Anatomía de la impotencia política. La funcionalidad del discurso de la moderación y la lucha contra el autoritarismo

Jueves, 05/06/2025 06:03 AM

Faltaban unos 10 días para las elecciones del 25 de mayo, cuando quise escribir un artículo que debía llamarse algo así como "De la inutilidad absoluta del debate electoral en Venezuela.", en el cual intentaría repasar críticamente los argumentos expuestos por connotados proponentes de la llamada vía electoral, en sus distintas versiones, así como los de aquellos que impulsaron la opción de la abstención (igual en sus distintas versiones, incluso sin ser "abstencionistas naturales", -como recientemente los llamó uno de las Rectores del CNE-. Varias razones me obligaron a desistir de hacerlo, entre otras, la propia contradicción implícita en la idea de ser parte de un debate al cual califico de inútil. Y quizá tan inútil como aquel, es el debate que sucede a cualquier elección en Venezuela al menos desde 2005 para acá. El que trata de los resultados electorales, de la conveniencia o inconveniencia de haber participado, de las culpas por "lo que se perdió" o por lo que no se ganó, o por lo que "le entregaron en bandeja de plata al régimen." Se trata una suerte de doble déjá vu recurrente. elección tras elección: distinto en cada caso, pero sustantivamente igual una y otra vez.

Me siguen pareciendo inútiles por improductivos e ineficaces ambos "debates", que nunca pasan de ser diálogos de sordos, por lo que pareciera un contrasentido dedicarle tiempo, pero es tal cantidad de tinta (o de caracteres) que se destina cada día a sostener una u otra posición, que no queda otra que intentar decir algo con la inocente esperanza de que tenga alguna repercusión, que contribuya a trastocar el doble rittornello y a recolocar el debate en otra dimensión. No por el debate en sí mismo, sino por sus efectos prácticos. En esta ocasión, no me resisto a la idea de opinar con relación a una posición expresada los últimos días respecto de los resultados de esta última elección, y de lo que se proyecta en el país a partir de ella.

El pasado 02 de mayo el portal Contrapunto publicó una entrevista al abogado y dirigente político Juan Luis Sosa (JLS) cuya lectura pareciera sugerir que en Venezuela el debate político se ha desplazado del terreno de la lucha por el poder al de la tranquilidad de conciencia. En realidad, dicha entrevista parecía una versión actualizada de otra entrevista concedida al mismo medio casi dos meses antes. La leí con atención, e inquietud. Sus palabras, moderadas y bienintencionadas, parecen expresar una ética civilista y una apuesta por el encuentro que merecen respeto, y por tanto consideración. Pero al mismo tiempo, revelan con claridad los límites de una visión que, a mi juicio, ignora o subestima aspectos fundamentales de nuestra circunstancia política como país y que en nombre del pluralismo, la inclusión, la tolerancia y la "escucha", termina por abdicar del conflicto y de la estrategia, por despolitizar la lucha democrática y por enturbiar y debilitar las condiciones para una transición real. En mi lectura, logré identificar al menos 12 ámbitos absolutamente problemáticos que requerirían una respuesta. En estas notas intentaré argumentar sobre 4 de ellos que me parecen de la mayor importancia.

  1. La moralización del conflicto político, o la falacia del pluralismo perdido

JLS inicia su diagnóstico afirmando que en Venezuela "nos falta pluralidad" porque el conflicto se ha "ido a los extremos", lo que ha provocado la pérdida de la escucha y de la tolerancia. Esta afirmación, que podría parecer sensata en un contexto democrático, resulta profundamente equívoca cuando se aplica a un régimen autoritario como el que hoy rige en Venezuela. Esta perspectiva ignora completamente la naturaleza asimétrica del conflicto político venezolano, y pretende reducirlo a un problema de "intolerancia mutua" o de "polarización excesiva".

