22-12-25.-Casi cuatro años después de la invasión rusa, Ucrania enfrenta una guerra de desgaste que redefine su mapa, su economía y la vida de sus ciudadanos. Moscú controla alrededor del 20% del territorio ucraniano, pero sus avances son lentos y costosos, mientras Kiev resiste al borde del colapso económico y depende casi por completo del respaldo internacional. Entre pérdidas humanas masivas, ganancias territoriales limitadas y economías al filo, el conflicto se perfila como un enfrentamiento prolongado que marca un nuevo precedente para Europa y para la geopolítica global.
Desde que Vladimir Putin ordenó la invasión a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, Europa ha visto resurgir en su territorio una guerra de estilo clásico en su estrategia de despliegue militar y tácticas de combate. En el trasfondo, un conflicto de carácter geopolítico con eco mundial.
Moscú –O mejor, Putin– sigue reclamando a Ucrania como parte de los “territorios históricos” rusos, evocando nostalgia de la desaparecida Unión Soviética que –como recuerda Carlos Alberto Patiño en su libro ‘Guerra en Ucrania’– ignora el orden internacional construido en el siglo XX, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, el cual reconoce el derecho a la autodeterminación de los pueblos como principio básico del Derecho Internacional.
Esta disputa entre una visión de autoritarismo y otra arraigada a la soberanía se ha visto encendida por lo que el Kremlin percibe como una amenaza existencial: la OTAN y sus extensiones hacia el flanco oriental, con lo que explícitamente ha justificado la invasión.
En medio, enormes costos materiales y pérdidas humanas para Kiev y Moscú, pero también con consecuencias para Europa, que marcan un nuevo precedente ante ocupaciones y guerras en el mundo.
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Costo territorial, un trasfondo tangible de la guerra
Desde el inicio de la invasión actual, hace casi cuatro años, el mapa de Ucrania se ha visto cercenado por dos vías: las capturas de territorios en el campo de batalla por parte del Ejército ruso y los cuestionados referendos del Kremlin.
Actualmente, Rusia controla alrededor del 20% del territorio ucraniano: las provincias de Donetsk y Lugansk, en el este,–pertenecientes a la gran región del Donbass– y Jersón y Zaporizhia en el sur, esta última con la mayor planta nuclear de Europa.
La cifra incluye a Crimea, anexada por Moscú en 2014, y las franjas de territorios en Donetsk y Lugansk que desde ese año ya controlaban los separatistas prorrusos.
Ucrania aún controla alrededor del 12% del Donbass, que contiene la mayor cantidad de las tierras raras, también apetecidas por Donald Trump.

Durante el último año, las fuerzas rusas han expandido lentamente el territorio que controlan, principalmente en el este de Ucrania.
Según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW por sus siglas en inglés), entre enero y agosto de 2025 las tropas de Moscú capturaron aproximadamente 2.346 km² de territorio ucraniano y tomaron control de unas 130 localidades. Cifra que se mantenía el otoño de este año.
Entre las más grandes batallas aparece Pokrovsk, en Donetsk, pero sobre su situación las dos partes dan versiones distintas. Mientras Putin aseguraba– el pasado 2 de diciembre que la ciudad estaba “totalmente bajo control del Ejército ruso", el Ejército ucraniano lo desmentía.

Si bien, de confirmarse, sería la toma territorial más importante de Moscú desde que capturó la ciudad en ruinas de Avdiivka a principios de 2024, el 'think tank' estadounidense destaca que “Putin exageró la supuesta toma de Pokrovsk, considerándola estratégicamente importante para avances a gran escala” y que es “poco probable” que su captura signifique la toma inminente de todo el Óblast de Donetsk.
¿La razón? Dependerá de las defensas ucranianas más allá de Pokrovsk: Rusia aún no ha derribado el llamado Cinturón de la Fortaleza, principal línea defensiva de Ucrania en Donetsk con grandes centros de población que representan un tamaño que Moscú no ha arrebatado desde 2022.
La ganancia territorial para Rusia es lenta y gradual, pero las pérdidas acumuladas para Ucrania en estos casi cuatro años, sumado a Crimea, es como mínimo, considerable.
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Pérdidas humanas
Aunque la opacidad de ambos bandos dificulta conocer con precisión el número de muertos, un informe del proyecto ucraniano ‘I want to live’, que cita datos rusos filtrados y publicado en octubre de 2025, indica que entre enero y septiembre de este año el Ejército del Kremlin acumuló alrededor de 281.550 “bajas”. La cifra incluye muertos, heridos, desaparecidos o capturados. De ellos, 86.744 serían muertos en combate.
“Las estimaciones filtradas indican que las fuerzas rusas sufrieron sus mayores bajas en las direcciones de Pokrovsk, Kupyansk y Lyman entre enero y agosto de 2025, lo que refleja la priorización del mando en estos sectores del frente”, destaca por su parte el ISW.
Un panorama que confirma que las ganancias territoriales de Rusia son limitadas frente al gran costo humano, en medio de una guerra de desgaste, como hemos analizado previamente en France 24.

En cuanto a cifras acumuladas desde febrero de 2022, un reporte del pasado 2 de diciembre, publicado por el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Kiev, atribuyó a Rusia 1.175.030 militares muertos. Pero el portal Russia Matters –que cita como referencia datos de ISW y otras fuentes– cifra en “más de 790.000” el total de bajas (muertos o heridos) rusas desde 2022.
Del lado ucraniano, en su informe ‘Ukraine Fact Sheet’, del 21 de febrero de 2025, el ISW señala que declaraciones oficiales del país invadido apuntan a unas 46.000 muertes de soldados de ese país desde el inicio de la invasión a gran escala y alrededor de 390.000 heridos.
Más allá de las cifras, las dos partes se desangran en un enfrentamiento de posiciones, una suerte de lo que ocurrió en la Primera Guerra Mundial. Y cuando las “victorias” no son decisivas ni de control estable, el costo humano es aún mayor.
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Economías en guerra: Rusia se atrinchera; Ucrania resiste al borde del colapso
La guerra ha llevado a Rusia y a Ucrania a modelos económicos diametralmente opuestos pero igualmente condicionados por la presión bélica.
Si bien el Kremlin alardea de una resiliencia a las sanciones de Occidente, sus recientes políticas indican que la economía rusa se encuentra en una situación no tan favorable.
El 'think tank' español, Real Instituto el Cano, destaca que los presupuestos rusos para 2026-2028 muestran que el esfuerzo bélico se lleva cerca del 40% del presupuesto federal, el Gobierno rebajó la previsión de PIB para 2025 del 2,5% al 1%, mientras la inflación se estabiliza en torno al 6-7%, pero lejos del objetivo del 4%. Este escenario obliga a Moscú a trasladar el costo del conflicto a la población.
Y el Ministerio de Finanzas ruso declaró el pasado 29 de septiembre que prevé que los ingresos por petróleo y gas disminuyan un 50 % en 2026 en comparación con 2025.
En Rusia, aplica el refrán de "no todo lo que brilla es oro".
El Banco Central del país comenzó a vender sus reservas físicas de ese metal precioso a finales de noviembre de este año, por primera vez para financiar el presupuesto estatal.
El Kremlin "ha agotado constantemente las reservas líquidas de su fondo soberano de inversión para financiar su guerra en Ucrania y ha tenido que recurrir a la venta de sus reservas de oro debido a un gasto insostenible”, señaló el ISW en un informe del pasado 2 de diciembre.