Introducción
Publicado en 1997, Fundamentos de la Geopolítica: El futuro geopolítico de Rusia del filósofo y estratega ruso Aleksandr Dugin se ha convertido en una obra de referencia dentro de los círculos nacionalistas y militares rusos. Considerado por muchos como el "manual geopolítico del Kremlin", el libro propone una visión del mundo profundamente antiliberal, multipolar y centrada en la restauración del poder imperial ruso. Sus carencias tienen que ver con la desatención a las luchas de clases, la lejanía de la concepción marxista de la historia y de la sociedad. No analiza el papel destructivo del capitalismo ni los procesos imperialistas que hunden sus raíces en la explotación, acumulación y concentración del capital. El texto, por lo demás, es anterior a la posterior evolución del pensamiento duginiano, evolución en la cual se observa una limitación de la perspectiva "imperial" rusa a favor de un enfoque multipolar y una elaboración de la "Cuarta Teoría Política" (4TP). Este artículo del colectivo Cultura Popular ofrece un análisis detallado de las principales tesis del libro, con énfasis en los fragmentos más destacados y una evaluación crítica de sus implicaciones.
I. Geopolítica como ciencia del poder
Dugin parte de una premisa fundamental: la geopolítica no es una disciplina neutral, sino una herramienta para la conquista del espacio y la afirmación del poder. En sus palabras:
"La geopolítica es la lógica de la gran estrategia, la ciencia de la guerra por el espacio."
Esta concepción instrumental de la geopolítica se aleja de enfoques académicos y se acerca a una visión casi darwinista de las relaciones internacionales, donde la supervivencia de los Estados depende de su capacidad para expandirse y dominar. Dugin realiza una original síntesis entre los enfoques "tradicionalistas" (Guenon, Evola) y de "Geografía Sagrada" (especialmente presentes en la última parte del libro), y la tradición realista de la Geopolítica (McKinder, Haushofer). Ese equilibrio y síntesis duginianos tiende, no obstante, al realismo político: si un Imperio quiere futuro, y desea evitar la destrucción o el sometimiento, ha de saber unir a los aliados y dividir a los enemigos. El germen del Imperio del que Dugin habla es el Imperio Ruso (transformado después en soviético), pero es sólo un germen. El propósito duginiano en este libro, a finales de los años 90, era levantar un Imperio meta-ruso, no exclusivamente ruso (en sentido étnico, nacionalista, estatalista) sino eurasiático.
II. Tierra contra mar: la dicotomía fundacional
Dugin retoma la clásica oposición entre potencias terrestres (Heartland) y marítimas (Rimland), formulada por Halford Mackinder y Nicholas Spykman. Según Dugin, Rusia representa la civilización de la tierra, espiritual, tradicional y comunitaria, mientras que EE. UU. y el Reino Unido encarnan el poder marítimo, liberal, individualista y materialista.
"La historia del mundo es la historia de la lucha entre la civilización de la tierra y la del mar."
En el texto está ausente por completo, además de las categorías marxistas, la idea de Hispanidad. El imperio español, aunque basado en aspectos talasocráticos (dominio universal de los mares y reconfiguración atlántica de la Hispanidad, dejando atrás los lastres mediterráneos), fue un ejemplo fundamental de imperio telurocrático. España vertebró el continente americano no por medio de un esquema "generador", como diría Gustavo Bueno, sino por medio de un esquema "aglutinante", según el vocablo de la teoría de los imperios de Carlos X. Blanco. Esto quiere decir que España no se limitó a aplicar una cuadrícula a las tierras conquistadas, reiterando de manera homogénea, multiplicativa, la cuadrícula originaria de la urbs romana, sino que creció integrando etnias, tierras y formas culturales a un proyecto universalista ("católico"). Entre el formato "absorbente" anglosajón (que Bueno denominó "depredador") y el modelo chino de Imperio aglutinante en grado máximo, el imperio de la Monarquía Hispánica ocupa un lugar intermedio.
III. Eurasianismo: el renacimiento imperial
El núcleo del pensamiento de Dugin es el eurasianismo, una doctrina que propone la creación de un bloque geopolítico liderado por Rusia, que abarque desde Europa del Este hasta Asia Central. Este bloque debe oponerse al orden unipolar dominado por EE. UU.
"Rusia no debe integrarse en Occidente ni en Oriente, sino liderar una tercera vía: Eurasia."
El proyecto euroasiático incluye alianzas estratégicas con Irán, India, China y, en algunos escenarios, Alemania y Francia. Ucrania es considerada clave: sin ella, Rusia no puede ser un imperio. La independencia de Ucrania y su basculación hacia la OTAN y Occidente eran hechos percibidos ya, en los años 90, como elementos de máximo riesgo para la seguridad rusa. Los estados de Europa oriental y báltica, de dudosa legitimidad histórica, han sido permanentemente empleados por Occidente como títeres para el cerco, la provocación y el socavamiento de la seguridad rusa. Su irresponsabilidad ante la geopolítica les convierte en carne de cañón y arma de los anglos y los yanquis, fuerzas talasocráticas que loe empujan contra el proyecto de una Eurasia fuerte y unida. La emancipación de Europa, dice Dugin, pasa por la creación (hoy, todavía, muy lejana) de un Eje París-Berlín. Alemania es clave para la paz eurasiática y la creación de un imperio de grandes dimensiones. Nuevamente, Dugin olvida el papel potencial de la Hispanidad. La Europa atlántica, que debería ser la última frontera occidental del imperio eurasiático, ha de ser una Europa céltica (originaria del Arco Atlántico cuyo centro se fija, simbólicamente, en Covadonga, alternativa al dominio anglosajón de este océano. Un Reino Unido fragmentado en países celtas, y una Francia reorientada al Eje Berlín-Moscú, serán eslabones a unir con una España con vocación atlántica (su origen está en Asturias, en la rebelión de Pelayo contra los moros) e iberoamericana.
