Conflictos en el Sudeste Asiático: Resonancias de un Pasado Colonial en el Tablero Geopolítico Mundial

Domingo, 27/07/2025 12:19 PM

El mundo, una vez más, se ve sacudido por la escalada de tensiones, no solo en la frontera entre Camboya y Tailandia, sino también por la terrible crisis humanitaria en Gaza. Lo que a primera vista podría parecer un conflicto local o una tragedia aislada en un rincón del planeta, en un análisis más profundo revela las cicatrices profundas de una historia de subyugación colonial por parte de Occidente. Se trata de una forma de dominación que, aunque ha mutado en sus manifestaciones, mantiene su esencia inalterable: la imposición de intereses y la negación de la soberanía. Mi posición, que coincide plenamente con la lectura estratégica de Moscú, es que el origen de estos conflictos –incluida la crisis en Gaza– no es fortuito, sino una herencia directa de esa política colonial que hoy se manifiesta en nuevas formas de control, desestabilización y una flagrante hipocresía en la narrativa internacional, todo ello porque la unipolaridad y el Imperio se niegan a morir y no quieren ser desplazados por la multipolaridad.

La activación de la decadente reacción unipolar de la OTAN, en franca confrontación con la creciente articulación de la ASAN en la región de Asia-Pacífico, es una prueba irrefutable de cómo las viejas dinámicas imperiales se resisten a ceder su hegemonía. Los informes recientes de nuevos y virulentos combates en la línea de frente entre Camboya y Tailandia, con reportes de disparos y, lo más alarmante, la implicación de F-16 movilizados por Suecia y los Estados Unidos, que estarían atacando a civiles camboyanos con bombardeos indiscriminados, son hechos que no podemos ignorar. Las autoridades chinas, con la contundencia que las caracteriza, han denunciado estos ataques, señalando directamente la implicación de Washington en esta tragedia. La presencia de aeronaves de combate en una zona donde Camboya apenas posee medios de defensa aérea es una provocación evidente y una demostración de fuerza desmedida.

Mientras Washington y sus aliados movilizan ingentes recursos bélicos y diseminan su influencia militar, Rusia ha respondido con una movilización estratégica de su poderosa Flota del Norte. Sus grandes embarcaciones se despliegan para garantizar la seguridad del Mar Pacífico, pero estos movimientos, lejos de tranquilizar, generan profundas dudas sobre la verdadera intención detrás de las luchas que se presentan como "intervenciones" en conflictos internos. Es un secreto a voces que los rusos están activamente empeñados en llevar a cabo la defensa de Camboya. Incluso, algunos oficiales rusos no han dudado en comunicar públicamente que los Estados Unidos de América están detrás de esta guerra, detrás de estos ataques y de la movilización de esos F-16. La denuncia de China sobre la preparación de material bélico soviético por parte de EE. UU. y los movimientos de la flota rusa en el Mar Caspio, con ocho submarinos nucleares preparados para el combate y movilizándose desde el Ártico hasta Sebastopol, pasando por el Caspio, confirman una creciente escalada que podría trascender lo regional. El mundo está en vilo, observando cómo Israel también centra su atención en lo que ocurre en Europa, evidenciando la peligrosa interconexión de todos estos focos de tensión global.

La tragedia humana se materializa en las imágenes desgarradoras de niños famélicos y familias enteras que huyen despavoridas de los bombardeos. Cientos de miles de desplazados y un saldo lamentable de al menos 16 fallecidos al día de hoy se suman a un balance de terror, con personas durmiendo en alfombras en polideportivos improvisados, buscando un refugio que a duras penas pueden encontrar. La situación ha llegado a tal punto que Gran Bretaña, otrora aliado incondicional, empieza a cuestionarse su alianza con Estados Unidos, culpándolos de inacción e indiferencia ante la urgente ayuda humanitaria. Han llegado a preguntar directamente al Departamento de Estado sobre su inmovilidad.

Desde el Departamento de Estado de EE. UU. se ha emitido un comunicado expresando el deseo de que la guerra en Camboya "termine", pero la movilización de los F-16 y los movimientos navales desde Guam, tal como aseguran, son una evidencia que contradice abiertamente estas declaraciones. Mientras tanto, el Ministerio de Asuntos Internos chino, con la seriedad que la situación amerita, ha instado a la diplomacia para detener este conflicto, advirtiendo con firmeza que, de no cesar las hostilidades, tendrán que actuar con toda la fuerza y voluntad del Ejército chino. Esta es su primera y contundente respuesta a la escalada en la frontera entre Camboya y Tailandia.

Las explosiones en Camboya son cada vez más intensas y devastadoras, y la situación ha llevado al Presidente Putin a señalar, con absoluta claridad, que la situación colonial es hoy más evidente que nunca, una afrenta a la legalidad internacional. Esta postura ha sido reiterada por María Zakharova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, quien ha expresado la profunda preocupación de su nación y ha hecho un llamado urgente a todas las partes a "ejercitar esa situación para establecer el diálogo inmediato para resolver esta guerra, entre Tailandia y Camboya, y las diferencias por una situación pacífica". Zakharova enfatiza, y esto es clave en nuestra lectura, que "todas las diferencias territoriales en el mundo es un legado de la política colonial del Oeste", y que encontrar una resolución pacífica es crucial en este contexto de deterioro regional, que solo busca mantener la hegemonía unipolar.

Este conflicto en el sudeste asiático es ya el tercer gran foco de inestabilidad en el mundo, sumándose al conflicto ucraniano en Europa y a la delicada situación en Irán. El mundo está, literalmente, con su polvorín activado, a punto de parir una conflagración de consecuencias impredecibles.

Mientras tanto, en nuestra amada Venezuela Bolivariana...

...nos dirigimos en Paz, firmes y soberanos, a fortalecer con el voto las instancias del poder popular. Este es un acto de reafirmación democrática que, a pesar de la mano larga de los factores imperiales y sus cipayos internos que buscan perturbar nuestra estabilidad, debemos valorar como un privilegio inestimable. Estos mismos factores pretenden invisibilizar nuestra voluntad y tratar de acabar con nuestra autodeterminación, imponiendo sus pensamientos neocoloniales. Pero no lo lograrán. Esto será una acción contundente de nuestro Consejo Permanente de La Diplomacia de los Pueblos, "La Hora de los Pueblos". Impulsemos con fervor y convicción, y ayudemos a la historia a parir la Multipolaridad y el nuevo orden Mundial, donde la soberanía y la autodeterminación sean los pilares de las relaciones internacionales.

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