Sólo faltan las trincheras

Viernes, 14/11/2025 12:33 PM

Hace ocho años decidí no leer periódicos ni ver la televisión salvo la de entretenimiento, y escribí un artículo acercadel por qué de esa decisión. Hoy, de vez en cuando me asomo a algún programa televisivo en el que intervienen un comunista, como así se manifiesta él mismo, Villarroya, y otros ilustrados comentaristas razonables. Y lo que ya percibía hace casi una década,una amenaza de reanudación de la guerra civil del 36 al 39, sigo viéndola igualmente ahora, más recrudecida. Aunque de momento sólo una amenaza moral, pues la pertenencia de España a la Comunidad Europea no la hacen posible.

Pero esta impresión de amenaza no es nueva. Desde que se inició este régimen que pasa por "democracia" de partidos y se reinstauró la monarquía, era fácil de prever, no el diálogo político sinolamás áspera confrontación política que poco a poco iría a más, hasta llegar al monstruoso episodio del "procés". ¿La raíz? : la Transición, que se hizo en falso, pues no podían ser otros que franquistas quienes redactaron la Constitución, quienes introdujeron en ella la monarquía y al monarca complaciendo al dictador. Los jueces se acostaron franquistas y se levantaron demócratas. Desde el maquinado golpe de Estado del coronel Tejero y la exaltación del monarca como "Salvador" de ese falso peligro se sucedieron acontecimientos continuados de fraudes y desvalijamiento de las arcas públicas. El caso es que al no haber habido lo que se llama pacto social, es decir, un acuerdo entre las clases sociales de un país, nada podía esperarse pasado el tiempo, si no la actualización permanente de la confrontación entre franquistas y fascistas solapados, y españoles moderados sin ideas claras.

Han pasado cuarenta y siete años y, lejos de haber un acercamiento, la tensión entre los supuestos conservadores y los supuestos progresistas no hace más que agravarse llevando camino de enquistarse.

Sigo viendo el mismo frentismo, los mismos enemigos irreconciliables, la misma lectura sectaria de la política que impusieron los vencedores de la guerra civil. Fueron ellos quienes cocinaron en 1978 el texto constitucional que dio forma al nuevo régimen. Los progresistas, por su parte, no se han distinguido precisamente por su valentía frente a la provocación constante. Su moderación raya en la pusilanimidad…

Estoy totalmente de acuerdo con la tolerancia, pero es muy peligrosa la tolerancia con el intolerante que son los franquistas y fascistas. Ambos interpretan la prudencia y la moderación como debilidad, y las aprovechan con un cinismo aprendido en su vieja escuela de poder.

Aquella Transición —con minúscula— efectivamente se cerró en falso. La prueba es que, desde entonces, cuando los franquistas y fascistas no gobiernan, España es un infierno político: sin diálogo, sin voluntad de diálogo, sin respeto, sin elegancia y sin el menor sentido del humor. Oír a franquistas hablar explícitamente de ir a la TVE con lanzallamas para suprimir un programa de debate, produce escalofríos. En el año 36 se supo de multitud de frases similares. ¿Qué futuro cabía esperarse del engendro político con el que empezaba la nueva etapa de una España nunca vista desde el resto del mundo como una nación sería y digna de respeto, siempre inestable, siempre en pie de guerra las clases dominantes?

España es, en realidad, un Estado fallido, sostenido por la pertenencia a la Comunidad Europea, que actúa como un muro que separa a los dos frentes irreconciliables. Sólo ese muro, ajeno y provisional, evita que vuelvan a abrirse las trincheras.

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