Sittlichkeit. A propósito de socialismo y democracia

Viernes, 07/11/2025 10:48 AM

En el parágrafo 274 de la "Filosofía del Derecho" de Hegel se lee: "En su constitución, el Estado tiene que penetrar todas las relaciones. Por ejemplo, Napoleón quiso dar a priori una constitución a los españoles, lo cual, sin embargo, funcionó harto mal. Pues una constitución no es algo meramente hecho: ella es el trabajo de siglos, la idea y la conciencia de lo racional, en cuan ampliamente ello está desarrollado en un pueblo. Es por eso que ninguna constitución es creada meramente por sujetos. Lo que Napoleón dió a los españoles era más racional que lo que ellos tenían antes, y sin embargo lo rechazaron como algo extraño a ellos, ya que no estaban cultivados hasta ese punto más elevado. El pueblo tiene que tener en su constitución el sentimiento de su derecho y de su situación, de lo contrario ella puede ser existente externamente, pero ella no tiene ninguna significación y ningún valor. Desde luego, puede encontrarse frecuentemente en singulares la necesidad y el anhelo de una constitución mejor, pero que la masa total sea penetrada por una representación semejante, es algo completamente distinto y sólo resulta posteriormente. El principio de la moralidad, de la interioridad de Sócrates, se originó necesariamente en sus días, pero se necesitó tiempo para que ello se convirtiera en autoconciencia universal." (de la traducción de nuestro siempre recordado Eduardo Vásquez, por las Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela en su segunda edición, pág. 286).

Nos hemos permitido esta larga cita por su riqueza, por todo lo contiene, especialmente el concepto hegeliano de "eticidad" (Sittlichkeit) y su distinción clave del concepto de "moralidad". Pero antes de entrar en este tema y vincularlo con otros dos conceptos, los de "socialismo" y "democracia", diseccionemos la cita brevemente en los siguientes puntos:

a.) El Estado tiene que penetrar todas las relaciones, en el sentido de que el Estado debe de emerger de las formas sociales ya establecidas para no resultar algo ajeno a las mismas, un aparato ahí que no representa a esa sociedad y su cultura. En otras palabras, el Estado debe surgir desde su pueblo y no imponerse al mismo, como Napoleón pretendió en España. Una tesis que permite entender por qué las constituciones son moribundas, incluso las que reemplazan a las moribundas.

b.) Los singulares, las personas de carne y hueso, los individuos, pueden desarrollar una conciencia distinta de la de su pueblo, por ejemplo una conciencia que apunte a superar sus propios límites actuales, tal como Sócrates con relación a la Atenas de su tiempo, empero, los individuos poco pueden hacer si su conciencia no se corresponde con la realmente existente en su pueblo.

c.) Agreguemos que Hegel denomina "moralidad" a la conciencia individual, a los valores que moran en un determinado individuo. En cambio, denominará "eticidad" a los valores que habitan efectivamente en el pueblo, en la comunidad real, en la sociedad. Si se quiere, se puede jugar con los orígenes de los términos para fijar los significados. Moralidad refiere a moral que viene del latín "mores" y se emparenta con morada. Hegel lo usará para la morada invidual, una morada que más que física es espiritual. Eticidad (Sittlichkeit) remite a ética, que viene del griego "éthos" que significa "costumbre", las costumbres en las que habita espiritualmente una comunidad determinada en una época dada. Así, la moral de un individuo puede oponerse a las costumbres de su comunidad de pertenencia. Si el mensaje de Giordano Bruno fue rechazado y el poder lo quemó en la hoguera sin mayores consecuencias ulteriores fue porque su moralidad se oponía a la eticidad dominante de su tiempo, mientras que el de Jesús fue recibido en el suyo porque hubo una comunidad que ya estaba madura para su recepción y expandirlo a otras comunidades que en su momento maduraron para hacerlo suyo también.

Marx, quien se alimentó de las dialécticas ubres hegelianas, entendía que para que la revolución triunfara se precisaba la madurez de las condiciones socioeconómicas, el mayor desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas posible para que entrara en contradicción fatal y definitiva con las relaciones de producción, objetivadas en gran parte en las relaciones de propiedad, esto es, la propiedad privada sobre los medios de producción. La tecnología, componente fundamental de las fuerzas productivas, desplazaría el trabajo humano reduciéndolo al mínimo, así, por efectos de la propiedad sobre los medios se presentaría la mayor riqueza frente a la inmensa miseria de los trabajadores, en gran parte desalojados como desempleados del aparato productivo. No seguiremos ampliando las premisas de Marx, simplemente lleguemos a su conclusión: la revolución ocurrirá en los países de mayor desarrollo capitalista, por ser estos los que presenten la mayor contradicción señalada. En su tiempo ello apuntaba a Inglaterra y Francia, nunca a Rusia. En el nuestro apuntaría a Estados Unidos, no a Cuba o Venezuela. Más allá de lo que pensemos al respecto, Popper diría que Marx fue un gran científico pues presentó las condiciones en que se daría la revolución las cuales resultaron refutadas por la historia, nos interesa destacar que Marx nos decía en sus coordenadas teóricas lo que Hegel en las suyas: la sociedad debe estar madura para acoger las nuevas ideas, la racionalidad de estas nuevas ideas, su adecuación a las condiciones subjetivas y objetivas. La diferencia entre las coordenadas de uno y otro es que Hegel enfatiza lo espiritual y Marx las relaciones económicas como indicadores de dicha madurez sociocultural.