IV. Imperio aglutinante.
Uno de los aspectos más interesantes del texto duginiano es la importancia concedida a los factores extra-económicos a la hora de gestionar la unión aglutinante (que no absorbente) de los pueblos integrantes del futuro Imperio Eurasiático. La clave para unir y desunir pueblos, pues en esto consiste el realismo (geo)político, consiste a veces en pulsar la tecla religiosa, otras la étnica, y siempre, como trasfondo y marco de condiciones, la geografía. No se trataría de una unión absorbente (la rusificación como trasunto de la sovietización de extensas regiones de Asia, que fue un error en general) sino de una unión, como diría Blanco, aglutinante. Incorporar la diversidad en un proyecto estimulante que se enriqueciera de la diversidad de partida. Sería llevar a gran escala el proyecto, de origen astur y medieval, de "Las Españas", pero esta vez a una escala enorme y eurasiática: máxima autonomía local y regional, cada pueblo vería conservada su identidad étnica, religiosa, lingüística, "foral" (autogobierno), pero el Poder Central se reservaría los grandes designios estratégicos, de defensa y relaciones multipolares con el resto de la humanidad.
V. Europa: la alianza necesaria con Moscú.
Dugin dedica varias secciones a Europa Occidental. Alemania es vista como un posible aliado si rompe con EE. UU. y se orienta hacia Eurasia. Francia, con su tradición gaullista, también podría integrarse en este bloque. España apenas aparece, aunque su posición atlántica, que históricamente fue la clave de su poder entre los siglos XVI y XVIII, podría ser relevante en un esquema multipolar. España nació en el Reino de Asturias, y fueron los marineros de las Asturias de Santillana y de todo el Cantábrico (gallegos, astures de Oviedo, vascos) los que dotaron a una Castilla cien por cien "telúrica", con una Armada que hizo frente a toda la piratería europea y mahometana. No hay frontera occidental posible para Eurasia si no se reivindica la Hispanidad: a) como salvaguarda de sus costas frente a los "isleños" yanquis y anglos, y b) como puente ineludible con la Patria Grande, NuestraAmérica (empezando con el cono sur del continente iberoamericano).
"Europa debe liberarse del yugo atlantista y encontrar su destino en la gran Eurasia."
VI. América Hispana, África y el Sur Global
Dugin propone una estrategia de acercamiento a la América Hispánica, que errónea y persistentemente llama "Latina", y especialmente a Brasil, como contrapeso a la hegemonía estadounidense. África es vista como un espacio de competencia indirecta, donde Rusia puede ganar influencia mediante alianzas antioccidentales.
"El Sur Global es un campo fértil para la expansión de la influencia euroasiática."
VII. Guerra cultural y control informativo
Dugin reconoce que la geopolítica del siglo XXI no se libra solo con tanques, sino también con ideas, redes y cultura. Propone una guerra cultural contra el liberalismo, promoviendo valores tradicionales, religiosos y nacionalistas.
"La batalla por el alma del mundo se libra en el terreno de la cultura."
Esta dimensión ideológica del libro puede ser especialmente influyente en movimientos soberanistas, populistas y de izquierda en Europa y América. Su rechazo al atlantismo y su vinculación con las teorías de la dependencia, el intercambio desigual, el marxismo "tercermundista", el peronismo, el chavismo, el castrismo y todo género de ideologías emancipatorias que pugnan contra la Doctrina Monroe y el Imperialismo Yanqui, hace que Dugin sea un referente. Por medio de otra terminología, Dugin reivindica un imperio aglutinante en términos semejantes a los de Carlos X. Blanco. Imperio, que no imperialismo, es decir un Gran Espacio (Schmitt) autocentrado y en concierto pacífico con otros, a ser posible.
VIII. Conclusión: ¿manual de estrategia o manifiesto ideológico?
Fundamentos de la Geopolítica es más que un tratado académico: es un manifiesto ideológico que busca redefinir el papel de Rusia, pero también Europa, en el mundo. Su influencia en sectores del ejército ruso y en la política exterior del Kremlin ha sido ampliamente documentada. Sin embargo es un texto que debe ser matizado con otras obras y aportes ulteriores del gran filósofo ruso, como es su teoría del multipolarismo y su enfoque de la 4ª Teoría Política. Le falta un análisis económico sobre la evolución del capitalismo en el siglo XX y XXI y, en conexión con ello, un estudio de las clases sociales en lucha, incardinado en la lucha entre estados y el conflicto estratégico (en términos de G. La Grassa) entre todo tipo de agentes que defienden, conquistan y contrarrestan a los demás. Una lucha por el poder.