La literatura académica sobre regímenes autoritarios distingue cuidadosamente entre conflictos políticos en democracias consolidadas y las dinámicas específicas de los regímenes autoritarios. En nuestro caso, esta asimetría radical del poder, es el resultado de 25 años de hegemonía chavista inicialmente y madurista posteriormente, que han desmantelado íntegramente el Estado de derecho, que han borrado por completo todo vestigio de separación de poderes, que han secuestrado, distorsionado, desnaturalizado y desahuciado el sistema electoral en el país, en los que se ha perseguido a la disidencia interna y a las distintas oposiciones, y en los que se ha construido laboriosa y detalladamente un entramado de dominación institucional y simbólica que inhibe toda posibilidad real de alternancia, que imposibilita de facto el ejercicio de todo pluralismo de las esferas formales del poder político.

Reducir ese conflicto a una cuestión de formas, de "falta de tolerancia", implica borrar las jerarquías materiales y simbólicas que estructuran el poder en Venezuela. Y lo que es más grave: implica equiparar al victimario con la víctima, al represor con el oprimido, al aparato estatal con quienes intentan resistir desde posiciones de creciente debilidad.

  1. La defensa del voto como acto cívico despolitizado

En lo que me resulta el argumento más penoso de los expuestos, Sosa lamenta la alta abstención en las elecciones del 25 de mayo y responsabiliza a la oposición participante por no haber sabido "explicar la importancia del voto" como ejercicio cívico. Cómo si se tratara de un problema comunicacional. Su tesis es que la participación no es sólo una forma de elegir, sino una manera de mantener vivo el "espacio cívico". Aquí, nuevamente, la intención no basta para salvar el argumento. Porque lo que está en juego no es una "pedagogía del voto", sino la posibilidad misma de que el voto tenga eficacia real como instrumento de cambio político, y en este punto, no me refiero exclusivamente al tema de la alternancia, sino a la utilidad general del ejercicio del sufragio para luchar contra un régimen autoritario cerrado, no competitivo en modo alguno, cualquiera que sea esa utilidad.

En Venezuela, desde hace años, el sufragio ha sido vaciado de contenido y de sentido. No se trata simplemente de que haya ventajismo o inequidad en favor del oficialismo: se trata de que el sistema está diseñado para simular competencia sin permitir alternancia. El registro electoral está viciado, el CNE no solo no es ya un árbitro imparcial: es un apéndice directo de la dirigencia del Partido-Estado al punto de que es el propio poder ejecutivo el que decide quién puede ser candidato de la oposición y quien no; el poder judicial opera como un bufete privado de la misma frente a la cual simplemente no procede impugnación alguna. Sosa parece olvidar que aún estamos esperando los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio, y que para el momento en que se publica su entrevista, tampoco se han publicado los resultados de la elección del 25-M, aun cuando sin haberlo hecho, ya juramentó a los supuestos ganadores. Olvida que incluso para estas últimas elecciones, el CNE eliminó el código QR que habría permitido por lo menos denunciar públicamente cualquier irregularidad observada. Ni siquiera se pregunta por qué ni los propios candidatos "ganadores" han publicado una sola acta de estas elecciones, o han informado si tuvieron o no tuvieron testigos en las mesas, o cuál fue el procedimiento que se siguió para el extraño reparto de escaños en la Asamblea Nacional. Para él, el problema es que a la gente, -que no entiende bien de estos asuntos-, no se le explicó bien, y por tanto, decidió abstenerse. Desde la insolencia de una brutal subestimación de la inteligencia colectiva del venezolano, a Sosa no se le ocurre pensar ni por un instante, que probablemente la gente, es un poco más racional de lo que él supone, y que justamente por entender perfectamente la inutilidad que tiene -en el actual contexto-, el ejercicio del sufragio, decidió abstenerse, y que probablemente quienes no entendieron bien el asunto, fueron quienes como él, se empeñaron absurdamente en tratar de que la gente simplemente fuese a votar entusiastamente aunque su voto no tuviese valor alguno. La abstención masiva fue una respuesta racional de una ciudadanía que percibe una obviedad: la total falta de competitividad real del proceso.

