Una de las tácticas que siempre ha estado presente en las democracias, en cualquier parte del mundo donde gobierne este sistema y sobre todo en las campañas electorales, es la demagogia. Entendiéndose por esta la estrategia política que consiste en apelar a los sentimientos, emociones, prejuicios, miedos y esperanzas del público para ganarse el apoyo, frecuentemente mediante el uso de la retórica, la desinformación (mentiras) y la propaganda política. Por lo general el demagogo, aquellos líderes o políticos que utilizan esta técnica para convencer a los electores, demanda los sentimientos populares. Además, se sustenta en los prejuicios o ignorancia de las personas, con el fin de esquivar el debate racional y, con frecuencia, evita presentar una argumentación asentada en hechos reales, así mismo, promete soluciones simples a problemas complejos, haciendo uso del temor para dividir y controlar.
De seguro que los electores no tienen una formación adecuada en política, sociología, economía, geopolítica, para detectar o reconocer cuándo un demagogo miente, por tal razón elige un candidato por razones personales, es decir, simpatía, el aspecto físico, la retórica, entre algunos elementos que distan mucho de un análisis sensato de la condición intelectual del candidato para resolver los graves problemas que afectan a la población. Es por esto el fracaso de la democracia, los electores no tienen armas para descubrir las mentiras que por lo general ofrecen los aspirantes a la silla presidencial y por tal motivo cualquier estúpido puede llegar a ganar la más alta magistratura.
La práctica de la demagogia es de vieja data, sobre todo en las religiones, los sacerdotes por lo general ofrecen a los feligreses, después de abandonar el mundo terrenal, que el alma del difunto podrá disfrutar del cielo como premio o el infierno como castigo, según haya cumplido con los preceptos de la doctrina. Lo único extraño es que nadie sabe en cuál parte del cuerpo radica el alma y tampoco nadie ha regresado del averno o del nirvana para contar lo que sucede en esos tormentosos o paradisíacos lugares. Todo lo que está detrás de las religiones son puras mentiras y detrás de esta solo hay una verdad, el diezmo, la cantidad de dinero que captan todas las religiones hasta convertirse en verdaderos emporios financieros.
El antónimo de la mentira es la verdad, entendida por esta como la concordancia entre lo que se dice, se piensa o se cree y la realidad, es decir, la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente o lo que se dice con lo que se siente o se piensa; aquello de lo que no se puede dudar porque refleja lo que realmente es. Estoy seguro que los sacerdotes saben de la inexistencia del cielo, la tierra, el alma, los ángeles y toda aquella monserga con la que le llenan la cabeza a los feligreses.
Lo mismo se puede afirmar de la democracia burguesa, esta en es otra mentira desde su creación. Esta forma de gobierno no surge para resolver los problemas que atosigan a los desvalidos, de la renombrada libertad que siempre ofrece el demagogo, es bueno recordar que, en Grecia la cuna de este sistema de gobierno miles de hombres y mujeres estaban sometido a la esclavitud y las mujeres, no tenían ningún derecho. De igual modo, a pesar del a falacia de la omnipresencia, omnipotencia, omnisciencia de más de los cinco mil dioses conocidos a través de historia y de la geografía ninguno de ellos ha resuelto ni resuelve alguna de las adversidades que atormenta a los habitantes del globo terráqueo.
En verdad, no hay una verdad única, la ciencia, la sociología, el humanismo y cualquier actividad vinculada con los humanos lo corrobora y, sobre todo, la verdad no es objetiva, en algunos casos depende del sistema de referencia. Pero lo que sí es cierto es que hay mentiras evidentes, como son las de los sacerdotes en las religiones y las de los demagogos en la política. Lo demuestra esta última es lo que ocurre con el rubicundo de Donald Trump en su segundo mandato presidencial, sus mentiras son tan palmarias que cualquier persona, por muy ignorante que sea, se dará cuenta.
