Abelardo, el "Patriota" fascista colombiano

Miércoles, 31/12/2025 12:45 PM

Por diversas razones (la quiebra del 2008, la globalización neoliberal y la pandemia del Covid) hoy asistimos a un auge de miedo de las derechas más recalcitrantes con resignificaciones en sus bases teóricas y conceptuales a partir de un ataque a lo woke, identificado como un izquierdismo delirante y disolvente de valores esenciales en la tradición más conservadora. Para las nuevas derechas el "les" (como expresión lingüística) es la degradación absoluta de la familia, la religión, la patria y la civilización.

Así, somos testigos del avance incontenible de nuevas derechas políticas a las que muchos llaman derechas extremas. No hay duda, el planeta (Colombia no parece ser la excepción) está virando políticamente hacia la derecha.

Explicar esta tendencia demanda desde la izquierda un profundo análisis y el alcance de esta nota no tiene esa pretensión. Pero tal fenómeno es algo evidente, algo que todos palpamos.

Por lo pronto, baste con decir que hay tres derechas caracterizadas, Colombia así lo muestra. Hay una derecha hibrida con voluntades centrípetas, proclive a las alianzas, a partir de la hegemonía de un polo más radical en su enfoque tradicionalista, nacionalista y populista. Son derechas viejas y nuevas.

Una es la derecha histórica. Es una derecha religiosa, adicta a la familia, patriarcal, que es bastante conocida.

La otra es la derecha que bien puede identificarse como la derecha empresarial (industrial, comercial y financiera), apareció en el periodo de la modernidad industrial en las antípodas de la derecha originariamente monárquica. Liberal en lo económico, a veces también en lo político, suele acercarse a posiciones progresistas, si eso es conveniente para blindar sus intereses; pero también hacia posturas afines a regímenes dictatoriales cuando se encuentra amenazada por los cambios izquierdistas.

Y hay una tercera derecha que bien puede designarse derecha populista (o derecha "revolucionaria" dicen algunos), se trata de un proceso relativamente nuevo. Es populista porque conjuga dos elementos vertebrales a todo populismo: un líder mesiánico y/o épico y grandes movimientos de masas, condiciones que han hecho decir a no pocos expertos que esa derecha populista es un nuevo fascismo adaptado a las condiciones que priman en las democracias liberales de hoy.

Sin embargo, anotemos acá, en muy pocas oportunidades la derecha populista se encuentra en condiciones de llegar por sí sola al poder, de modo que debe acordar alianzas con otras derechas a fin de obtener la mayoría absoluta que requiere para gobernar, que es lo que está en curso en Colombia con el actual proceso electoral. Eso supone que su agresividad se vea atenuada, en parte, por los partidos constitucionalistas de derecha. Por lo mismo, si esa derecha obtiene la primera mayoría, bregará por la unidad de derechas, pero al mismo tiempo intentará imponer su hegemonía sobre el resto de las derechas, que es lo que pretende Uribe Velez con varios de sus alfiles.

En ese contexto, hay en la actualidad una candidatura presidencial que parece reflejar la derecha populista en alza. Me refiero al nombre del abogado de ex paramilitares y piratas financieros, Abelardo de la Espriella, con un innegable repunte en las encuestas conocidas hasta el momento.

Abelardo se está presentando como un Patriota ejemplar.

El del patriotismo es un discurso pegajoso que cae de perlas al nacionalismo, la religión, la propiedad y la familia; conceptos sobre los que la derecha alega un monopolio cultural absoluto.

La izquierda colombiana esta advertida de lo que se viene con esta narrativa.

Patria es una categoría resbalosa. Algunos lo usan como un sinónimo de nación, error en el que incurre la propia RAE. La acepción más simple indica que Patria es "lugar, ciudad o país en que se ha nacido". En el uso más común, patria es el lugar originario que se añora.

Una vez alguien definió patria como el lugar en que a uno le gustaría morir. Otros lo usan en su sentido semántico, "patria es el país de los padres" o "tierra de los padres", definición un tanto arriesgada pues ata a cada uno con un pasado imaginario y puede usarse incluso en sentido étnico o racista.

Pero hay una manipulación fascista de la Patria como está ocurriendo en muchos Estados del mundo.

Precisamente en contra del uso fascistoide del concepto de patria, Jürgen Habermas propuso el término de "patriotismo constitucional". De acuerdo a ese término, el patriotismo sería deslugarizado y pasaría a convertirse en adhesión voluntaria a la constitución del país donde uno reside. La idea, siendo buena, tiene, sin embargo, un problema: convierte el término patriota en un sinónimo de ciudadanía

Ciudadanía, supone en efecto, el reconocimiento y la aceptación de la norma constitucional del país donde uno reside. De ahí que, podríamos decir que patria es más bien un concepto vinculado, no tanto con el nacimiento, sino con lugares y costumbres del país que cada uno añora.

Así, patria, tiene que ver más que con condiciones objetivas, con sentimientos subjetivos. Por eso hablamos de amor patrio y no de amor constitucional. Y si es amor, solo puede ser voluntario, pues hasta ahora nadie ha inventado el amor obligatorio.

El giro que este concepto político está teniendo hoy bien se puede relacionar con la redacción de la Estrategia de Seguridad Interior de Estados Unidos que designa como "partidos patriotas" a los partidos nacionalistas y populistas de la extrema derecha de varios estados

Ese concepto fascista de Patria es el que está levantando el candidato presidencial Abelardo de la Espriella en la actual campaña electoral para escoger el próximo presidente de Colombia.

Se trata de un patriotismo antipatriota y así hay que denunciarlo. Es una rebelión contra la paz y la democracia que debe ser desenmascarada.

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