En este contexto, votar puede ser visto legítimamente como un gesto de colaboración simbólica con un sistema que no concibe la idea de ceder poder. No es un problema de "explicar bien". Es un problema de condiciones materiales, de utilidad práctica y de eficacia política. Votar o abstenerse, no son fines en sí mismos. Y no es verdad que votar en estas elecciones constituían una oportunidad para evitar "el cierre del espacio cívico". Quienes propusieron denodadamente salir a votar, tampoco tenían la más pequeña de las intenciones, mucho menos un plan, para salir a reclamar contra un nuevo fraude, ni a exigir el respeto a la voluntad popular.

  1. El fetiche de la moderación y el desprecio por el antagonismo

Sosa insiste en que hay que construir una referencia política que "deje los extremos atrás". Esta obsesiva apelación a la moderación está profundamente equivocada. No porque la moderación sea en sí misma negativa, sino porque en contextos autoritarios se convierte en una forma de neutralización.

La transición política requiere antagonismo. No violencia, pero sí confrontación. Se requiere construir un nosotros contra un ellos. Un campo de disputa entre democracia y dictadura. Quien se niega a esa dicotomía, quien la reemplaza por una moral de la equidistancia, termina disolviendo la posibilidad misma del conflicto político. ¿Cómo se confronta a un régimen que ha concentrado todo el poder si se niega el antagonismo como lógica de acción?

Sosa no parece dispuesto a hacer esa confrontación. En lugar de ello, insiste en una "teoría del cambio de la convivencia democrática" que no es otra cosa que una política sin conflicto. Una democracia sin lucha. Una ilusoria transición sin presión real. No queda claro si el núcleo de la propuesta de Sosa esté en su convicción de que "los procesos democratizadores nacen desde lo pequeño": el respeto, el diálogo, la escucha, la empatía. Nadie puede negar el valor de estas prácticas en una cultura política y bajo un régimen democrático más o menos sano. Pero convertirlas en el eje de una estrategia de transición es un error garrafal. No hay que empatizar, ni "ponernos en los zapatos" de nuestros verdugos para "entenderlos " y "reconocerlos".

Los regímenes autoritarios no caen porque las personas dialoguen más, sino cuando se genera una presión social y política, nacional e internacional tan grande, que resquebraja los cimientos de ese poder que hace inviable la continuidad del statu quo. Por ello, no se trata tanto de "bajarle los costos de salida" a la cúpula dirigente: eso se parece demasiado a ofrecerle toda la impunidad del mundo a quienes han violentado la Constitución, y han violado todos los derechos humanos que han podido, hasta el punto de cometer delitos de lesa humanidad; impunidad que por cierto, ya tienen por el solo hecho de ejercer el poder por lo que no les debe resultar una oferta demasiado atractiva. La clave radica en subirle los costos de permanencia. Hacerlo, requiere diseño, organización, liderazgo, vocación por el poder, riesgo, conflicto y acción sostenida. No basta con ponerse en los zapatos del otro. Hay que construir, -en nuestro caso desde nuestra propia fragmentación-, una coalición de fuerzas capaz de cambiar el curso de nuestra historia reciente.

En las actuales circunstancias en las que el sistema electoral ha sido vaciado por completo de sus elementos de seguridad y confiabilidad, la participación electoral es automáticamente reconducida funcionalmente al interior del sistema y presentada como un respaldo al madurismo. Si la participación el 25-M hubiese sido del 98%, Amoroso y el PSUV estarían ofreciendo exactamente los mismos resultados que han ofrecido, con la única diferencia que dirían que el país salió a respaldar abrumadoramente a la Revolución. La clave que Sosa omite, es que nadie puede hoy en día ni defender los votos, ni auditar los resultados, y el CNE se despojó por completo de su obligación de pulcritud, transparencia y justicia, con la complicidad de la Fuerza Armada, del TSJ y de algunos pseudo partidos y pseudo dirigentes de oposición. En la Venezuela actual, del mismo modo en que la abstención no cambia gobierno, la participación electoral, aunque fuese supermasiva, tampoco, como quedó demostrado el 28 de julio de 2024. Esta simple idea no es inteligible para la feligresía fetichista del voto, para una buena cantidad de analistas ni para muchos dirigentes políticos, quienes prefieren culpar a las víctimas por no prestarse para una farsa y por no participar de un simulacro, en lugar de interrogarse sinceramente sobre las causas estructurales y profundas que tiene la desafección ciudadana por el voto en Venezuela, e intentar corregirlas. Para muestra un botón: "Lógico. Si los ciudadanos no valoran el voto directo y representativo, la mesa (está) servida para eliminarlo." sentenció recientemente Colette Capriles, otra miembro del Foro Cívico.

