapujos del premio más hipócrita del planeta, ese que nació de la dinamita y que hoy sirve para lavar la cara de los señores de la guerra.
Para entender esta farsa, hay que remontarse a su pecado original. La historia oficial dice que Alfred Nobel, el magnate de la dinamita, se arrepintió al leer su obituario. La historia real es más cruda: el tipo quiso limpiar su nombre y su conciencia con la misma plata que amasó vendiendo destrucción.
¿Cómo nació realmente este premio? En 1888, los periódicos confundieron la muerte de su hermano Ludvig con la de Alfred y publicaron su obituario con un título que lo marcó a fuego: "El mercader de la muerte ha muerto". Ahí, el hombre que había hecho su fortuna con 355 inventos —incluyendo la dinamita que volaba soldados en pedazos— entendió cómo lo recordaría la historia.
Su testamento de 1895 no fue un acto de generosidad, fue un lavado de imagen premeditado. Usó su fortuna manchada de sangre para crear una fachada de filantropía. Es como si un narcotraficante, en su testamento, creara un premio a la lucha antidroga. Es el primer acto de bluewashing de la era moderna. Y de ahí, el Nobel de la Paz arrastra el gen de la hipocresía: es un instrumento de redención para los poderosos.
El Comité Noruego no es un grupo de sabios imparciales. Es un brazo político del establishment. Cuando Nobel designó que el premio lo otorgara un comité del Parlamento Noruego, estaba poniendo la "paz" en manos de los mismos que manejan los hilos del poder.
Desde el primer premio en 1901 —repartido entre Henry Dunant (Cruz Roja) y Frédéric Passy (pacifista burgués)— se marcó la línea: premiar lo "aceptable", lo que no cuestiona el sistema. Por eso, cuando premiaron a Carl von Ossietzky en 1935, el periodista alemán que denunciaba el rearme nazi, fue la excepción que confirma la regla: casi no se lo dan porque molestaba a Hitler.
El Comité Noruego es un actor político, y su lista de premiados lo demuestra:
· Los Legítimos: Hay gente que se lo ha ganado a pulso, sudando lucha popular. Nelson Mandela, el preso político que derrotó al apartheid. Malala, la niña que le plantó cara a los talibanes. Esos son los Nobel auténticos en esta farsa.
Y luego está la basura. La que evidencia que este premio es un arma del imperio y sus aliados:
· Henry Kissinger (1973): Premiaron al genocida de Vietnam y Camboya. Al tipo que expandió una guerra brutal por pura geopolítica. Fue una burla sangrienta a los miles de muertos en el sudeste asiático. Un premio a los crímenes de lesa humanidad.
· Barack Obama (2009): El gran farsante. Le dieron el premio a los 9 meses de gobierno, por "buenas intenciones". Mientras lo celebraban, él firmaba órdenes para masacrar con drones en Pakistán y Afganistán. Es el ejemplo perfecto de cómo usan el Nobel para blanquear una maquinaria de guerra. Un premio a la propaganda.
La Unión Europea (2012): ¿El premio a la paz para un bloque que fabrica y vende armas por todo el mundo, que aplica políticas migratorias mortales y que es cómplice de las guerras de la OTAN? Pura hipocresía en estado puro. Un premio al capitalismo salvaje.
Pero a veces, la jugada les sale mal. Se lo dan a un "rebelde" para domesticarlo, y el tipo les devuelve el golpe:
Yasser Arafat (1994): Se lo dieron, junto a Rabin y Peres, por los Acuerdos de Oslo. Fue un intento de la diplomacia occidental de meterlo en cintura, de convertirlo en un funcionario del sistema. La jugada duró lo que duró. La lucha palestina siguió, e Israel siguió ocupando.
Liu Xiaobo (2010): Este es el caso que les duele. Premiaron a un disidente chino encarcelado. Fue un golpe bajo, un premio usado abiertamente como herramienta de guerra fría contra un gobierno que no se arrodilla. China lo entendió perfectamente y se plantó. Este premio no fue para promover la paz, sino para azuzar la confrontación.
Hoy vemos el mismo guion con la nominación y el otorgamiento del Nobel de la Paz a María Corina Machado. No es casualidad, es la estrategia imperial perfeccionada:
1. Selección del Instrumento: Se escoge a una figura opositora a un gobierno soberano que no se arrodilla ante el imperio.
2. Fabricación de Relato: Se construye la narrativa del "luchador por la democracia" frente al "régimen autoritario", ocultando que es la punta de lanza de intereses extranjeros.
3. Otorgamiento Estratégico: Al ser otorgado, sirve para:
· Internacionalizar el conflicto interno.
· Blanquear la intervención extranjera.
· Darle carnada a la oposición para que siga creyendo en salidas mágicas.
La nominación de Machado es pura guerra híbrida: mientras el pueblo venezolano construye su destino con soberanía, el imperio busca figuras útiles para validar sus operaciones de cambio de régimen.
Nuestra Victoria, la de los Bolivarianos, Es la Paz, y entendemos que La Paz es Lucha, en busca de la suprema felicidad posible para nuestro pueblo como premisa. No Premio.
Compañeros, el Nobel de la Paz es y seguirá siendo un arma en la guerra de cuarta generación. Su mecánica es perfecta:
1. Nominan a los útiles al imperio (como Machado).
2. Premian a los criminales de guerra (como Kissinger).
3. Ignoran a los verdaderos pacificadores.
La verdadera paz no se construye en los salones de Oslo. Se construye en las calles, en los campos, en la conciencia de los pueblos que luchan por su soberanía. Mientras el imperio reparte premios, nosotros seguimos en lucha, construyendo la paz con justicia social, sin tutelajes extranjeros.
¡Hasta la victoria siempre!