Parece ser que el mensaje del hombre rosado Trump está dirigido a una mayoría estúpida que aplaude y acepta cualquier sandez que este demagogo refiere en sus discursos. Esto no tendría problemas si no fuera porque tales majaderías ponen en peligro la paz mundial y como consecuencia, el riesgo de una o varias confrontaciones bélicas en América, Europa, África y Asia. Es evidente que tales simplezas, convertidas en mentiras no son nada nuevo en los gobernantes estadounidenses, basta recordar las falacias que condujeron a invasiones, saqueos de materia prima, asesinatos en masa, violación de los derechos humanos, destrucción de ciudades completas, aniquilación de culturas milenarias, robo de materias primas, ocupación de territorios, migración de millones de personas en búsqueda de mejor sitio para vivir ya que sus hogares fueron arrasados por las incursiones de los marines estadounidenses. Esto ocurrió en Irak, Libia, Sudán, Siria, Afganistán, Yugoslavia, Somalia, Irán y Palestina que fueron acometidas bajo falso argumentos como posesión de armas químicas de destrucción masiva, acciones terroristas, preservación de la democracia, lucha contra el narcotráfico, la amenaza para la seguridad nacional de EEUU, tráfico de armas, entre tantas mentiras para justificar una invasión criminal. Detrás de todas estas farsas se escondía la aciaga verdad: la apropiación indebida de la materia prima de la región, la expansión territorial y el mantenimiento de la hegemonía imperial de EEUU en la región.
Recién Venezuela está viviendo los embates de la política mentirosa del colorado Trump al presentar ante la comunidad internacional el gobierno de Maduro como una amenaza a la seguridad mundial. Acusa al gobierno del presidente de la República Bolivariana de Venezuela de narcotraficante, de terrorista, de dirigir dos grupos de narcotráficos como son el Tren de Aragua y el Cartel de los Soles: el primero que dejó de operar ya que fue aniquilado hace años y el segundo, que nunca ha existido ya que es un invento de la goda María Corina para justificar una intervención militar internacional contra Venezuela. Lo extraño de todo esto es que, obviamente que no hay ninguna evidencia que compruebe tales denuncias y de igual modo, Trump nunca ha mostrado una foto, un video o un documento que demuestre algún acto terrorista por parte del gobierno de Maduro. Contrariamente a lo afirmado por el ocupante de la Casa Blanca, las agencias de inteligencia del EEUU y las organizaciones internacionales vinculadas con el estudio del tráfico de drogas han declarado que Venezuela no produce drogas y tampoco transporta por el mar o por el aire estos productos. Así mismo, tampoco posee la tecnología para fabricar fentanilo para el comercio global, tal como lo enuncia el catire rancio de Trump. Se sabe que este producto es un potente opioide sintético utilizado como analgésico con una fortaleza mayor que la morfina y se fabrica en laboratorios farmacéuticos especializados en EEUU.
Es sabido que todas aquellas mentiras fueron una justificación para desplegar toda una maquinaria de guerra, sin declaración, para amedrentar a los venezolanos, consistentes en destructores, aviones bombarderos, submarinos nucleares y un despliegue tecnológico bélicos que pone en peligro la paz en la zona caribeña, como es México y Colombia, bajo argumento similares para invadir dichos países. Ya no solo es una coacción, ya que bombardeos lanza misiles han asesinado a más de 50 personas, entre ellos pescadores, cuyas lanchas navegaban por el mar Caribe y lo más grave de todo, el gobierno del demagogo Trump no ha presentado ninguna prueba que certifique que dichas naves cargaban drogas y que los tripulantes eran traficantes de algún tipo de estupefacientes. Simplemente estamos en presencia de varios asesinatos y una clara violación del derecho humano, como es el derecho al trabajo.
Como era de esperar detrás de las farsas anteriores hay una gran verdad, el afán del gobierno de EEUU, en representación de los grandes consorcios energéticos gringos, de apropiarse del crudo venezolano, dado que Venezuela posee la mayor reserva mundial de petróleo. Así mismo, es perentorio que la DEA y la CIA, los mayores carteles de la droga, controlen la ruta de las drogas que parten de Colombia y México para que fortalecer el sistema financiero del Tío Sam. Esta es la triste verdad escondida detrás del rosario de mentiras del gobierno de Trump.
No cabe duda, muchos estúpidos como Trump y Miley llegan al poder porque una gran mayoría de estúpidos como ellos los elige. Este es el grave problema de la democracia, no todas las personas deberían tener derecho al voto, solo aquellos con la habilidad para pensar y analizar tendrá capacidad para elegir un candidato que llevará las riendas de un país.
Para finalizar recomiendo que es importante descubrir el demagogo, para esto hay que estar preparado y una de la manera es mediante lectura, quizás por esto el actor británico sir Laurence Olivier expresó: "¿Qué es el fondo actuar, sino mentir? ¿Y qué es actuar bien sino mentir convenciendo?" Lee que algo queda.