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Anzoátegui *revolucionarios*: ¿Neo conversos, y farsantes?

Jueves, 12/05/2022 07:44 AM

"Groucho Marx, con ese humor tan afilado e ingenioso que le caracterizaba, decía que solo se sentaría a la mesa de un político ‘si paga él’. Al igual que el cómico, son muchos los personajes históricos, más o menos ilustres, que quisieron opinar y hacer una sátira sobre ese extraño 'perro del hortelano' que es la política. Considerado como un pilar fundamental de cualquier sociedad, la política y los políticos ocupan un papel más que significativo en la vida del ciudadano". Fin de la cita. Anónimo.

¿En qué somos iguales? Cuando hablamos de la moralización de la política venezolana.

Cambiar de opinión es algo que ocurre frecuentemente, cuando un recién vestido en la política, llega al poder, y no es algo que debiera asombrar a nadie. La política en estos tiempos tiene siempre lugar en una perspectiva limitada por el engaño, y nunca son completos los elementos de juicio que tenemos para comprender una situación o para sacar una conclusión definitiva sobre todos los problemas que nos interesan, o nos incumben, al involucrarnos indirectamente.

Eso hace que nuestras creencias, y opiniones, vertidas en la pasada campaña electoral, puedan o tengamos que modificarlas en este corto tiempo de 150 días, sin que ello signifique una inconsecuencia, una traición, o un quiebre de los valores que sostienen nuestra honra política.

Hay sin embargo casos en los que esta obviedad, de la falta de solidaridad, la no atención, y las burlas a tus mensajes, y correspondencias, al no recibir repuestas oportunas, se hace más discutible, y en los que el cambio de postura del gobernante recién electo bordea la traición, o el transfuguismo, hacia las personas que los votaron, por insinuación de nuestras opiniones en la búsqueda del voto del pasado 21 de noviembre del 2021.

Siempre en medio de cualquier guerra, un cambio de bando sería de inmediato juzgado como traición, y penado en muchos casos hasta con la muerte. En la política anzoatiguense ocurre algo menos peligroso, pero tampoco tan intrascendente como para que ello no se exija serias explicaciones, ante la burla, y la indiferencia.

Esto se debe al grado de compromiso que una postura política implica, pero también a las consecuencias que una definición personal tiene para los camaradas y compañeros de ruta, o para los ciudadanos de este estado. El transfuguismo político para favorecer al adversario, afecta la coherencia valórica, y la consistencia de las ideas que se han defendido antes del cambio, de lograr alcanzar el poder.

Por eso los conversos no son en general bien mirados, por los ideólogos. Se sospecha con razón de sus desviaciones, pues en muchos casos lo que explica sus cambios de conductas no es otra cosa que el desnudo interés por lo personal, el dinero, o el acceso a posiciones de poder, que solo a través del cambio de bando se podría haber conseguido, de codearse con la burguesía que en otrora lo rechazaba por patas en el suelo, Hugo Chávez dixit.

El converso político no siempre es bien recibido por sus nuevos anfitriones de hipermercados y bodegones. Sus ambiciones desmedidas pueden se signos de debilidad, debido a su origen social, y su cambio de actitud siempre es recibido con desconfianza por sus nuevos anfitriones.

Si ayer defendí sus posturas con tanta pasión, ¿por qué hoy debería desconfiar en su honestidad ahora? Es la razón por la cual por lo general el converso entra en una escalada de confusiones que van mucho más allá de las que haría un militante con formación, con un pasado más coherente.

El converso de repente se vuelve más "papista que el papa" y se satisface descubriéndose a sí mismo defendiendo con toda desvergüenza, las tesis que hasta ayer le parecían escandalosas.

El converso es la refutación viviente de las posturas que él mismo había desechado en la campaña electoral. Por eso es utilizado por sus nuevos amigos de ruta burguesa, y expuesto como una demostración de que el camino de sus camaradas en la campaña era equivocado. Pero tengo que decir que esta argumentación es falsa e ineficaz en el corto plazo. El converso queda desacreditado ante sus antiguos amigos, y muy pocas consecuencias se podrán lograr utilizándolo como prueba por sus neo amigos. El gran argumento en contra de esta utilización es la convicción de que el converso ha traicionado, se ha vendido al enemigo, sus convicciones no eran sólidas, ni tampoco las serán ahora.

El peligro más grande que enfrenta el converso es el de la incoherencia. Si su nueva convicción es sincera tiene que saber explicar, y explicarse muy bien el por qué de su cambio, y de qué manera son sus mismas convicciones anteriores las que lo han llevado a las nuevas.

El converso incoherente no deja de tener una comprensión hacia las motivaciones que nos llevaron a hacerle campaña, y la buena fe que animaban a sus antiguos compañeros porque esas fueron también las suyas propias. Es incomprensible, y poco creíble entonces un cambio de bando, y de status, que se expresa de manera odiosa e indiferente quemando lo que anteriormente se adoraba, y adorando lo que antes se quemaba.

Por eso los conversos locales no son creíbles, y sobre todo los que por oportunismo político-económico, para mantener un cargo por 4 años, hecha por tierra lo que dijo hace siete meses ya no representa su pensamiento. Esto es doblemente sórdido: por lo que se dijo, y porque lo que ahora se hace.

 

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