Cómo auto-co-transformarse por exigencia existencial revolucionaria

Domingo, 02/11/2025 12:06 PM

El desafío de reinventarse y transformarse por exigencia existencial o inquietud de sí para realizarnos, a través de ejercitaciones o practicaciones reflexivas del pensamiento es parte del cuidado de sí, de cuidarse, trabajándose a sí mismos(as) en un juego de fuerzas ambivalentes.

Sin emparentarse por ello con alguna forma de narcisismo y sin manipularse como emprendimiento de autoayuda, ni del rendimiento rentable del productivismo capitalista, requiere ejercitarse en el desarrollo del pensamiento auto-co-poiético. Una forma ética y estética encarnada de modelación praxística intrasubjetiva e intersubjetiva, a través de la interpelación lúdica y la interpretación profunda de sí para ser el propio autor o la propia autora de su modo existencial virtuoso de vida, su modo de ser y estar-en-el-mundo. Desde donde no se consume lo que el mercado de sobrevivencia neoliberal banal "para ser" ofrece alienadamente, sino que se produce vitalismo alternativo por emancipador.

Consistiendo en una praxis de resistencia liberadora del interior y del exterior de la sujeción mercantilista por medio de la autocontemplación, desconstrucción y reconstrucción activas.

Así como cuando oramos con meditación nos entregamos a las alteridades que nos constituyen (nuestros otros yoes o deidades imaginarias) por medio de un diálogo con ellas emplazándolas y juzgándonos, recriminándonos, absolviéndonos de culpas, etcétera, tratando de reinventarnos al suturar las heridas y desgarramientos espirituales o de conciencia, corregirnos o liberarnos por cuenta propia al sentidizar nuestra existencia, debemos, como imperativo ético y moral para consigo mismos(as), dominar técnicas de autocontemplación, meditación, objetivación, perspectivismo caleidoscópico, pensar emancipadamente nuestro pensamiento, etcétera, a través de ejercitaciones intrasubjetivas e intersubjetivas. Especie de cinceles con los cuales los escultores realizan sus obras de arte.

Se trataría, entonces, de esculpirnos con esas practicaciones reflexivas del pensamiento o de nuestra "espiritualidad". Parecidas a la técnica de la oración introspectiva sin creer que nos entregamos a otro con quién dialogamos para que haga eso por nosotros, esto es, sin autonomía. Por el contrario, hay que energizarse para adueñarse de sí mismos(as) a fin de corregirnos o modelarnos como una obra de arte de manera permanente sin obsesividades neurotizantes o enfermizas.

Son practicaciones dialogantes que requieren de saber objetivar o expresar en figuraciones representativas, de hacer del sí mismo un proyector de los entes fantasmáticos o seres invisibles que nos habitan realmente y a quienes hay que interrogar o emplazar críticamente. De hacerlos presentes ante nosotros mismos tal cual son, obviando autoengaños o mistificaciones que encubran defectos o malformaciones éticas y estéticas (sin que estos términos impliquen un juicio moral censor que debe ser obviado porque con él la transparencia requerida se neutraliza).

Esto implica un gran riesgo ya que podemos juzgar o recriminar desde una postura ideológica retrógrada que en vez de ayudarnos terapéuticamente nos perjudique por falta de liberalidad antidogmática.

En el caso de las oraciones asumidas como cavilaciones, conversaciones o diálogos con deidades objetivadas, estas deben ser asumidas como entificaciones imaginarias fraternales o consejeras a quienes les atribuimos personificacion y voz pero sabiendo que son objetivaciones nuestras, sin alienaciones animistas (dar vida real a lo que no lo tiene).

Son parte de nuestros desdoblamientos fratriarcales para dialogar consigo mismos(as) con un tono o estilo afectual revivificador.

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