Venezuela, rica en recursos naturales pero sumida en una crisis humanitaria y económica prolongada, necesitará un liderazgo con experiencia probada en sectores clave como la industria petrolera, que ha sido el motor histórico de su desarrollo.
Lo que parecía la historia de nunca acabar, hoy es claro y notorio que estamos en la víspera de la inminente caída del madurismo, y esto nada tiene que ver con ninguna invasión extranjera, sinó más bien que el pueblo ya no soporta, ni está en la capacidad de resistir los efectos nocivos de las políticas actuales. Los venezolanos enfrentaremos el desafío monumental de reconstruir nuestra economía devastada, restaurar instituciones democráticas y recuperar la confianza de nuestro pueblo. Y su recuperación es un desafío titánico que exige una combinación de experiencia, visión y legitimidad. La desintegración económica y social, exacerbada por la pérdida de credibilidad de la oposición, ha abierto un vacío de liderazgo que muchos analistas y ciudadanos se preguntan quién podrá llenar.
Uno de los principales problemas que enfrenta la política venezolana es la profunda desconfianza que la gente siente hacia los partidos de oposición. Durante años, la oposición ha sido percibida como ineficaz y, en muchos casos, comprometida con el régimen. El "pacto con el gobierno" o las negociaciones opacas han erosionado su credibilidad, haciendo que los ciudadanos se sientan traicionados. Este sentimiento de decepción ha dejado a la población sin una figura o grupo en el cual confiar, lo que hace necesario un nuevo liderazgo que no esté manchado por los pactos secretos con el madurismo.
La oposición venezolana, liderada por figuras como Juan Guaidó y más recientemente por María Corina Machado o Edmundo González, ha perdido gran parte de su apoyo popular debido a una serie de acuerdos y negociaciones con el gobierno de Maduro que han sido percibidas como concesiones sin resultados tangibles.
Por ejemplo: Guaidó se vendió al madurismo, pactando en su momento con Diosdado Cabello, para llamar al pueblo opositor a no votar en el 2018 incluso en el 2020 y así dejar el camino libre a maduro y sus secuaces.
Edmundo que fué empujado a ser el candidato en el 2024, después de ganar las elecciones, tuvo miedo y corrió a esconderse en una embajada, terminó traicionando al pueblo y se vendió también al madurismo, pactando con Jorge y Delcy, sin importarle que posteriormente a esa acción, el madurismo salió a perseguir y secuestrar a quienes alzaban su voz en protesta por el robo de las elecciones. Hasta la fecha hay personas (incluyendo menores) que están secuestradas por el madurismo, en señal de lo que significa querer ser libres del sistema opresor.
Y María Corina después de una actividad donde evidentemente fué secuestrada por el madurismo (recordar la cartera azul) inmediatamente después de ese evento llamó al pueblo opositor a no votar en las elecciones de gobernadores, tampoco en las elecciones de alcaldes, permitiendo con esas acciones que el madurismo se hiciera con la mayoría de gobernaciones y alcaldías en el territorio nacional.
Es de ingenuos pensar que al día siguiente de la caída del madurismo, los más de ocho millones de hermanos venezolanos regresarán inmediatamente al país. Debemos ser conscientes de qué lo único exitoso que hizo el madurismo en Venezuela fué; destrozar todo, Venezuela está diseñada actualmente por el madurismo para no funcionar, y cuando hablamos del madurismo nos referimos también a sus socios de oposición, donde hacen parte los alacranes, los agazapados, los que se la dan de radicales, donde tampoco deben faltar Capriles, Leopoldo, Borges incluyendo a Edmundo y a la misma María Corina.
Esos opositores NO son enemigos del madurismo, son caimanes del mismo pozo, María Corina es la misma miasma que maduro, sólo que tiene cabello largo y no usa bigotes. Leer su plan o programa "Venezuela de gracia" es semejante a la pregunta que le hacen a las mises y que responden: "Queremos la paz mundial" me atrevo a decir que esa cosa la sacaron de (ChatGPT) eso nos debe llamar a pensar que su meta es; quítate tú pa' ponerme yo, los venezolanos no estamos dentro de sus planes, de la misma forma que no le interesamos al madurismo, tampoco le interesamos a ellos.
Los verdaderos opositores del madurismo, los que NO se venderán ni pactaran con ellos, que saben y entienden que la salud del país inicia con la salida de ellos, están en cárceles o están en el exilio expatriados.
Un opositor que no quiso doblegarse ante el madurismo fué el M/G Miguel Rodríguez Torres, todos sabemos lo que le sucedió, lo metieron preso por varios años sólo por ser oposición al madurismo, por poco se muere dentro de la prisión y hoy está expatriado.
