Venezuela, es el eslabón principalísimo del corredor energético mundial, se le está haciendo una guerra; pero en Venezuela no hay guerra. Venezuela es el escenario de lucha entre la construcción de la paz y la guerra. A. E. Ceceña, 2017
Todas las naciones como Venezuela , que han osado levantar sus voces por la libertad de ideas y, en ello, la autodeterminación, el derecho a vivir sin exclusiones ni discriminaciones de ningún tipo, la solidaridad, la justicia social, el bien común, la preservación del equilibrio ecológico y los bienes ambientales patrimonio común e irrenunciable de la humanidad.
En nuestro caso, con contadas excepciones dice Elizabeth Leal . América Latina y el Caribe. Ante la violencia de la colonización, hito en la historia del continente americano, surgieron voces clamando por un mundo mejor y brazos para alcanzarlo; así, casi todos nuestros países tuvieron que luchar por la independencia empuñando armas. Y para el Caribe, la colonización fue un momento muy largo hallazgo de invasión, ocurrido en varias oleadas de holandeses, franceses e ingleses: un experimento de degradación humana, que nos definió y marcó para siempre.
Es claro: los imperios requieren pueblos sumisos, nunca naciones emancipadas, la América Meridional fue también víctima de esa colonización depredadora y degradante del ser humano, de su ambiente y de las virtudes que los identificaban. Específicamente en el territorio venezolano, les costó lograr las estrategias de apropiación y dominación que habían diseñado para la construcción de su hegemonía. En ese proceso cobran importancia nuestros antepasados guerreros de gran sabiduría.
En efecto, las fuentes bibliográficas consultadas hablan de su concepción cosmogónica, de sus propósitos para el ejercicio del poder: el Gobierno comunitario y la conformación de un poderoso ejército político-militar destacan entre las ideas que nos heredaron. Son las mismas que nuestro Libertador puso en marcha. De allí, el empeño intenso por liberarnos de esas mentes y poderes imperiales y su ejercicio de la destrucción humana. Y la guerra fue su único camino para crear una patria justa e incluyente, un combate para arrancar del corazón el espíritu esclavizado de los pueblos moralmente abatidos. Muchas guerras debimos sufrir los hijos de la América para conquistar nuestra libertad. Si bien han sido clasificadas de acuerdo con sus diferentes modalidades, todas, a fin de cuentas, estuvieron animadas por alcanzar el derecho a la autodeterminación. Desde el siglo XV hasta el XIX, todas fueron cruentas y costosas. La más compleja fue la de Haití porque en ella se enfrentaron esclavos contra amos; negros contra blancos; haitianos contra franceses; haitianos contra la colonia española de Santo Domingo; haitianos contra ingleses, y hasta la guerra civil de facciones caudillistas.
La guerra de independencia de Venezuela ha sido, quizás, la más estudiada por los investigadores. También para pintores, escritores y poetas ha sido motivo de inspiración por la presencia de Simón Bolívar comandando jefes militares que tuvieron una importante participación. A ello hay que agregar que esta guerra, librada durante trece años, en un escenario que cubrió costas de tres mares, inmensas llanuras y montañas gigantes, tuvo como fruto la libertad de cinco repúblicas. El motivo básico de la empresa colonial en el llamado "Nuevo Mundo" fue el enriquecimiento a expensas del trabajo y los recursos de los pueblos conquistados, esclavizados física y moralmente, trabajando para el beneficio material del colonizador. Y sin imaginar posibilidades para romper las cadenas que los ataban a tan denigrante condición. La emancipación implica el desarrollo de criterio a través del razonamiento; es la razón de nuestro empeño en dilucidar verdades. Hagamos historia: desde la muerte del Libertador Simón Bolívar, la América Meridional se vio fragmentada, a causa de la cualidad disgregadora del imperialismo anglosajón que, por un lado, multiplicaba las comunidades lingüísticas; y, por el otro, hacía una "sutil campaña anticatólica y antihispánica". De esta manera se consolidaba la fragmentación del continente, de las mentes y, con ello, de la conciencia de los pueblos. No en balde Bolívar, en 1815, sentaba su punto de vista, llamando a la unión, que era el factor esencial "para completar la obra de nuestra regeneración". En 1819, reiteraba su angustia por la falta de unión: "Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa". Es la esencia de la revolución liderada por él: Unión a lo interno de nuestro país y entre todos los que conforman la América Meridional. En ese sentido, se expresaba en comunicación oficial al Consejo de Gobierno de Perú, fechada en La Magdalena, el 27 de abril de 1826: "Yo sé que cada República americana tiene pendiente su suerte del bien de las demás y que el que sirve a una sirve a muchas". Tenía la convicción de que solo la unión nos daría la fortaleza indispensable ante los embates de cualquier agresor y, por eso, seríamos emancipados; por lo tanto, libres. El presidente Chávez nos dio la tarea:
"El imperialismo no es invencible, un nuevo mundo es posible y es necesario, ¡pero tenemos que hacerlo nosotros posible!", y comprometernos en la lucha; estar alertas para identificarlo, porque, en consonancia con la opinión de nuestro Comandante, "Al imperialismo hay que señalarlo y argumentar sobre él". Y, aunque otros actores han venido a ocupar el sitio hegemónico del depredador de otrora en América Latina y el Caribe, Estados Unidos despliega una política multidimensional, polisémica; su intervención, desde hace muchos años, es como un virus que recorre el mundo. Por el enorme poder desplegado, va generando narrativas que buscan a la vez justificar y normalizar el agravio y el despojo. Ahora, con los avances de sus centros de pensamiento (think tanks), combina ataques silenciosos con armas que afectan la conducta humana, que enquistan la saña en los pueblos, y son neurotóxicas, químicas, biológicas. En estos momentos, la mediática imperial tiene como objetivo quebrar nuestros símbolos y nuestra memoria histórica, nuestros valores ciudadanos y, con ello, nuestra esperanza de un mundo donde todos podamos convivir, entendernos y respetarnos; donde fluyan las relaciones armónicas que superen el desequilibrio existente en el terreno global. Sin embargo, a pesar de tales ataques, los pueblos han crecido espiritualmente y el poder mediático encuentra su contrapartida en la capacidad de análisis desarrollado. Y de entre ellos han surgido líderes y representantes comprometidos con la defensa de la dignidad, la vida libre de opresión y vejámenes.
La Venezuela bolivariana ha optado por la paz. Es la diplomacia de paz la que impulsa su actuación tanto a lo interno de nuestras relaciones cotidianas, como en la política exterior que establecemos con los demás países. Gracias a todo esto, a través de los jefes de Estado y de Gobierno latinoamericanos y caribeños, nace la "Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz" (Celac, 2014), uno de los acuerdos más avanzados de la política internacional regional latinoamericana y caribeña: una herramienta para enfrentar, de forma conjunta, las agresiones estadounidenses y su política hegemonista. Y es el punto de partida para la construcción de una cultura de paz.
Es que llevamos la fibra de nuestros libertadores, para quienes el respeto por la persona humana estaba por encima de todo.
De la paz se deben esperar todos los bienes y de la guerra nada más que desastres…
Somos hombres y debemos usar la razón antes que la fuerza.
Simón Bolívar, 9 de enero de 1824