La Universidad socialista necesaria

Sábado, 08/11/2025 05:49 AM

En tiempos de crisis y asedio como los que atraviesa Venezuela, la pregunta estratégica que debemos hacernos no es solo cómo enfrentar al enemigo externo, sino contra quién luchamos realmente en casa. Mirar hacia adentro significa evaluar y transformar las estructuras que sostienen o debilitan nuestra capacidad de resistir, pensar y transformar. Las universidades son la clave en esta batalla.

La verdad de Venezuela hoy debe ser objetiva y estar en concordancia con la realidad. La función y el futuro de nuestras casas de estudio no pueden depender de la perspectiva subjetiva y arbitraria de algunos Consejos Universitarios. Su rol es ser fundamental en el desarrollo del país, alineado con el nuevo paradigma naciente donde la independencia nacional y la soberanía son elementos superiores. Para ser verdaderamente nacionales, las universidades deben defender y practicar estos principios. En este contexto, legislar sobre la función universitaria no es una opción, sino una obligación.

La universidad socialista no es un proyecto académico más, ni una simple adaptación de la vieja academia. Es un cambio revolucionario, una respuesta estructural a la batalla profunda por la emancipación en la que todas las instituciones universitarias deben empeñarse, pue no se trata solo de enseñar, sino de transformar. No es solo informar creando competencias en una ciencia o conocimiento en particular sino crear ciudadanos nuevos.

No se trata de atesorar títulos, sino de formar sujetos históricos capaces de pensar en una sociedad sin clases, donde la propiedad colectiva y comunal sea una realidad con una propiedad privada respetuosa y sin subordinación intelectual a los centros de poder global.

La universidad socialista debe nacer con propósito. Su razón de ser no es la élite ni la certificación de saberes para el capital, sino la formación masiva ideológica de una ciudadanía crítica, comprometida con la emancipación colectiva. No basta con saber diseñar una máquina o administrar una empresa: se trata de comprender el mundo para transformarlo.

Un vínculo con el pueblo que no sea retórico. La investigación y la docencia orientadas a resolver los problemas reales nacionales, los que crea la distribución internacional del trabajo que nos lleva siempre a la pobreza y al suministro de materia primas, que lleve a la liberación de sectores oprimidos como han sido, obreros, comunidades populares, y no a satisfacer demandas de las transnacionales. Una universidad socialista permanece de pie por sus esfuerzos para mejorar sin miedo ante los rankings internacionales. Su superación se mide por su calidad educativa y su capacidad de incidir en la generación de opciones de riqueza para el pueblo.

En la nueva universidad socialista se mantiene el acceso universal y gratuito como un eslabón educativo de la igualdad y la equidad que en lo social y en lo politico son principios rectores. La universidad no selecciona por privilegio, sino que convoca por compromiso. Un enfoque laico y racional, promueve una visión científica del universo y combate el fanatismo en todas sus formas. Pero no por eso es fría o tecnocrática como las grandes universidades de los países capitalistas, pues estarían trabajando siempre en función de lograr la riqueza material y espiritual del individuo, la comunidad y el estado.

En su administración, esta universidad debe modificar la jerarquía tradicional sin caer en el idealismo improductivo. El Estado asume la responsabilidad de garantizar condiciones dignas para la enseñanza, pero lo hace articulando planificación centralizada con gestión colectiva y responsabilidad individual. Docentes, estudiantes, trabajadores y egresados tienen la posibilidad de integrarse a equipos interdisciplinarios que integran docencia, investigación y extensión como pilares de transformación. No hay compartimentos estancos, ni feudos académicos, habría una voluntad de transformación, de cuestionamiento del modelo burgués y de construcción de una nueva institucionalidad.

No es una tarea fácil ya que el punto de arranque para llegar a esta meta, exige grandes esfuerzos para todos los participantes, muchos de los cuales están imbuidos todavía en la vieja concepción de la universidad pendiente de las características y necesidades de los países industriales dominantes, para ajustarse a ellos.

Esta nueva universidad no es una utopía ni es decorativa, es una urgencia nacional, popular, estructural. Es una necesidad inmediata. En ella se juega la soberanía del pensamiento, la posibilidad de formar ciudadanos capaces de defender su dignidad y de imaginar un futuro con abundantes y nuevas riquezas materiales y espirituales. Diferenciarla de las universidades tradicionales decide lo que seremos. Porque quien controla la formación, controla el horizonte.

Y no se puede olvidar que hay que resolver las contradicciones internas, como las existentes en la formación universitaria, para resolver las externas. Las contradicciones internas son el motor del desarrollo y se resuelven superándolas mediante síntesis que transforman la totalidad. Para enfrentar lo externo se exige primero comprender y transformar lo interno, pues el conflicto es inherente al ser.

Eso significa que debemos superar la universidad actual, basada solo en la información, para que sea la cúspide del esfuerzo educativo formando ciudadanos que defiendan la verdad y la soberanía. Y en tiempos de crisis, los principios de libertad, independencia, unidad y soberanía originados en nuestra guerra de independencia son los inspiradores para la educación universitaria. No hay otra opción. La esclavitud no es opción.

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