Para ofender a un sector crítico, nacionalista, que defiende la lucha de clases como motor de la historia, los derechos de los trabajadores y los logros constitucionales del 99, se ha emprendido una campaña donde se les endilgan remoquetes tales como trasnochados, infantiles de izquierda, inútiles que nunca han sembrado una papa, aquellos que no son más del 1% del caudal de votos y pare usted de contar insultos.
Lo hacen en una lectura sesgada e infantil del libro de Lenin sobre la enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, escrito en un contexto histórico distinto, en el marco del post Tratado de Paz de Versalles, defendido por Lenin e interpretado como una forma de tomar oxígeno para acumular fuerzas por la debilidad en la correlación de las mismas y frente a la andanada de críticas surgidas contra esta posición que algunos consideraban de debilidad.
Los argumentos leninistas apuntaron a explicar que sin una vanguardia orgánica, sin un partido que eduque e instruya a las clases y luego a las masas, que además pudiera organizarlas, siendo éstas en su mayoría analfabetas, era necesario adentrarse en las instituciones burguesas para tomar experiencia y desde ese horno fortalecerse.
Criticaba a los "infantiles izquierdistas" de su época porque eran incapaces de entender la necesidad de coligarse con la socialdemocracia en posiciones de maniobra y conciliación, así como el papel del partido de los jefes tal como lo explicara el folleto del Comité Central del Partico Comunista Alemán en 1920, trataba era de organizar y dirigir la lucha revolucionaria desde arriba aceptando compromisos y el parlamentarismo con el fin de crear situaciones que permitan a esos jefes entrar en un gobierno de coalición; mientras la tesis de los puristas referida al papel del partido de masas, era esperar ascender en la lucha revolucionaria desde abajo con un método que rechazaba el parlamentarismo (representatividad) y buscaba derrocar a la burguesía.
La crítica ácida a los izquierdosos infantiles aquellos, se justificaba pues la excesiva legalidad, las elecciones libres y regulares a través de congresos, entorpecía la marcha impetuosa de la revolución en medio de la guerra imperialista, y por ello era preciso obviar esta legalidad por procedimientos poco cómodos, no democráticos incluso, para designar los jefes, conservando los grupos de dirigentes.
Ayer fue esa izquierda infantil que no comprendía como en medio de la guerra imperial debían torcerse los caminos y mimetizarse con el enemigo histórico, todo con tal de avanzar. Hoy es la "izquierda infantil trasnochada venezolana", que usa irreflexivamente palabrejas para justificar sus ataques contra los jefes y el estímulo a las fuerzas productivas, que no comprenden que en la misión de salvarnos de la guerra económica y las sanciones debemos cohabitar y aliarnos con esas "fuerzas productivas social traidoras", en la premisa mayor de "se vale todo, con tal de", no importando el color del gato, sino lo que importa es que caze al ratón, como lo expresó Deng Xiao ping sobre el giro chino hacia el Pragmatismo de origen anglosajón (etapismo chino modernizador).
Lo cierto, es que esa "nueva izquierda progresista" se olvidó que en el fondo, el marxismo es una teoría para el combate social. O lo que es lo mismo: una herramienta para entender el mundo críticamente y transformarlo, a través de la práctica política concreta y como Gramsci planteaba "será únicamente desde las nuevas trincheras y nuevos gritos de guerra que será entonado una vez más el canto de emancipación de los pueblos".
Mutilan el carácter crítico, contradictorio y dialéctico asumiendo la unilinealidad, abandonando el enfoque multilineal donde la lucha de clases tenía un rol histórico en los cambios sociales. Son etapistas y difusionistas pues creen dogmáticamente en el desarrollo basado en la acumulación del capital en que la modernización, la incorporación de técnicas novedosas y potenciando a las fuerzas productivas -empresarios dueños de medios de producción y obreros subpagados con salarios de hambre a quienes se les extrae plusvalía-, todo ello es necesario que ocurra, para llegar al capitalismo moderno, hoy post capitalismo gracias al avance tecnológico.
Defienden a capa y espada la teoría determinista eurocéntrica y el reduccionismo económico arguyendo que el bienestar y el desarrollo descansan en las fuerzas productivas (misión histórica de los empresarios según Weber y Schumpeter) y particularidades históricas, en el dogma que reza que la totalidad de los pueblos recorren un camino que viene condicionado por el desarrollo de las técnicas, herramientas, utensilios, medios de produción y fuerza de trabajo del hombre; y en lo que Rostow asumía como etapas del desarrollo histórico: sociedad tradicional, etapa de transición, despegue económico camino a la madurez y consumo a gran escala con la promesa de que pasando estas etapas del capitalismo nos esperaba el comunismo.
Sataniza esta nueva izquierda progresista, al Estado social propietario, según ellos porque impide la iniciativa privada de los burgueses ahora dizque revolucionarios, privilegiando una visión etapista que el mismo Marx desmonta tiempo después. Necesitan destruir nuestra base constitucional de igualación social de condiciones y oportunidades, la distribución justa y equitativa de las riquezas, el carácter antimonopólico, el salario digno y justo, que se sustrae del sistema mundo (gobernanza global) de intercambio desigual como nación periférica que somos y como anomalía subversiva (sustracción a la ley del valor, saboteandolo en su reestructuración neoliberal) que detuvo los efectos perversos del capital con la autovaloración social expresada en salud, educación, agua potable, alimentos, viviendas en general bienestar social general.