Otro opositor que no se doblegó ante el madurismo, y que después que maduro se robara las elecciones del 2024 fué visto por el pueblo como alguien valiente para enfrentar a quienes hoy asaltaron el poder es Enrique Márquez, cuando el madurismo vió su aceptación en el pueblo, y; entendieron que Márquez sí iba a mandar a votar en las elecciones de gobernadores y alcaldes, ordenaron secuestrarlo inmediatamente, porque no le conviene a la oposición ni al madurismo un Enrique Márquez haciendo frente a los que siguen destruyendo al país y hacen la vida más miserable a los venezolanos.
En contraste con Rodríguez Torres y Enrique Márquez tenemos también a Rafael Ramírez, quien rompió con Maduro en 2017 y ha sido perseguido por el régimen hasta el punto de secuestrarle un hermano, representa una alternativa independiente: chavista originario pero anti-madurista, con un enfoque en la unidad nacional más allá de facciones polarizadas.
En una Venezuela post-Maduro, la prioridad debe ser la reconstrucción económica, y nadie está mejor posicionado que Rafael Ramírez para liderar este esfuerzo. Su visión incluye repensar la política petrolera, atrayendo inversiones extranjeras sin ceder soberanía, y diversificando la economía para reducir la dependencia del crudo. A diferencia de la oposición desacreditada, Ramírez ofrece un liderazgo con raíces en el chavismo original, capaz de unir a disidentes del régimen con sectores progresistas, evitando la fragmentación que ha plagado a la oposición.
La crisis actual, con Maduro aferrándose al poder en medio de tensiones con Estados Unidos y una economía en ruinas, subraya la urgencia de un cambio. Cuando el régimen caiga, Venezuela no puede permitirse más experimentos fallidos. Rafael Ramírez, con su probada capacidad para recuperar la industria petrolera, es la opción experimentada para guiar al país hacia la estabilidad y la prosperidad.
Si hay algo que Venezuela necesitará desesperadamente es la recuperación de su sector petrolero. La producción de PDVSA, que llegó a ser de 3,2 millones de barriles diarios en 1998, se ha desplomado a menos de 500.000 barriles, lo que ha destruido la principal fuente de ingresos del país. Aquí es donde la figura de Rafael Ramírez cobra relevancia. Durante sus 12 años al frente de PDVSA y el Ministerio de Energía y Petróleo, Ramírez logró la "nacionalización plena de la Faja Petrolífera del Orinoco" y alcanzó un récord de producción de 3,5 millones de barriles diarios. Su conocimiento de la industria y su capacidad para dirigirla lo convierten en una opción lógica para la reconstrucción económica de Venezuela.
La crisis venezolana exige soluciones audaces y, en este contexto, Rafael Ramírez se presenta como una opción pragmática, con la experiencia necesaria para afrontar la reconstrucción económica de Venezuela. Su enfoque en la soberanía energética y la diversificación de alianzas internacionales demostró una capacidad para manejar complejidades geopolíticas, algo esencial en un mundo donde el petróleo venezolano enfrenta sanciones y competencia global.
Hoy, con la producción petrolera venezolana en mínimos históricos debido a la corrupción y la mala gestión bajo maduro (que ha llevado a una "ruina" de PDVSA, lo ha explicado detalladamente el propio Ramírez).
Ramírez ha criticado públicamente la privatización encubierta y el saqueo de la empresa, proponiendo un modelo de recuperación basado en transparencia y eficiencia. Cuando llegue el post-maduro, revitalizar PDVSA no solo generaría ingresos inmediatos para aliviar la hiperinflación y la pobreza, sino que posicionaría a Venezuela como un actor clave en la transición energética global.
Cuando Venezuela tuvo el salario más alto de Latinoamérica, se debió a qué en PDVSA había un Rafael Ramírez con su equipo generando los recursos necesarios para el bienestar social.
Recuperar la productividad de PDVSA, y con ella la economía, luego rediseñar a Venezuela para que funcionen todas sus instituciones, y restituir inmediatamente a los trabajadores salarios dignos para cubrir sus necesidades básicas, generando diversas oportunidades laborales, es lo que hará que la gran mayoría de hermanos venezolanos que están fuera, regresen al país.
Podemos empujar estas soluciones, o seguimos leyendo el letrero vende humo que nos ponen los supuestos opositores del madurismo "Hoy no se fía, mañana sí". Así nos tienen engañados y distraídos desde hace rato, aquí les dejo algunas consignas infructuosas de la oposición alcahuete del madurismo:
"Cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres".
"El que se cansó, pierde".
"No quiero bono, no quiero Clap, yo lo que quiero es que se vaya Nicolás".
"Hasta el final".
"Edmundo para todo el mundo".
"Queremos salir de Maduro pero la oposición no nos deja".
No hay paz sin libertad, y no hay libertad sin fuerza".
"Maduro empezó esta guerra, Trump la está terminando".
Y pare de contar.
¡Ya sabemos que el madurismo NO tiene pueblo, y la oposición está descubierta como sus aliados, es cuestión de despertar como pueblo unido, y forzar nuestra propia libertad!.