Como estudiante de derecho, consideré un deber casi obligatorio escuchar durante once horas el escrito de acusación del juicio que se le adelanta al señor de las sombras, Álvaro Uribe Vélez. Para sintonizar con el título de esta columna de opinión, recojo una frase impactante: "La ceguera voluntaria no puede ser razón para excluir el dolo", afirmó la jueza al referirse a Uribe. Mientras muchos celebran esta decisión, otros aprovechan la situación para victimizarse y hacer política a partir de la desgracia de su mentor. Perdón, me equivoqué: pura politiquería de la más rastrera.
Como bien dice el gran caricaturista del periódico El Espectador, Chócolo: "Se necesitaron nueve cirugías para subir en las encuestas", en alusión a Miguel Uribe, quien antes del atentado ondeaba en las calles de Bogotá la bandera de Israel, justificando el genocidio contra el pueblo palestino. Ahora, los secuaces de Uribe intentan pescar en río revuelto, buscando que incautos se solidaricen con las desgracias de dos de los vástagos del uribismo puro. Este sector ha mostrado una falta total de ética, llegando incluso a amenazar a la jueza que impartió verdadera justicia al filtrar datos y direcciones de sus familiares a través de la Revista Semana.
¿Qué sigue ahora? Primero, es importante señalar que este proceso lleva 14 años en curso y fue el mismo Uribe quien permitió que se alargara tanto al denunciar a Iván Cepeda en 2014 por supuesta compra de testigos; un tiro que le salió por la culata. Los delitos por los cuales fue sentenciado en primera instancia incluyen fraude procesal y soborno en la actuación penal. El Código Penal Colombiano fue violado al mancillar el bien jurídico tutelado de la justicia.
Si bien muchos celebran esta sentencia, deberíamos sentir vergüenza como nación. Es inaceptable que un jefe de Estado haya mancillado la ética y dignidad de la justicia al poner como testigos a personas de la peor calaña. Ahora, con una sentencia condenatoria programada para el primero de agosto, Uribe tiene cinco días hábiles para impugnar el fallo ante el Tribunal Superior. Este tribunal tendrá dos meses para revisar las mil páginas del escrito de acusación y la sentencia; posteriormente se pronunciará sobre si ratifica o absuelve dicha sentencia.
Cualquiera sea el resultado, tanto los representantes de las víctimas como los del uribismo podrán acudir a casación ante la Corte Suprema de Justicia, lo que podría prolongar este proceso entre dos a cinco años más. Así las cosas, entre 2028 y 2030 podría cerrarse definitivamente el caso del señor Uribe.
Por lo tanto, aquellos que deseen celebrar pueden hacerlo como un acto simbólico; como decían nuestras abuelas: "Mijo, cualquier cosa es cariño". Sin embargo, es realmente vergonzoso que quien fungió como jefe de un Estado Social de Derecho se haya comportado como un vil delincuente; no lo digo yo, lo dijo la jueza.
Adenda:
La toga no tiene género, pero sí carácter", afirmó durante su intervención inicial la jueza ...evidenciando con cada acción que la toga no tiene género pero sí carácter, y que cuando una mujer administra justicia lo hace con el mismo rigor o incluso más que cualquier otro funcionario judicial", continuó la funcionaria...