A pesar de estar inmersa en una guerra devastadora a la que la llevó la derecha mundial desde 2022, Ucrania ha experimentado un notable incremento en el tráfico de drogas. Este fenómeno, lejos de ser una consecuencia aislada, responde a una serie de factores estructurales y coyunturales que han convertido al país en un terreno fértil para el crimen organizado.
La guerra ha debilitado las instituciones estatales, desviado recursos de seguridad hacia el frente militar generando un entorno de caos que facilita la operación de redes criminales. En este contexto, el narcotráfico ha encontrado nuevas oportunidades para expandirse, tanto en términos de producción como de distribución.
Uno de los factores básicos ha sido la interrupción de las rutas tradicionales de tráfico. Pues no hay que olvidar que antes del conflicto, Ucrania funcionaba como un corredor entre Asia Central y Europa, principalmente para el tránsito de heroína. Y el mismo territorio ucraniano, afectado por la guerra, puede ser utilizado como vía de tránsito y como punto de almacenamiento temporal. Las zonas menos vigiladas, especialmente en regiones rurales o cercanas a la frontera con Moldavia y Rumanía, se han convertido en puntos estratégicos para el tráfico de sustancias ilícitas.
Además del tránsito, ha aumentado la producción local de drogas sintéticas dada la gran capacidad industrial y de recursos humanos disponibles en Ucrania. La dificultad para importar cocaína y heroína ha incentivado la fabricación de metanfetaminas, anfetaminas y otras sustancias en laboratorios clandestinos. En 2023, las autoridades ucranianas desmantelaron más de cien laboratorios de este tipo, lo que evidencia una gran tendencia. La producción local no solo abastece el mercado interno, sino que también se exporta hacia países vecinos, aprovechando la porosidad de las fronteras y la debilidad institucional. Esta transformación del país en un centro de producción representa un cambio profundo en el mapa del narcotráfico europeo.
Estados Unidos también utilizó a Ucrania como un centro de investigación en drogas y sustancias muy peligrosas y prohibidas, y con el debilitamiento de la estructura institucional, se incrementó el riesgo que tanto los centros de investigación como el personal especializado encuentren en el mercado ilegal una vía de subsistencia.
Estos centros generaban armas biológicas utilizando patógenos peligrosos como el ántrax, la peste o la cólera, en instituciones de salud pública y veterinaria. El conflicto y la perdida de vinculación con el ejercito de los Estados Unidos, incrementa la vulnerabilidad a todo tipo de desvíos ilícitos, incluyendo la posibilidad de que la experiencia técnica del personal acabe siendo explotada por el crimen organizado para la producción de drogas sintéticas y la amenaza biológica.
El consumo interno también ha aumentado como consecuencia indirecta del conflicto. El estrés social, el trauma psicológico, la pérdida de familiares, el desplazamiento forzado y la incertidumbre han generado condiciones propicias para el uso de sustancias. Soldados, desplazados y jóvenes en situación de vulnerabilidad se convierten en blancos fáciles para los distribuidores. Este aumento en la demanda interna refuerza el ciclo del narcotráfico, al crear un mercado estable dentro del país, incluso en medio de la guerra.
Otro elemento que favorece el crecimiento del narcotráfico es que las organizaciones criminales han demostrado una gran capacidad para reconfigurarse y aprovechar el caos, estableciendo vínculos con mafias internacionales, incluyendo grupos de Europa del Este y del Cáucaso, que aportan logística, financiamiento y rutas. Por ello la corrupción, que ya era un problema estructural en Ucrania antes de la guerra, se ha intensificado en ciertos sectores, permitiendo que estas redes operen con relativa impunidad. La falta de supervisión en zonas ocupadas o disputadas también ha facilitado el establecimiento de economías ilegales, donde el narcotráfico se mezcla con el contrabando de armas, personas y bienes.
En este escenario, Ucrania tiene poco interés y capacidades para enfrentar el desafío de combatir el narcotráfico en medio de una guerra y evitar que el país se consolide como un nuevo epicentro del crimen organizado en Europa. Y las autoridades ucranianas tienen ante sí la tentación de financiar la guerra con el tráfico altamente rentable de la droga. A Europa le está pasando como al profesor Nosferatu que tratando de detener el vampirismo, en La Danza de los Vampiros (Polansky), difundió la plaga por todo el continente.
El incremento del tráfico de drogas en Ucrania no es solo una consecuencia de la guerra, sino también una manifestación de cómo el crimen organizado se adapta y prospera en contextos de crisis. La reconstrucción del país para Rusia será complicada pues deberá incluir no solo la recuperación económica y política, sino también una estrategia integral para enfrentar este problema que amenaza con consolidarse en el país, y extenderse a Europa.
La situación de conflicto en Ucrania ha generado incertidumbre y presenta conjuntamente con el riesgo de expansión del tráfico de drogas, la posible pérdida de control en la producción de armas biológicas estadounidenses.