Crónicas (Im)pertinentes

¿Cómo conciliar el ser social y el ser natural?

Lunes, 08/09/2025 06:06 AM

Apreciados compatriotas Bolivarianos todas y todos, de la Patria Buena, que Alí Primera ofrendó con su canto profundo.  Titulo e inicio este texto, con una interrogante proposición de carácter socrática, que nos involucra en una relación dialógica y los invito a la búsqueda interactiva e intersubjetiva de las respuestas colectivas más plurales, incluyentes, debatidas, pertinentes y consensuadas.

La conformación de la estructura social de la humanidad, ha correspondido a largos, serpenteantes y variados procesos históricos multilineales, en términos de pluralidad historiográfica, como realmente corresponde. No como lo han pretendido imponer como historia universal, eurocéntrica, colonial y neocolonial imperialista.  Considerándose, además, que los recorridos sociohistóricos plurales, responden -también-, a líneas de trayectorias quebradas, produciéndose un tejido socio comunitario dinámico, ordenado por variables biológico ambientales, tratados en menor cuantía como temática de interés primordial.  Por ello en específico subrayo, que la constitución del ser social referido, desde sus orígenes en la diversidad ambiental y geográfica del planeta, ha estado condicionado por factores biológicos, ambientales y ecosistémicos, naturales. Factores que gobiernan y han direccionado la construcción de la edificación social de la humanidad en su diversidad intrínseca. Siendo una relación indisoluble la conjunción social-ambiental, de intima e ineludible relación dual -dialéctica en sí-, que poco reconocemos o es menos considerada.  La pregunta inicial que titula este texto, busca indagar en procura del reconocimiento para dar respuesta de sentido común real a una relación indisoluble -insisto-, pero sobre la cual menos reparamos.  El ser social en términos generales, ha sido sometido a las orientaciones de las corrientes hegemónicas occidentales dominantes del pensamiento. Las cuales han conducido a la fractura y separación del ser social y el ser natural a niveles de contradicción, lo que ha acarreado un mundo de padecimientos que ponen en riesgo la sobrevivencia y existencia de la especie humana como consecuencia de la ruptura de todos los procesos y ciclos vitales naturales garantes de la vida misma.  Ante estos hechos, no basta atenerse a una conducción con recorrido unilineal de la historia de etapas, impuesta desde el pensamiento eurocéntrico, occidental, imperial dominante. No basta el solo “cambio en las relaciones sociales de producción, de la apropiación de los medios de producción por parte de la clase trabajadora mayoritaria”: trátese de un Estado progresista, socialista o comunal, como hace el intento -en pleno desarrollo-, la Revolución Bolivariana y Chavista. Más allá de ello, hay una contradicción generada a partir del modo de producción capitalista y el modo de producción del socialismo real también; según las experiencias conocidas y que debe ser superada. Ambos modos de producción -capitalista y socialista en diferentes grados-, engloban un “modelo civilizatorio”, que ha ignorado los “medios naturales de producción” (según, Leff 2006, Aventuras de la epistemología ambiental: de la articulación de ciencias al dialogo de saberes. México. Siglo XXI editores).  Tejer una nueva relación con el entorno natural, comprendiéndose y teniendo en cuenta, las variables ambientales finitas que dispone la Naturaleza, para acometer cualquier desarrollo sostenido de las sociedades es de importancia ineludible, para alcanzar los equilibrios necesarios, para superar la contradicción Sociedad y Naturaleza.

Carlos Marx, abordó el estudio de las relaciones, escenarios y condicionamientos sociales y extrajo la síntesis; “el ser social determina la conciencia”.  En tal caso, el Libertador Simón Bolívar, ha sido una rara excepción, que contradice o rompe con el axioma marxista.  Bolívar en su vida y obra legada, dio muestras de lo falible y excepcional de la afirmación de Marx.  Sin embargo, considerando ese ejemplo del padre de la Patria, al apelar e insistir en el papel relevante de la consciencia y con la perspectiva del pensamiento crítico, como recurso para orientar el restablecimiento de la relación más empática posible entre el ser social y el ser natural, no debe ser una tarea de resultado negativo o esfuerzo perdido.  En este contexto, me permito recordar que estamos próximos a la celebración del bicentenario del decreto bolivariano de protección del ambiente, de Chuquisaca, Sucre en Bolivia, del 19 de diciembre de 1825.

Ante este escenario, debe insistirse persistentemente, por vía de la información veraz, la comunicación y formación política revolucionaria continua, para la transformación, mejora y elevación sustantiva de la consciencia respecto a la relación entre las sociedades humanas y la madre Naturaleza. Todo ello en función de tributar intencionadamente a la conformación de principios fundamentales y un estatuto, que reestablezcan procesos biológicos y ecosistémicos rotos actualmente, y consecuentemente reconducirlos hacia estadios de equilibrios, que la voluntad humana y política pueden hacer posible.  Toda revolución triunfante y soportando los rigores lacerantes del capitalismo en su fase imperialista, debe trazar su propio camino en victoria y desechar las “armas melladas del capitalismo”, como lo afirmó, el comandante Guevara de La Serna, Che. El camino y la opción imprescindible para la supervivencia humana, supone, reestablecer los equilibrios entre una sociedad ética y estética de nuevo rostro, y la prodigiosa y venerable madre Naturaleza.

Es imprescindible acometer, todo un esfuerzo ecuménico y globalizado para la garantía de supervivencia de la vida en el planeta en todas sus dimensiones, incluida -evidentemente-, la humana, en franco riesgo de perecer actualmente, por vía del suicidio latente.   Esta temática la he abordado y tratado más profusamente en encuentros en distintos espacios comunitarios, universitarios y recogidos en mi ensayo “Crítica de la relación Sociedad y Naturaleza (2024)”, gracias al valiente y sostenido esfuerzo de la editorial Trinchera, su editor el camarada profesor Amílcar Figueroa Salazar y todo su equipo. A ellos quedo grata y profundamente agradecido de este apoyo contundente y concreto.

 

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