Desprecian nuestro modelo Alternativo al capitalismo neoliberal.
Esa es la guerra que nos tocó: defendernos no sólo del capital internacional voraz, exigiéndole a los capitales transnacionales petroleros y mineros impuestos, regalías, renta por el derecho soberano a la renta del suelo y a la explotación de nuestros recursos, sino de quienes tildándonos de "izquierdismo infantil trasnochado" se entregan en los brazos de las fuerzas productivas y de los capitales transnacionales, traicionandonos.
Defiende esta "nueva izquierds progresista" un diseño de restauración político cultural hacia el dominio, hacia el etapismo, como una vulgar rendición al capital privatizador bajo el barniz ideológico del desarrollo de las fuerzas productivas una vez destruida nuestra fuente de inversión soberana (PDVSA). En este escenario nos preguntamos de dónde vendrán las masas de inversión necesaria para expandir las fuerzas productivas (acumulación de capital)? De los capitalistas buitres? Es un vil engaño a los trabajadores y devolverlos a estadios de explotación ya superados por nuestra Constitución y por el modelo justo de distribución del ingreso social progresivo.
Se quejan de la "izquierda infantil trasnochada" venezolana, mientras renuncian al principio jurídico político de la Ley Bolívar de Minas del año 1829, que versa sobre el dominio público común y social, convirtiéndonos a los venezolanos en terratenientes populares, principio jurídico político que produce una ventaja comparativa, una propiedad sin previa acumulación originaria (ni por saqueo ni por robo del trabajo de otro) y detrás de esa renuncia está la consigna/ofensiva privatizadora montada en la estrategia de un supuesto desarrollo de las fuerzas productivas privadas de los capitalistas, hoy llamados empresarios revolucionarios, que vienen a salvarnos con su goteo distribuidor.
Nuestros "nuevos izquierdistas progresistas", blandiendo una espada de cartón, aprovechan la fulana guerra económica y bloqueo para de una vez superar el modelo rentista que resultaba una obstrucción y oprobio al capital internacional y privado nacional. Ugalde, Sosa, CEDISE y el IESA, así como los anglosionistas que por décadas habían atacado e intentado destruir la OPEP y la soberanía petrolera están felices.
Nuestra nueva izquierda progresista y nuevos verdugos sí pudieron destruir lo que no habían podido hacer 100 años de guerra secreta del petroleo: "dejándonos sin las ganancias extraordinarias que acaecían en la producción petrolera y a la inequívoca tendencia del Estado de recabarlas por completo. Si el Estado se encuentra en plena posesion de sus derechos soberanos, entonces jurídicamente nada puede oponerse a que ello logre enteramente" (Mommer).
Nos arrancaron la Ley Bolívar del dominio público sobre lo que esté en suelo y subsuelo, demontando nuestra singularidad onto-política-económica, nuestra anomalía y nos inserta en el derecho privado inglés y el francés de un tiro... !Qué conductor de victorias!.
Así contra nuestra tradición de lucha antiliberal nos rescataron del atraso Rentista pre capitalista (claro los jefes nunca leyeron al Marx de los Grundrisses y la multilinealidad histórica que se deslinda del difusionismo), convirtiéndose en la mejor expresión del etapismo, que aboga por el desarrollo de las fuerzas productivas, cuya misión es desarrollarnos, gracias a los capitalistas y empresarios, para luego, llegar al comunismo.
Es un transformismo como le gustaba decir a Gramsci de esa desnaturalización del liderazgo revolucionario de la nueva izquierda progresista, no de una pequeña burguesía sino de una gran burguesía, pero revolucionaria! Todo vale entonces. Hasta el nuevo Pacto de Élites sellado en Domincana. Es un homenaje al más grueso y manualesco positivismo social evolutivo. Brillante como estos agentes del anglosionismo, nos hacen la guerra oculta del petróleo con fraseologia madura marxista leninista, convirtiéndose en la negación de cualquier práctica económica distribucionista y alternativa a la ley del valor del sistema mundo de intercambio desigual (Amin).
Esta Nomenklatura de la nueva izquierda progresista, pretende realizar la revolución sin justicia social, con trabajadores esclavos o semi esclavos, en un marco de libre mercado o autorregulación (la cuadratura del circulo) sobretodo manteniendo el ajuste y la apertura en todo, como políticas hegemónicas de transferencia de ingresos hacia la cúspide de la pirámide social y de allí hacia el exterior del sistema. Funcionando como transición entre el capitalismo duro y rudo, el socialismo etapista y la social democracia progresista multiculturalista.
Una revolución sin justicia básica que es la justicia salarial, mientras nos acusan de izquierdsitas infantiles trasnochados. Cosas veredes Sancho...
!Puro teatro!