Puerto Rico, una vez fue una potencia farmacéutica, puede volver a serlo

Domingo, 05/10/2025 10:00 PM

La bandera y la mansión del gobernador en el Viejo San Juan, Puerto Rico.
Credito: RICARDO ARDUENGO/AFP via Getty Images) AFP via Getty Images

Steve Forbes explica cómo Puerto Rico puede volver a ser una potencia farmacéutica y ayudar a relocalizar la fabricación de medicamentos en Estados Unidos.

5 de octubre de 2025.- Durante décadas, Puerto Rico fue uno de los principales centros de fabricación farmacéutica del mundo. Una combinación de mano de obra calificada, protecciones legales estadounidenses y, sobre todo, una disposición especial del código tributario estadounidense (la sección 936) permitía a las corporaciones estadounidenses que operaban allí evadir impuestos federales sobre las ganancias obtenidas en la isla, informó Forbes.com.

Esto atrajo a grandes empresas, lo que impulsó el empleo, la innovación y la prosperidad. En su apogeo, Puerto Rico produjo una parte significativa de los medicamentos más esenciales de Estados Unidos. Luego, Washington, en un ataque de miopía, eliminó gradualmente la sección 936. ¿El resultado? Fábricas cerraron, empleos desaparecieron y la economía puertorriqueña se resintió. Estados Unidos, mientras tanto, se volvió peligrosamente dependiente de las cadenas de suministro extranjeras, muchas de ellas centradas en China.

Es hora de revertir ese error. El Congreso debería restaurar los incentivos que una vez convirtieron a Puerto Rico en una potencia farmacéutica. Al hacerlo, podemos impulsar simultáneamente la seguridad económica de Estados Unidos, crear empleos bien remunerados y brindarle a Puerto Rico las herramientas para reconstruir su economía desde adentro.

No se trata de subsidios ni de microgestión gubernamental. Se trata de usar una política fiscal inteligente y procrecimiento para impulsar la inversión privada. Zanahorias, no palos. Durante demasiado tiempo, la política estadounidense se ha basado en aranceles, mandatos y regulaciones estrictas para obligar a las empresas estadounidenses a regresar a casa. Ese enfoque rara vez funciona. Las empresas huyen de los altos costos y la incertidumbre. Pero cuando se reducen las barreras y se permite a los emprendedores hacer lo que mejor saben hacer: invertir, contratar e innovar, los resultados hablan por sí solos.

Las ventajas de Puerto Rico son evidentes. La isla ofrece una fuerza laboral bilingüe y educada, proximidad a los mercados continentales y la estabilidad de operar bajo la ley estadounidense. Restablecer los incentivos fiscales motivaría a las compañías farmacéuticas a construir y expandir plantas en la isla. Cada nueva fábrica significaría cientos de empleos altamente calificados, cada uno de los cuales generaría muchos más en servicios, logística y construcción. El efecto dominó sería transformador.

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