El Juramento del Libertador en el Monte Sacro fue uno de los momentos más emblemáticos en la vida de Simón Bolívar, Libertador de América; éste hecho histórico ocurrió el 15 de agosto de 1805 en Roma, Italia, cuando Bolívar, acompañado por su dialecto amigo y maestro maestro Simón Rodríguez subió a la colina del Monte Sacro (Monte Aventino), un lugar cargado de simbolismo por su relación con la lucha de los plebeyos contra los patricios en la antigua Roma.
Simón Bolívar, un joven con apenas 22 años, estaba de visita en Europa, afectado por la situación de opresión que vivían las colonias españolas en el continente americano, se empapó de las ideas doctrinarias de la Ilustración, y de la Revolución Francesa, dicho conocimiento motivó su deseo de luchar por la libertad de dichas colonias, y bajo esa poderosa influencia pronunció un emotivo juramento ante su maestro Simón Rodríguez, expuso:
Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del Poder español, de tal manera que Bolívar selló con esa reluciente frase su destino como líder de la emancipación americana. Notablemente influido por las ideas de libertad, igualdad y justicia que había internalizado en Europa hizo su Profecía-compromiso en la sima del Monte Sacro, lo cual fue cumplida años después, lideró las campañas que en efecto liberaron a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, acompañado de un grupo de legionarios héroes.
Este juramento es considerado como su punto de partida para emprender su lucha libertaria, y un símbolo de determinación en la historia de América Latina; hoy el Monte Sacro es un sitio de peregrinación para quienes admiramos su legado.
La lucha por la libertad nunca termina, es un continúo en nuestras vidas a lo largo de la línea del tiempo, el ejemplo y la obra de nuestro libertador nos inspiran como pueblo, pero también como ciudadanos, y también en lo individual, la libertad de pensamiento y de expresión son inmanentes a ella, no podemos permitir que se nos límite, por supuesto que debemos ejercerla con sentido de responsabilidad y observando las leyes, pero repito, debemos ejercerla aún con los riesgos que ello conlleva, sobre todo en regímenes despóticos y autocráticos que amenazan y reprimen a quienes ejercemos posiciones críticas, en definitiva, la valoración de la libertad es un legado del libertador y demás próceres de nuestra historia patria de los siglos XVIII y XIX, hoy la lucha por la defensa de los derechos humanos, por la libertad de los presos políticos, la defensa integral de la Constitución nacional, y manifestar nuestra posición en contra de la criminalización de las protestas y manifestaciones, es la lucha por la libertad.