Europa está perdida. El ciclo de la guerra industrial no perdona

Jueves, 20/11/2025 12:21 PM

El grupo de dirigentes derechistas y fascistas que malamente dirigen a Europa, atraviesan un momento que difícilmente podrán revertir. La guerra en Ucrania ha expuesto las fragilidades de un continente que creyó, con las ideas de estos dirigentes y de los Estados Unidos, poder sostener un conflicto prolongado sin pagar un precio alto o inclusive ninguno, solo Rusia pagaría y sería irremediablemente desmembrada.

Sin embargo hicieron un mal cálculo, el primero de ellos era que la sociedad rusa estaba completamente entregada a la voluntad de Estados Unidos y Europa, lo cual no se cumplió en la medida estimada. Fue lo contrario. Lo que se veía como una Rusia debilitada y segmentada, logro unificarse, recuperar su capacidad de innovación y producción y replantear la confrontación en otros términos distintos a lo que los "tanques de pensamiento" derechistas y tecnócratas idearon. La Rusia del entreguista Yeltsin desapareció. Apareció la Rusia de Putin.

La política de "máxima presión" que aquí en Venezuela conocemos, allá dió por resultado el ataque militar, defenderse o desaparecer, que lanzó Rusia, algo que nosotros no podemos hacer. Estados Unidos y Europa apoyaron inmediatamente a Ucrania para lo cual se estaban preparando durante muchos años. Europa planteo su participación no como lo que era, un plan coaligado, sino como un gesto de solidaridad y defensa de valores compartidos. Por alguna razón pensaron que Rusia sería derrotada, quizás por la fractura interna del país, el apoyo de los medios de comunicación rusos que no se alinean todavía con su país, quien sabe, pero a los éxitos iniciales de Ucrania continuo un lento avance de Rusia que con una superior escuela y experiencia militar fue llevando todos los factores bélicos a su favor.

Viendo este escenario Estados Unidos se aleja, escarmentado con una derrota previsible e inevitable para Ucrania, y traslada buena parte de los crecientes gastos bélicos a Europa que obligada asume una carga que erosiona poco a poco, la capacidad de Europa de sostenerse a sí misma. Así que la derrota de Ucrania inevitable, indetenible, arrastra a Europa que apostó a su victoria y cobrarle a Rusia los gastos realizados. Por supuesto que este es un escenario imposible y Europa está perdida porque la lógica de la guerra es implacable con quienes insisten en sostener lo insostenible.

La realidad es que el costo ya está instalado en sus economías, en sus sociedades y en su política interna. No hay reacciones sociales porque cada uno de esos países tienen crisis políticas también, agudas, pero donde la derecha impera.

La guerra esta pérdida para Ucrania, o ya la perdió, y por lo tanto para Europa y también para Estados Unidos aunque marque distancia, porque esa es una guerra industrial, donde todos los componentes se construyen en sus empresas, y todos participan tanto en el financiamiento, la producción industrial y por sobre todo en la innovación intensa que ocurre precisamente en un momento de cambio técnico, donde lo digital desplaza fuertemente a lo mecánico. Y la derrota es para todos por estar integrados en los intereses estratégicos en juego que es no solo Ucrania, sino el desplazamiento o la vigencia de ese gran rival politico que es Rusia.

Europa ha intentado cumplir medianamente con las exigencias, pero lo ha hecho desde una posición ambigua y de debilidad relativa. Sus arsenales se vacían más rápido de lo que se reponen, su industria militar no logra llegar a la escala necesaria, carece de las masas financieras y su economía se resiente bajo el peso de inflación, crisis energética y para rematar aranceles de los Estados Unidos. Así que el esfuerzo de sostener desde lejos la guerra ha sido un esfuerzo que desgasta más a Europa que a Rusia, que ha logrado adaptarse y mantener su propia dinámica con recursos internos y apoyos externos. El resultado es un desequilibrio que se profundiza con el paso del tiempo.

La política de la derecha fascista europea se encuentra atrapada. Retirarse del conflicto sería reconocer una derrota que afectaría su credibilidad internacional, su cohesión interna y sobre todo perdería su base electoral pues quedaría desnuda ante la realidad que no tiene nada que ofrecer excepto guerras, donde además es derrotada y llevar a toda Europa a una "crisis multidimensional".

Europa se mantiene en la guerra por el interés de sus partidos políticos derechistas de subsistir. Pero mantenerse significa conservar una úlcera incurable, un dolor lacerante que se traduce en desgaste económico y social sin ninguna posibilidad de éxito, porque a estas alturas nadie ve como realista que la derecha Europea pueda derrotar aun unida, a Rusia. En estos escenarios, Europa pierde.

Europa puede buscar los caminos de la retirada, cantando bajito, discreta, casi vergonzosa, pero la permanencia es un grito de dolor prolongado que no ofrece nada a nadie. La historia enseña que las guerras no indultan a quienes insisten en sostener lo insostenible, y Europa parece haber olvidado esa lección.

El resultado es inevitable bajo la dirección política de la derecha, el futuro inmediato para Europa es sombrío, pues las consecuencias de la guerra no se detienen en el campo de batalla, sino que se prolongan en la economía, en la política y en la sociedad. Europa está atrapada en esa lógica y no tiene salida clara. La realidad es que la guerra no perdona. Europa está perdida porque su derecha estéril olvidó que la guerra no perdona a quienes insisten en sostener lo insostenible.

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