Lenin introdujo relevantes cambios en la teoría marxiana de la revolución. Nuestro querido y siempre recordado Heinz Sonntag, en otro libro publicado por la UCV, "Marx y Lenin, acerca de una sociología de la revolución", presentó un excelente balance de las diferencias entre el pensador de Tréveris y el de Uliánovsk. Prescindiendo de que el pensamiento de Lenin pasó por varias etapas, destaquemos el carácter voluntarista y vanguardista de su tesis. Voluntarista en tanto que la revolución la pueden llevar a cabo como toma del poder un sujeto a pesar de que no estén dadas las condiciones de desarrollo capitalista señaladas por Marx. Vanguardista por cuanto este sujeto se expresa como un grupo ilustrado que en determinadas condiciones sociohistóricas puede conducir a las masas básicamente no proletarias a una transición al socialismo mediante una dictadura de partido. Esto permite una práctica revolucionaria en una sociedad inmadura para el socialismo desde un punto de vista capitalista. O, para decirlo con la cita de Hegel, Lenin es a Rusia lo que Napoleón fue a España. La imposición armada de un modelo a la eticidad desde la moralidad.

Si Rusia era para 1917 un puzzle de culturas euroasiáticas a lo largo de su vasta extensión territorial, integradas mediante la figura autoritaria del zarismo y su sistema semifeudal, su eticidad se correspondería entonces con esta visión tradicional, patriarcal, semitribal, nada democrática. En consecuencia con lo planteado por Hegel, y dada la visión vanguardista de los jerarcas de la revolución, se terminaría estableciendo una continuidad nada democrática entre el zarismo y la secretaría del partido, entre el Zar y el Secretario General, una continuidad autoritaria con grados ascendentes a totalitarismo en la medida en que aquel "socialismo" se tendría que desarrollar en un solo país asediado desde el exterior, lo que ocurrió durante el período estalinista. El momento democrático expresado en la formación autónoma de los soviets sería barrido por su inadecuación epocal con la eticidad y las circunstancias de aquel periodo.

Quienes han usado el "Manifiesto del Partido Comunista" como catecismo en el mal sentido de esta palabra, quienes han hecho catequesis burda en pretendidos círculos de lectura de esta obra, como de otras de un auténtico calado revolucionario democratizador, han sido los llamados a reproducir la historia rusa en sus prácticas políticas, y de tener éxito en las mismas, hacer como Napoleón en España. Han hecho del Estado un aparato violento, autoritario y ajeno al sentir extendido socialmente. Un mero aparato represivo, diría Althusser. Y más allá, fácilmente habrán sometido a toda la sociedad a su contrario dialéctico también en lo económico, la habrán reducido a algún tipo de esclavismo o, en un tiempo 4.0, al más salvaje de los neoliberalismos.

Para terminar, pensamos que separar los conceptos de socialismo y democracia es, o propaganda ideológica de derechas en la medida en que intencionalmente confunde socialismo con dictadura, o propaganda ideológica de tiranías pseudoizquierdistas que a propósito confunden democracia con modelos estreñidos de democracia representativa. Conceptualmente socialismo significa democratización, democratización que va más allá del derecho formal y el resto de formalidades de la democracia representativa usual. Sin duda, es un concepto que tiene la importante tarea de corregir importantes dimensiones de su tradición como las relativas a la cuestión ecológica o la problemática de la gubernamentalidad, pero de seguro resulta un concepto más afín a democracia que aquel que defiende la unión de capitalismo y democracia, de acumulación de capital y distribución social del poder. No obstante, las derechas han sido exitosas en imponer la visión dictatorial del socialismo, se han nutrido con los llamados socialismos realmente existentes. De este modo, los referentes históricos las ayudan en su propaganda, se sustentan en lo que efectivamente ha ocurrido en aquellas sociedades surgidas de eticidades muy distantes de la pluralidad democrática y democratizadora, por lo que vale la pena apostar más bien por los términos de democracia radical, democracia profundamente inclusiva y empoderadora de las comunidades y sus personas. Más allá del discurso de izquierdas o de derechas que en su retórica exhiba un poder gubernamental, hay que exigir que tan realmente inclusivo resulte en sus actos.

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