  1. El "Sujeto de Cambio": Voluntarismo y romantización de la Sociedad Civil bajo Autoritarismo

Un problema adicional se relaciona con la conceptualización que insistentemente hace JLS del "sujeto de cambio" como "la gente", "la gente participando, la gente organizándose". En clara alusión al maricorinismo, rechaza, -no sin razón-, las fantasías de salvación externa, de quienes apuestan todo a una "intervención extranjera", o a que una reedición de la tesis de la máxima presión externa con Trump a la cabeza, que obligue a Maduro a negociar una transición, con su correspondiente retirada y entrega ordenada del poder. Nadie duda de la idea de que somos los venezolanos sobre quienes recae la responsabilidad de luchar y derrotar al régimen autoritario, y tal como lo plantea Sosa, especialmente de quienes estamos dentro del país. Pero su afirmación queda atrapada en una generalidad vacía. ¿Quién es esa gente? ¿Dónde está? ¿Con qué liderazgos se articula?, Con base en cuáles vínculos? ¿Con qué recursos, con qué capacidades, con qué estrategia? Se puede hacer eso solo con enunciarlo y en el corto plazo?

La idea de que "la gente" es por sí sola un sujeto transformador que pareciera no requerir mediaciones políticas, sin organizaciones políticas de ninguna naturaleza, sin dirección, sin proyecto, es una fantasía antipolítica, muy propia, por cierto, del discurso tradicional de la sociedad civil. La vaguedad de su propuesta de crear un metamovimiento, no pasa de ser una maqueta sin forma. La historia de las transiciones demuestra que los procesos de apertura requieren de sujetos políticos organizados, con indiscutible y clara vocación de poder, con capacidad de presión, y con una narrativa hegemónica capaz de movilizar mayorías. Nada de eso aparece en la definición del "sujeto del cambio" que propone Sosa. Es una figura etérea, una especie de espíritu cívico que se espera se encarne espontáneamente.

Durante los 25 años de gobierno chavista, hemos sido testigos de una política deliberada de cooptación, subordinación, domesticación y destrucción sistemática del tejido social independiente. Las organizaciones de la sociedad civil, han sido objeto de hostigamiento, persecución legal, cierre forzado, infiltración y criminalización. La Ley de Cooperación Internacional, la Ley contra el Odio, y otras normativas han convertido en prácticamente ilegal el funcionamiento de organizaciones independientes. Incluso las mismas organizaciones de DDHH hoy en día son objeto de una aguda persecución.

Por otro lado, el aparato de control político-social del régimen ha penetrado profundamente en las comunidades, creando redes de vigilancia que hacen extremadamente difícil la organización social independiente. Además, la crisis económica y humanitaria ha obligado a la mayoría de los venezolanos a concentrar sus energías en la supervivencia cotidiana.

A modo de conclusión

El régimen político no solo ha cerrado, sino que ha sellado completamente la ventana electoral, y la sustituyó por un dibujo en la pared hecho a mano. El país entero lo vio. El Foro Cívico y algunas otras fuerzas políticas parece que aún no y por eso son hoy por hoy una minoría tan inconsistente como funcionales al status quo. Para el madurismo una abrumadora abstención, no es un éxito electoral, porque su "triunfo" no depende de cuanta gente salga a votar por ellos o por la oposición, con lo cual atribuir un supuesto fracaso electoral al "error" de la abstención de nuevo carece de sentido.

