Dos políticas opositoras

Viernes, 05/12/2025 04:58 AM

Existen en Venezuela dos formas distintas de hacer oposición, independientemente del respaldo ciudadano que tengan, de lo organizadas que estén, del conocimiento en el exterior de las mismas y del reconocimiento formal o real que les dé el gobierno nacional. Es posible diferenciarlas no sólo por estos elementos, sino por sus formas de actuar, por sus objetivos y por el contenido de sus discursos. Estas importantes características no son, sin embargo, las únicas que las distinguen. La conducta de sus dirigentes, su sensatez, su aceptación del pluralismo, la coherencia de sus planteamientos, son otras peculiaridades que diferencian a estas dos fuerzas opositoras. Se podría preguntar: ¿Qué les da su carácter opositor? La respuesta es simple: su declaración como opositores, la auto definición política de su conducta y la competencia con el gobierno por la toma del poder político. Además, el discurso utilizado, sus actividades y las proposiciones que presentan. 

Para los venezolanos es claro que existe una oposición rabiosamente beligerante contra el gobierno, que incluso lo desconoce como tal desde hace mucho tiempo, con décadas de actuación violenta, que ha impulsado la aplicación de sanciones económicas y financieras contra el país, que ha organizado y financiado incursiones de mercenarios foráneos en el territorio venezolano, que pide la invasión de su propia patria por ejércitos extranjeros y que en este momento espera ansiosa, que el ejército estadounidense agreda militarmente a Venezuela. Esa oposición gusta del tutelaje gringo, pues lo necesita para desalojar del poder a quienes lo detentan, y tomar entonces el control del país. Es, además, una oposición entreguista, capaz de vender su alma al diablo si fuere necesario. Traicionó su venezolanidad, por su desmedida ambición de poder. Es la oposición apátrida, que arremete con violencia contra quienes no la sigan. 

Hay otro sector opositor que, pese a estar desperdigado y tener grandes diferencias de todo tipo entre sus componentes, tiene a la patria, a Venezuela, como el centro de sus intereses y preocupaciones, por lo que la defiende con orgullo ante cualquier amenaza, pese a ser incomprendida por algunos en esta materia. La toma del poder político no está por encima del amor por la patria, éste es prioritario y nada lo relega a un segundo plano. Es una oposición que defiende sin ambages la soberanía nacional y que repudia cualquier forma de tutelaje externo. Es la oposición soberana. Que tampoco acepta la tutela del régimen gobernante actual y condena abiertamente su control de todos los poderes del Estado, la partidización de la FANB, los cuerpos policiales y de inteligencia; la represión indiscriminada y al margen de la constitución y las leyes, el deterioro institucional, la quiebra nacional y la inmensa miseria de la mayoría de nuestros compatriotas.

Los normalizadores soberanos queremos que la situación política, económica, social, militar y diplomática del país vuelva a la normalidad. Que haya división de poderes, que tengamos nuevamente el “mejor sistema electoral del mundo”, el que manejaba Tibisay Lucena; que los militares sean los salvaguardas de nuestra soberanía e independencia nacional, sin tener que decir que son “profundamente chavistas”, ni que “Chávez vive, la lucha sigue”, pues ambas expresiones son inaceptables por inconstitucionales. Exigimos que cese el autoritarismo del régimen, el sectarismo del gobierno, la represión desmedida, las violaciones permanentes del debido proceso judicial y de los DDHH, la detención de menores de edad sin justificación ninguna y el uso como rehenes, de familiares de personas solicitadas. Además, exigimos la libertad plena de quienes hayan sido detenidos injustamente y la aplicación de juicio en libertad para todas las mujeres y la mayoría de los otros presos políticos. Demandamos libertades ciudadanas sin restricciones, libertad sindical, gremial, estudiantil, comunal, de opinión, de asociación y respeto de la autonomía de las universidades.

Trabajamos por construir la unidad de la oposición en todo el país, en torno a tres principios básicos no negociables: la defensa de la soberanía nacional, el rescate de la democracia constitucional y la consecución de la paz. En este momento priorizamos la defensa de la nación, ante la agresión militar de EEUU, y llamamos al gobierno de Nicolás Maduro a actuar en consecuencia. Todo lo que nos una ante el agresor, bienvenido sea. Todo lo que nos una, para evitar una confrontación armada, bienvenido sea. Todo lo que normalice las relaciones diplomáticas con EEUU, sin comprometer la independencia nacional, bienvenido también. Bienvenidas sean una apertura democrática, una comunicación fluida, respetuosa y seria de la oposición con el gobierno; una participación protagónica de todos y no sólo del PSUV. Aprovechemos la coyuntura para enrumbar a Venezuela por una senda distinta de la hasta ahora transitada. 

Los opositores soberanos queremos la unidad nacional, pero no alrededor de un gobierno, de una ideología, o de un caudillo vivo o muerto. La patria somos todos. Exigimos total democracia a lo interno, no sólo porque ello facilita la unidad que se requiere para defender la nación, sino porque así se ayudaría a sofocar la deformada opinión pública estadounidense y de otros países, víctimas de esa campaña infame según la cual Venezuela ya no es una república, sino un territorio confiscado por una banda criminal de narcoterroristas, prédica originada a partir del discurso vil de la oposición extremista. Defendemos la soberanía nacional, pues sin ella la nación no existe. Aplaudimos que EEUU y Venezuela puedan resolver sus diferencias por la vía diplomática y aceptamos que Venezuela, por su ubicación geopolítica e historia, está destinada a tener, con la gran potencia del norte, una relación política, económica y comercial especial, pero siempre de respeto mutuo y sin subyugación ninguna.

Agradecemos la ayuda valiente del presidente Gustavo Petro de Colombia, el respaldo de Lula de Brasil, la solidaridad de México y la intermediación de España, la ONU y el Papa, así como el concurso de todas las naciones que tengan a bien rechazar la agresión militar estadounidense contra nuestro territorio.        

 

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