El mundo fuera de rumbo: el límite de 1,5 °C se aleja mientras el reloj climático avanza

Lunes, 27/10/2025 12:44 PM

El planeta se encuentra en una encrucijada crítica, perdiendo la carrera contra el cambio climático a una velocidad alarmante. A pesar de los compromisos ambiciosos establecidos en el Acuerdo de París, el primer Balance Global ha revelado una realidad desoladora: no estamos en camino de limitar el calentamiento global "muy por debajo de los 2 °C", y el objetivo aún más crucial de 1,5 °C se vislumbra cada vez más inalcanzable. Esta advertencia no es una mera formalidad burocrática, sino un llamado urgente y estruendoso, fundamentado en décadas de evidencia científica irrefutable. Representa una amenaza existencial inminente para millones de personas y ecosistemas vulnerables, y, de manera crucial, expone la profunda e inherente desigualdad que yace en el corazón de la crisis climática.

Desde su fundación, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha sido el faro principal en la comprensión de la complejidad del cambio climático. Su informe especial de 2018 sobre el calentamiento global de 1,5 °C fue un hito, revelando con claridad científica que superar este umbral tendría consecuencias catastróficas, aumentando significativamente los riesgos de olas de calor extremas, sequías prolongadas, una pérdida masiva de biodiversidad, inseguridad alimentaria generalizada y desplazamientos forzados a gran escala.

Pero lo más alarmante, y lo que debería motivar una acción inmediata y radical, es que, según el Sexto Informe de Evaluación del IPCC (2023), un calentamiento de 2 °C provocaría impactos mucho más graves y potencialmente irreversibles. Este escenario incluye la pérdida casi total de hábitats críticos como los arrecifes de coral (hasta un 99 % podrían desaparecer), un aumento drástico en la frecuencia e intensidad de eventos extremos como ciclones devastadores e incendios forestales incontrolables, una reducción drástica de la productividad agrícola en regiones tropicales vitales para la seguridad alimentaria global, y un riesgo significativamente mayor de alcanzar puntos de inflexión climáticos irreversibles, como el colapso de vastas capas de hielo que desatarían un aumento catastrófico del nivel del mar.

Fuente: IPCC – Informe especial sobre el calentamiento de 1,5 °C (2018)

Este gráfico visualiza de manera contundente cómo los impactos climáticos se intensifican exponencialmente entre ambos escenarios, afectando de manera integral a los ecosistemas del planeta, la salud humana, la seguridad alimentaria y los cimientos del desarrollo sostenible. Cada décima de grado de calentamiento cuenta, cada incremento mínimo amplifica los riesgos y reduce nuestra capacidad de adaptación.

Las regiones tropicales, donde reside más del 40 % de la población mundial, son las que enfrentarán los impactos más severos y directos de esta crisis. Según el World Resources Institute (WRI), el estrés térmico y la deforestación actúan en un ciclo de retroalimentación pernicioso, agravando la pérdida de cobertura vegetal esencial y aumentando peligrosamente la exposición de las poblaciones al calor extremo. Además, el crecimiento del cinturón tropical está provocando un desplazamiento preocupante de zonas agrícolas vitales y alterando patrones de lluvia históricos, con consecuencias impredecibles y potencialmente devastadoras para la biodiversidad y la salud humana en estas regiones ya vulnerables.

Lo más alarmante, y éticamente censurable, es que los países y comunidades que menos han contribuido históricamente al calentamiento global son precisamente los que más sufrirán sus efectos devastadores. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala con contundencia que los países más vulnerables están haciendo esfuerzos desproporcionadamente mayores en la lucha contra el cambio climático que muchos de los principales emisores, a pesar de contar con menos recursos y una mayor exposición al riesgo. Esta asimetría flagrante revela una profunda injusticia estructural: el cambio climático no es solo una crisis ambiental; es, fundamentalmente, una crisis de equidad y responsabilidad histórica que demanda una reparación urgente.

Rhodium Climate Outlook estima que, bajo las políticas actuales y las trayectorias de emisiones proyectadas, el mundo tiene una probabilidad extremadamente alta (más del 90 %) de superar los 2 °C de calentamiento antes del fin de siglo (año 2100), incluso si se logra evitar el peor escenario absoluto. Estas proyecciones se basan en modelos probabilísticos sofisticados que consideran factores como el crecimiento económico global, los precios energéticos fluctuantes y los avances tecnológicos. Sin trayectorias claras y legalmente vinculantes hacia las emisiones netas cero, y sin una transformación radical e integral del sistema energético global, el límite de 1,5 °C se aleja cada vez más, casi hasta el punto de la imposibilidad.

La humanidad no enfrenta simplemente una crisis ambiental; estamos ante una verdadera encrucijada civilizatoria que definirá nuestro futuro. Restaurar ecosistemas degradados, abandonar de manera definitiva y urgente los combustibles fósiles, rediseñar nuestras ciudades para que sean sostenibles y resilientes, y garantizar la justicia climática para todos no son opciones o meras aspiraciones: son imperativos urgentes e ineludibles. El reloj climático avanza inexorablemente, y la ventana de oportunidad para una acción significativa y transformadora se estrecha con cada día que pasa. Superar los 1,5 °C no es inevitable, pero evitar los 2 °C exige una acción colectiva sin precedentes, una movilización global de recursos y voluntades que trascienda fronteras e intereses particulares.

Restaurar es resistir. Y resistir es transformar.

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