La candidez (o estupidez o mala intención?) que se esconde en la idea de que saliendo a votar en masa habría permitido obtener triunfos en muchas gobernaciones o en la Asamblea Nacional, o por lo menos "acumular fuerza" o "preservar el espacio cívico", es exactamente la misma que existe en celebrar como una victoria de las fuerzas democráticas, y como una "derrota para Maduro", un abstención elevada. Solo hay fracaso electoral para quienes tienen objetivos definidos en el plano electoral, pero para quienes no lo tienen, no se trata de un fracaso. Y, desde el campo de la oposición, plantearse objetivos en ese terreno en la Venezuela de hoy y en las condiciones actuales, tanto las propias como las del escenario político, no es solo un error en sí mismo, sino además, un acto de ingenuidad imperdonable, altamente estimado por el régimen político. Peor aun si luego se pretende repartir culpas y señalar errores entre la ciudadanía, desde la arrogante ausencia de autocrítica, desde la presunción de poseer una supuesta superioridad intelectual y moral frente a la mayoría del país, y desde la persistente estulticia de un análisis absolutamente divorciado de lo real.

La invocación de un "sujeto de cambio" por sí sola no lo produce. La gente, por cierto, fue la que salió en masa a votar el 28-J y fue literalmente robada por el madurismo. La misma que fue reprimida y encarcelada durante los días posteriores al fraude electoral, y es exactamente la misma que se abstuvo mayoritariamente el pasado 25 de mayo. Sosa y el Foro Cívico harían bien en intentar una lectura más cercana y precisa de lo que está moviendo a "la gente" en el país. Ajustar la mira probablemente ofrezca mejores posibilidades de identificar con mayor certeza el camino que "la gente" pareciera estar indicando con claridad. De no hacerlo, no tengo dudas que las iniciativas que, como el Foro Cívico, buscan "recuperar la confianza en el voto" y que fundamentan su supuesto ejercicio de la lucha política en su ejercicio, sin tocar las causas que lo han desnaturalizado y vaciado de contenido y eficacia democrática, o en la despolitización de las luchas sociales, seguirán cayendo en saco roto, como todo lo que el país olfatea como inútil para luchar contra la dictadura.

La gente quiere salir del autoritarismo, no entenderse con éste. Y esa vocación de cambio estuvo presente no solo el 28-J y en los días posteriores, sino también el 25-M.

Referencias

Amaya, V. [@victoramaya]. (2025, May 26). El 3 de abril de 2025, el rector Conrado Pérez decía que el CNE podía hacer un recálculo del registro electoral para excluir a personas fuera del país y "abstencionistas naturales". Decía que no debía hacerse en medio del proceso electoral (pero pareciera que lo así lo hicieron). [Tweet]. X. https://x.com/victoramaya/status/1927020030065045652

Contrapunto. (2025, 18 de mayo). Juan Luis Sosa: "Quienes llaman a no participar en elecciones, ¿qué proponen para el día siguiente?" [Entrevista]. Contrapunto. https://contrapunto.com/entrevistas-ctp/juan-luis-sosa-quienes-llaman-a-no-participar-en-elecciones-que-proponen-para-el-dia-siguiente/

Contrapunto. (2025, 02 de junio). Juan Luis Sosa: "Los procesos democratizadores nacen desde lo pequeño; hay que ponerse en los zapatos del otro y caminar con ellos" [Entrevista]. Contrapunto. https://contrapunto.com/nacional/politica/juan-luis-sosa-los-procesos-democratizadores-nacen-desde-lo-pequeno-hay-que-ponerse-en-los-zapatos-del-otro-y-caminar-con-ellos/

Machado, MC [@MariaCorinaYA]. (2025, 26 de mayo). El PODER lo tienes TÚ. Venezuela DESOBEDECIÓ. Vamos 4 a 0. Y no hay QUINTO MALO. [Tweet]. X. https://x.com/MariaCorinaYA/status/1926803794043482229

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