Caída libre de los fundamentos de Occidente

Domingo, 28/09/2025 05:29 AM

Lo verdaderamente grave de nuestro tiempo no es tanto una ostensible confusión política. Tampoco la incertidumbre económica. Lo grave es la devaluación colectiva de cuanto ha sostenido la vida espiritual de Occidente durante siglos. La herencia grecolatina y judeocristiana, que dio sentido y estructura al pensamiento occidental, cada día que pasa más se contempla como un vestigio arqueológico, como si hubiese caducado por agotamiento natural. Y así como en la Edad Media el saber se refugiaba en los monasterios para no extinguirse, ahora parece recluirse sólo en la memoria de las generaciones postreras.

Es como si, tras años de formación paciente —un largo entrenamiento en disciplinas, principios y valores—, al alumno que acude por fin al examen de la vida se le dijera que nada de lo aprendido importa ya. Que sus respuestas, por muy afinadas que sean, serán consideradas obsoletas por el tribunal que le examine. Que aquello que constituyó durante siglos la médula de la cultura solo podría interesar a una minoría excéntrica. Para el tribunal verdadero, que es la sociedad entera, carece ya de interés por rancio y obsoleto. Es más, ya no reconoce en ese legado otra cosa que polvo y ruina.

Como antes se recluía el saber en los monasterios medievales, hoy también hay que buscar reductos donde sobreviva la memoria cultural. Porque hay mucho indicio apuntando a que las humanidades son ya "catacumbas" de la sabiduría, custodiadas por minorías de las últimas generaciones que pronto desaparecerán. Esto me recuerda al Arnold Toynbee que habla de "minorías creativas": esas que mantienen viva la llama en tiempos de decadencia.

En esta paradoja se cifra el drama contemporáneo: el progreso que se jacta de emanciparse y avanzar es el mismo que desprecia las raíces que lo hicieron posible. Y cuando una civilización se atreve a despreciar sus fundamentos, lo que anuncia no es un luminoso porvenir liberador, sino la fatiga de una cultura que ha perdido la voluntad de ponerse al pleno servicio de la humanidad. Y de ahí pasa a la decadencia plena

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