Las sanciones económicas de EE.UU. desde la era Trump contra Venezuela redujeron su PIB en un 80%, afectando salud, educación y petróleo, agravando la crisis humanitaria. Biden mantuvo restricciones iniciales, pero flexibilizó algunas sanciones petroleras en 2021, coincidiendo con tensiones con Rusia. Venezuela recuperó crecimiento económico, destinando ingresos a sectores sociales. La oposición, financiada por USAID, fracasó por corrupción y desvío de fondos. En 2025, Trump retiró apoyo a la oposición y negoció con Maduro, reconociendo tácitamente su liderazgo. Las sanciones dañaron al pueblo, no al gobierno, y la oposición, dividida y corrupta, perdió legitimidad.
Desde la primera administración de Donald Trump, se implementaron severas sanciones económicas contra Venezuela que tuvieron un impacto devastador en el país. Estas medidas contribuyeron a una contracción del 80% del PIB nacional, afectando gravemente sectores clave como la salud, la educación y la industria petrolera. El resultado fue un deterioro significativo de las condiciones de vida del pueblo venezolano, agravando una crisis humanitaria ya existente.
Con la salida de Trump en 2020 y la llegada de los demócratas al poder, se esperaba un cambio en la política exterior estadounidense. Sin embargo, durante los primeros meses de la administración de Joe Biden, se mantuvieron restricciones críticas, como el bloqueo de ventiladores mecánicos destinados a naciones en emergencia, entre ellas Venezuela. Este tipo de acciones reflejaron un trato inhumano hacia un país que enfrentaba una de las peores crisis sanitarias de su historia.
No obstante, a partir de 2021, la administración Biden comenzó a flexibilizar algunas sanciones relacionadas con el petróleo venezolano. Este giro en la política exterior coincidió con la preparación de Estados Unidos para cortar relaciones con Rusia, el gigante energético, y con el estallido del conflicto en Europa. Aunque se levantaron ciertas licencias, el objetivo de debilitar a la Revolución Bolivariana se mantuvo. A pesar de esto, Venezuela experimentó un crecimiento económico notable, proyectándose como el país con mayor expansión económica hacia finales de 2024.
Este repunte económico desmiente la narrativa de que los ingresos petroleros benefician exclusivamente a las élites del gobierno venezolano. Por el contrario, estos recursos han sido destinados a la recuperación de sectores prioritarios como la salud, la educación, la vivienda y las misiones sociales, que habían sido severamente afectados durante la administración Trump.
Durante los años de Biden, la oposición venezolana extremista recibió financiamiento de la USAID, supuestamente para promover ayuda humanitaria. Sin embargo, estos fondos nunca llegaron a su destino final y, en cambio, fueron desviados por Carlos Vecchio, Leopoldo López y Juan Guaidó. A finales de 2023, María Corina Machado emergió como líder opositora, pero su ascenso estuvo marcado por acuerdos y financiamientos que beneficiaron a actores políticos estadounidenses, como Kamala Harris, quien se oponía a Trump.
Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025, se produjo un cambio pragmático en la política hacia Venezuela. Trump criticó abiertamente a la oposición extremista venezolana, retiró los fondos de la USAID destinados a estos grupos y bloqueó financiamientos a instituciones que apoyaban a influencers y opositores anti-Venezuela. Simultáneamente, inició negociaciones con el presidente Nicolás Maduro para establecer nuevos acuerdos en el sector energético. Aunque se revocó una licencia clave, se permitieron transacciones libres para PDVSA y el Banco Central de Venezuela, beneficiando a los tenedores de bonos.
Este giro en la política de la Casa Blanca representa un reconocimiento tácito al liderazgo político del gobierno venezolano. Mientras tanto, la oposición extremista, dividida y envuelta en escándalos de corrupción, ha fracasado en su intento por ganar legitimidad y apoyo tanto dentro como fuera de Venezuela. Su derrota es un reflejo de su incapacidad para presentar una alternativa viable y coherente ante el pueblo venezolano.
En conclusión, las sanciones impuestas por Estados Unidos han tenido un impacto profundo y multifacético en Venezuela. Sin embargo, el cambio en la política exterior estadounidense bajo la administración Trump 2025 marca un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales, con un enfoque más pragmático y menos ideológico. Mientras tanto, la oposición venezolana, desacreditada y fragmentada, enfrenta un futuro incierto
*Esp. Aduanas y Comercio Exterior / Comentarista Político
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